Hace justamente 220 años que fue impreso el ejemplar que vamos a describir: Biblioteca Mathematica de Ignazio Campserver, Ferrara: 1789 [BH FLL 20250]. El libro presenta prácticamente el mismo aspecto que cuando fue adquirido por su primer poseedor, es decir, en sus dos (y un quinto) siglos de existencia, no fue leído por nadie y se mantiene intonso (figs. 1 - 3), salvo la portada, que sí fue descubierta, puede que sólo y exclusivamente para acuñar la marca de propiedad tras su adquisición. No es el único caso en que el libro sea abierto por primera vez para un usuario de la era digital: el escáner, en este caso en virtud del convenio UCM-Google para la digitalización de fondos.
El volumen, en perfecto estado de conservación, presenta una encuadernación en papel de estraza, confeccionada para su distribución comercial. Este tipo de encuadernación no estaba concebida como la definitiva sino que cada adquirente, tras la compra, encargaba la encuadernación según sus gustos, necesidades y posibilidades. Este carácter provisional de la encuadernación, además de en la pobreza de sus materiales, se traduce en la realización de una costura sencilla y un encolado muy ligero del lomo o ausencia del mismo, con el fin de facilitar el desmontaje para la posterior encuadernación definitiva. Los pliegos fueron cosidos sin cortar, conservando los pliegues de cabeza y delanteros y las barbas de la hoja.
La estructura es similar a la de las encuadernaciones de pergamino flexible pero sin cabezadas. La cubierta, en vez de ser pergamino, es un papel de estraza grueso fabricado a partir de fibras toscas (trapo gruesos de lana, cáñamo y lienzo basto, según el diccionario de autoridades de la RAE de 1732) y que posiblemente también contiene (por su color grisáceo) papel impreso reutilizado.
Los pliegos cerrados se cosieron sobre nervios finos de piel de curtido vegetal que a su vez enlazan la cubierta de papel con el cuerpo del libro. Las guardas se cosieron plegadas en escartivana sobre primer y último cuaderno, pegando sobre la contratapa los extremos de los nervios y las guardas (figs. 3 y 4).