Mujeres y niñas migrantes, procedentes de diferentes países de la empobrecida Europa, llegaban a trabajar hasta 56 horas a la semana en las fábricas textiles de Massachusetts. Corría el año 1912 cuando estas mujeres se organizaron y emprendieron una huelga que movilizó a más de 25.000 trabajadores en todo el estado. Una huelga que se saldó con una clamorosa victoria que supuso un aumento salarial del 15%, la reducción de la jornada laboral y otras mejoras que aliviaron en parte la violenta explotación que sufrían. Ha pasado a la historia como la huelga del “pan y las rosas” por el discurso que la socialista y sindicalista Rose Schneiderman brindó a las huelguistas de Lawrence:
“Lo que la mujer trabajadora quiere es el derecho a vivir, no simplemente a existir: el derecho a la vida como la mujer rica tiene derecho a la vida, al sol, a la música y al arte. No tiene nada que la trabajadora más humilde no tenga derecho a tener también. La trabajadora debe tener pan, pero también debe tener rosas”.
Las mujeres de la fábrica de Lawrence hoy podrían ser las que pueblan las maquilas de la frontera con México entre otros rincones del mundo donde se perpetúa la explotación a las mujeres.
Hemos querido tirar de este hilo para acercarnos a lo que se ha escrito en torno a las mujeres y el trabajo, empezando por recordar una victoria y con ella otras muchas luchas y también reflexiones de las feministas en torno al trabajo.
¿Y por qué a las feministas les ha preocupado el trabajo? El trabajo está directamente relacionado con la opresión de género como viene haciéndonos ver el feminismo desde los albores del siglo XIX. Algunos datos nos pueden hacer pensar, las mujeres llevamos a cabo la mayor parte del trabajo doméstico no remunerado y de cuidados en todo el mundo, un 76,2% según la estimación de la OIT. Entre 2 o 3 horas más al día en tareas de limpieza y entre 2 y 10 horas al cuidado de niños o mayores. Es un trabajo no reconocido e invisible que por supuesto no constituye un indicador que mida la riqueza social de un país.
En cuanto al trabajo remunerado, la tasa de participación de la mujer sigue siendo inferior a las de los hombres y con muchas más papeletas de acabar en sectores informales o de bajos salarios. Así lo podemos comprobar en el reciente Informe sobre la brecha salarial en el estado español elaborado por CCOO . Entre otros datos, hay que señalar que la brecha salarial es del 19,6%, una cifra que se explica en gran parte porque las mujeres constituyen el 75% de la población que trabaja a tiempo parcial, la gran mayoría de ellas de forma involuntaria y obligadas por las tareas de cuidados. Y qué podemos decir de que 1,9 millones de mujeres no busquen empleo porque están cuidando. La brecha salarial es consecuencia directa de la brecha de cuidados.
Esos casi dos millones de mujeres que no buscan “trabajo remunerado” pero a las que no les falta el trabajo de cuidados nos habla de un estado del bienestar en crisis. Sabemos que cuando el estado recorta servicios, estos son suplidos por la familia en gran medida, es decir por mujeres. Unos servicios públicos cada vez más precarios no hacen más que profundizar las desigualdades socioeconómicas y de género preexistentes. Este fue el motivo de gran parte de las protestas que protagonizaron las mujeres afroamericanas del National Welfare Righst Organization en los años sesenta del pasado siglo.
Iniciamos la exposición con algunos textos que pueden hacer comprender las bases de la división sexual del trabajo y ponemos el foco también en otros asuntos clave: la brecha salarial de género, la salud y el acoso laborales y sexual, las aportaciones de la economía feminista, los cuidados y la lucha de las trabajadoras del hogar y cuidados para finalizar con algunas recomendaciones literarias de mujeres que han escrito desde el dolor y la rabia de la clase trabajadora.
En los últimos años hemos visto muchas mujeres protagonizando conflictos sindicales que se articulan en el ámbito de la reproducción social. Por ello, acompañamos la selección bibliográfica y de artículos con dos documentales y un reportaje de televisión. En primer lugar el documental “Territorio Doméstico: politizando las ollas, las calles y los delantales", producido por la Fundación Rosa Luxemburgo y dirigido por Mayo Pimentel, en el que se narra el origen y desarrollo de un colectivo de trabajadoras del hogar y cuidados de origen migrante que lideraron la lucha por el reconocimiento de sus derechos laborales, consiguiendo una gran victoria con la aprobación del Convenio 189 de la OIT en 2023. Por otro lado, también hemos seleccionado el documental "Hotel explotacion"de Georgina Cisquella sobre la explotación laboral de las camareras de piso y cómo se organizaron sindicalmente en el colectivo las Kellys. Por último, también hemos querido destacar la lucha de las trabajadoras del servicio de ayuda a domicilio en Euskadi para lo que hemos seleccionado un reportaje de televisión que Acampada en Ortuella (Bizkaia).
Para acabar, si algo nos han enseñado feministas como Silvia Federici o Maria Mies es que las mujeres en la sociedad capitalista son responsables de reproducir fuerza de trabajo, tanto el sistema capitalista como la obtención de ganancia depende de la disponibilidad de esa fuerza de trabajo. Por ello, a lo largo de la historia los estados y las clases dominantes mediante la violencia y otros mecanismos de coerción han regulado el trabajo de las mujeres. Hoy la pensadora italiana pone en cuestión que sea el trabajo el camino para alcanzar la emancipación de las mujeres.