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Día de la Tierra 2013.- Los Rostros del Cambio Climático

22 de Abril de 2013 a las 09:38 h

Todos los 22 de abril, el mundo entero se vuelca para celebrar una especial jornada en honor al planeta en el que habitamos.

Con motivo del Día de la Tierra 2013, comunidades, organizaciones y gobiernos de todo el mundo celebrarán este lunes, como cada 22 de abril, una serie de actos para reafirmar el compromiso social con el planeta en el que habitamos y concienciar a la población sobre la necesidad de protegerlo.

Con el lema «El rostro del cambio climático», las Naciones Unidas han querido fijar el foco de antención este Día de la Tierra 2013 en el impacto medioambiental del cambio climático, en concreto, en sus efectos nocivos sobre las personas, los animales, los ecosistemas y los recursos naturales. Desde -cita la web de la ONU en su campaña del Día de la Tierra 2013- un hombre en las Maldivas que se ve obligado a trasladar a su familia porque ha aumentado el nivel del mar, hasta un granjero de Kansas que lucha cada día por sobrevivir debido a los estragos causados por las etapas prolongadas de sequía, un pescador del río Níger que vuelve a casa con las redes vacías, un niño de Nueva Jersey que ha perdido su casa en una tormenta o el oso polar en el deshielo ártico.

Son las víctimas directas de esta modificación climática, un variabilidad que se presupone natural, pero en la que también influye, en gran medida, el uso que el ser humano hace del planeta. Su influencia, raíz de la concienciación que se pretende en este Día de la Tierra 2013, habría comenzado con la deforestación de los bosques para hacer de ellos tierras de cultivo y se habría ido extendiendo con la emisión de gases -fábricas y medios de transporte- que, según algunas teorías, dan lugar al famoso efecto invernadero.

Fue a finales del siglo XVII cuando el ser humano comenzó a utilizar para su beneficio combustibles fósiles acumulados en el subsuelo terrestre, tales como carbón, petróleo o gas natural. Su quema supuso un considerable aumento de los nievles de CO2 en la atmósfera, y con ellos, de la temperatura. El calentamiento global, del que las organizaciones medioambientales nos recuerdan este Día de la Tierra 2013 que tenemos que ser plenamente conscientes, ha generado durante las últimas décadas importantes dolores de cabeza a la comunidad científica, con opiniones divergentes sobre la responsabilidad, las causas y las consecuencias de este cambio climático. Algunas organizaciones llevan tiempo alertando a la población sobre sus efectos catastróficos, sin embargo, si bien no es necesario ser alarmista, sí vale la pena tener claras las repercusiones económicas y biológicas de nuestros hábitos, que, a la larga, podrían afectar al bienestar de la humanidad.

Partiendo de esta idea, el Día de la Tierra 2013 arroja luz sobre los efectos reales del cambio climático en las personas, los animales y la naturaleza, y abre nuevas vías de escape para controlarlo. Así, recuerda que ya hay empresarios que ven oportunidades de negocio en una nueva economía verde, reconoce la labor de concienciación y las campañas de sensibilización de los activistas, apoya la iniciativa de los gobiernos de instaurar normativas sobre este tipo de efecto medioambiental y, sobre todo, alaba la decisión de los ciudadanos se llevar a cabo un estilo de vida sostenible.

El Día de la Tierra 2013, en el que se celebra el 43º aniversario de esta jornada conmemorativa, más de mil millones de personas en todo el mundo se unirán a las actividades planeadas en Beijing, Cairo, Melbourne, Londres, Río, Johannesburgo, Nueva Delhi o Nueva York, que, junto a otras ciudades de todo el mundo, dejarán a un lado su quehacer diario para expresar sus preocupaciones acerca del planeta y su esperanza de vida.

La ONU proclamó el 22 de abril como Día Internacional de la Madre Tierra, o Día de la Tierra, reconociendo la capacidad de la Tierra y sus ecosistemas para proporcionar vida a la humanidad. Con tal reconocimiento, las Naciones Unidas trasladan al hombre la responsabilidad de ciudar y respetar el planeta como hogar propio que es, «promover la armonía con la naturaleza» con la finalidad de «alcanzar un justo equilibrio entre las necesidades económicas, sociales y ambientales de las generaciones presentes y futuras».

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