Probablemente sea esta la última Junta a la que asisto como directora de la biblioteca, por eso quiero despedirme de vosotros. Creo que en una Facultad de Bellas Artes hay que jubilarse por cronología y por... estética. Prefiero pasar el testigo cuando conservo energía, ilusión, proyectos; cuando todavía no han aparecido la rutina ni el desaliento. Por otro lado, me voy muy gratificada. Valoro profundamente la cariñosa sugerencia del equipo decanal, de la gerencia, de la directora de la BUC y de todos aquellos que me han propuesto prolongar mi vida laboral.
Desde que me incorporé a este centro hace la friolera de 33 años, simbólica edad, he opinado- y lo mantengo- que es un privilegio trabajar en este ambiente. Bellas Artes era una Facultad recién incorporada a la UCM, desconocida, atípica. "Los artistas no leen", era el tópico más frecuente. Tras el natural desconcierto inicial, enseguida descubrí lo que para mí es el mayor encanto de esta Facultad: la mentalidad abierta a lo diferente y la relación cercana, fluida y campechana que hay entre todos, cualquiera que sea la actividad que desempeñemos. Este clima desenfadado, pero de confianza y mutuo respeto a la vez, nos hace menos penosa la tarea diaria, nos permite aprender los unos de los otros e, incluso, nos acaba haciendo más creativos a los que no somos artistas.
Treinta y tres años de trabajo intenso y entusiasta dan para mucho. Encontré una biblioteca de apenas 3000 volúmenes impecablemente organizada por Conchita Zamacona, gran profesional y gran persona. Aprendí mucho de ella. Todavía la echo de menos. Una parte importante de lo que nuestra biblioteca es ahora ha sido posible gracias a las bases que ella sentó.
Hoy disponemos de una biblioteca con más de 40.000 volúmenes, especializada en arte contemporáneo, informatizada, con un blog de calidad, cursos de formación de usuarios, préstamo interbibliotecario, chat, integrada en las redes sociales, con un logotipo, un tríptico y un ex libris diseñado por los alumnos y un largo etcétera. Y todo gracias al esfuerzo y la entrega del equipo que me ha acompañado a lo largo de tantos años. Mención especial merece la profesionalidad incondicional y la calidad humana de su subdirectora, Amelia Valverde.
Me siento especialmente satisfecha por dos logros:
-En primer lugar, haber podido difundir nuestros tesoros más peculiares: la colección de antiguas academias y la de los libros y grabados japoneses Ukiyo-e. Ambos fondos han sido objeto de estudio, se han expuesto en varias ocasiones, y, lo más importante, están digitalizados, en red -el riquísimo fondo japonés lo estará en breve- y al alcance de todos.
-En segundo lugar, y gracias a la iniciativa del profesor Luis Mayo, mi ‘socio', en nuestro argot, haber transformado el pasillo de acceso a la biblioteca en una encantadora y dinámica salita de exposiciones -ya llevamos casi 100- dedicada al libro de artista. Creo que este original proyecto de extensión bibliotecaria ha contribuido decisivamente a integrar la biblioteca en la vida académica de la Facultad. La frase de la vicedecana Selina Blasco en la presentación del libro de Quico Rivas destacando "la vitalidad y el atractivo de la biblioteca, centro neurálgico de la Facultad" es para mí el mejor galardón.
Cuando imagino la paulatina evolución de nuestra biblioteca, ‘mi' biblioteca, siento una profunda emoción, algo así como ver crecer a los hijos.
El 65 aniversario puede romper los vínculos laborales, pero no los lazos íntimos, afectivos. Yo dejo en esta Facultad muchas horas de mi vida, muchas ilusiones profesionales y muchos amigos. Y soy testigo de que los artistas sí leen, y mucho.
Os deseo lo mejor a todos y os doy las gracias, de corazón, por la confianza y el cariño que me habéis demostrado siempre, a lo largo de tantos años.
*Ángeles Vian Herrero se jubilará el 29 de octubre de 2012. Texto leído en la Junta de Facultad celebrada el 26 de septiembre.