Los jardines españoles han sido fuente de inspiración artística y lugar de disfrute para las clases altas pero también han estado al alcance del pueblo llano en patios y balcones. El color y la frescura de estos espacios de origen romano -Conímbriga en Portugal es un buen ejemplo- han estado presentes durante siglos en la cultura española. Viajeros que nos visitaron, como Washington Irving, contribuyeron a difundir una visión exótica y oriental de España con sus elogios a estos paisajes y arquitecturas. El interés historicista por la jardinería se desarrolla en la Españade finales del siglo XIX impulsado inicialmente por intelectuales vinculados, en muchos casos, a la Institución Libre de Enseñanza y más tarde desde la labor de la Junta de Ampliación de Estudios.
El valenciano Doctor Luis Simarro también disfrutó del aire libre en el jardín de su casa, donde obsequiaba a sus amistades con paellas que el mismo cocinaba. Simarro fue un hombre de su época que disfrutó y trabajó manejando las sombras, las luces y los colores más allá de sus trabajos de anatomía microscópica. Se conoce bien su habilidad como histólogo y su empleo de la luz y las técnicas fotográficas para transitar por los intrincados bosques neuronales. También conocemos su afición por la pintura de Sorolla o Beruete o por la arquitectura española clásica bañada por la luz mediterránea en la que se inspiró para construir su vivienda en la calle del General Oraá.
Sin embargo, conocemos muy poco sobre el diseño del jardín de su vivienda de aire levantino, contiguo a los del palacio de Lázaro Galdeano. Cabe suponer que recogería el espíritu de su tiempo evocando los jardines clásicos españoles. Sabemos que había una alberca poblada de atractivos peces rojos del Japón. Con estas carpas, tan populares en aquellos modernos estanques Nicolás Achúcarro, estudió la histología del sistema nervioso del Carassius Auratus en el laboratorio situado en los sótanos de la casa de Simarro. Un lustro más tarde Joaquín Sorolla construye su casa de carácter andaluz, muy próxima a la de Simarro y que hoy es el Museo Sorolla. También diseña los tres jardines que evocan un patio andaluz, los Reales Alcázares y el Generalife. Abundaban las adelfas, los arrayanes, los laureles, las magnolias, las acacias, los ciruelos y plantas de flores formando formando con toda esta vegetación un tapiz de luminosos colores. También, por las mismas fechas en que Sorolla empieza a pintar Paisajes de España para la Hispanic Society el sevillano Javier Winthuysen, animado por sus buenos amigos Juan Ramón Jiménez y Joaquín Sorolla (¿y quizás Simarro?) acepta el encargo de estudiar los Jardines Históricos de Españaque le hace la Junta de Ampliación de Estudios .
Este valiosísimo trabajo -conservado en el Real Jardín Botánico de Madrid- resaltó el alto nivel que siempre han tenido el paisajismo y la jardineria de España. Hoy estos paraísos españoles vuelven a estar de actualidad y podrán verse en la exposición que presenta el Museo del Jardín Botánico de Nueva York desde el sábado 21 de mayo hasta el 21 de agosto. Spanish Paradise: Gardens of The Alhambra es una exposición que recrea parte de la arquitectura y los jardines de la Alhambra y lleva la firma de la famosa diseñadora de jardines, especialmente de naturaleza historicista, Penelope Hobhous. La Hispanic Society of America ha colaborado con la muestra cediendo en préstamo acuarelas, fotografías históricas, estampas y dibujos. Aunque quien no pueda desplazarse a Nueva York este verano tiene la opción de visitar el paraíso original en la Alhambra de Granada. O su recreación en el Museo Sorolla.
Más información en The New York Botanical Garden
J.J.Campos Bueno, Director del Legado L. Simarro (FG de la UCM)