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Psicología y cine: Viajar y no llegar

Florentino Moreno 18 de Enero de 2013 a las 15:43 h

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Cuando en 1969 el actor y director Dennis Hopper rodó Easy Rider, Buscando mi destino, no podía imaginar la influencia que el film tendría en el comportamiento de los ciudadanos de Estados Unidos y, por extensión, de todo el mundo occidental.

Easy Rider es la historia de dos motoristas, el propio Hopper y un jovencito Peter Fonda, que con el look hippy de la California de los años 60 deciden cruzar los Estados Unidos desde Los Ángeles a Nueva Orleans subidos en sus potentes motos y con un buen puñado de dólares obtenidos de la venta de cocaína a un mafioso. Por el camino, como en toda buena película de viajes, se van encontrando con los personajes más inverosímiles y enredando en las más diversas aventuras.

Cuando en los libros de cine se explican las características de los distintos géneros cinematográficos, se suele poner a Easy Rider como el mejor ejemplo de Road Movie o "película de carretera".  Se trata de un género muy extendido, con bastante éxito entre el gran público, en el que se narra un viaje, generalmente en coche o en moto. Películas como Lolita, Kalifornia, Un mundo perfecto, Las aventuras de Priscila reina del desierto o Asesinos natos son típicas road movies en las que lo de menos es el lugar hacia el que giran los neumáticos. Como sucede en otra de las cintas más influyentes de este género, Thelma y Louise, lo importante para los protagonistas no es hacia donde se va sino la ruptura con lo que se deja.

Thelma: ¿También tienes la sensación de que te espera algo nuevo?

Louise: Beberemos Margarita junto al mar mamacita

Así, eliminada la idea del retorno, quemadas las naves, los personajes vagan a ninguna parte.

Precisamente así, El viaje a ninguna parte, tituló Fernando Fernán Gómez una de las más conocidas películas de carretera de la filmografía española. Una más de las muchas que se desarrollan con el asfalto hispano como protagonista: El puente, Airbag, Carreteras Secundarias, Hola ¿estás sola?...

El atractivo del viaje en el imaginario colectivo no es desde luego una novedad cinematográfica de los años 60. La literatura universal, con el Quijote a la cabeza, ha sabido emocionar a los lectores de todas las lenguas con la idea de una vida consagrada a la aventura y al viaje imprevisible, sin destino.

            Sancho Panza (En El caballero Don Quijote): ¿Dónde vamos señor?

José Sacristán en El viaje a ninguna parte: "Pero ¿dónde está el maná de los cómicos? ¿En qué tierra caerá que sea nuestra si nosotros no somos de ninguna parte? Somos... del camino.

En el mundo de la Psicología, algunos psicoanalistas contemporáneos de Freud estudiaron a principios del siglo XX esta fascinación por el viaje a ningún lugar. Según Alfred Adler la idea de llegar a algún lugar, es de algún modo equiparable a la de conseguir un objetivo y por tanto está asociada al reconocimiento público y al éxito.

Podría pensarse entonces que quien aún está en camino, quien no consigue llegar a puerto es calificado como un fracasado, pero esto no es así. Únicamente se asocia al fracaso a aquellas personas que se fijan objetivos concretos y realizables que no logran conseguir.

Robin Williams en El indomable Will Hunting: Me consideras un fracasado. Yo sé quien soy y estoy orgulloso de ello. Fue una lección a conciencia. Yo no metí la pata. No dejaré que hagas que se sienta un fracasado. Él no es como tú. ¿Entendido?

El cine americano da gran importancia a esta idea del fracasado que se empeñó en hacer algo que le salió mal

Sin embargo cuando el objetivo perseguido es indefinido, utópico o grandioso ¿quién se atreve a menospreciar a quienes están en camino? Es precisamente esa la idea que hace tan atractiva la aventura del viaje sin metas: si no busco nada o me dirijo hacia algo impreciso, todo lo que me encuentre habré de calificarlo como una ganancia, jamás como un fracaso.

El cine de carretera casa muy bien con los tiempos modernos en los que parece que el valor supremo es el cambio y la flexibilidad.

Estar siempre en camino, como los motoristas de Easy Rider o los cómicos de "el Viaje a ninguna parte", puede ser enormemente estimulante o la mayor de las frustraciones. Tal vez la diferencia esté en quién llevemos en la moto de al lado y a quien nos encontremos por el camino. Los otros al fin y al cabo son siempre el paisaje que cubre nuestros sentimientos más íntimos.

 

Florentino Moreno

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Comentarios - 2

viajesporelmundoweb.blogspot.com.es

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viajesporelmundoweb.blogspot.com.es - 28-10-2014 - 12:37:38h

Me ha gustado mucho el video!!!

Carmen F. Luna

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Carmen F. Luna - 17-07-2014 - 12:49:47h

Interesante post. Me ha encantado el vídeo. Ahora, en verano, aunque cualquier época del año es buena para viajar, lo importante es el viaje en sí mismo, y no sólo llegar al destino. Este post me ha recordado a Kavafis y a "Viatge a Itaca" de Lluis LLach.


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