De nuevo escribimos desde San Ignacio de Moxos, ese pueblito de la amazonia boliviana desde el que comenzamos este blog. Y desde acá, donde parece que el mundo apenas se mueve, deseamos informaros de algo.
Nos referimos a las enciclopedias que en el mes de junio o julio se decidieron embarcar para nuestro pueblo, desde la Biblioteca Central de la Universidad Complutense de Madrid, con el fin de que formasen parte de la Biblioteca Pública que da servicio a toda la comunidad.
Pues bien, os diré que esas enciclopedias salieron de Madrid a comienzos del mes de septiembre a través de la empresa de transportes GEFCO, que amablemente realiza el servicio, llevándolas hasta Barcelona, como una aportación a la cooperación con Bolivia.
Después, en la segunda quincena de septiembre, salieron en un contenedor hacia Arica, en Chile, por transporte marítimo.
En consecuencia, el recorrido atravesando el océano día a día, al igual que hace muchos años, dura varios meses hasta arribar a puerto. De Arica, es necesario hacerlo llegar a la frontera con Bolivia, pasar los trámites aduaneros, que suelen ser bastante arduos y costosos, y por fin, llegar a Santa Cruz de la Sierra, donde el material es almacenado en las oficinas de la ONG Tecnología Solidaria.
Bien, les diré que ahorita, a mediados de febrero, nos acaban de avisar de que todo el material se encuentra ya en esa ciudad. Por tanto, sólo faltan los dos últimos trayectos: de Santa Cruz de la Sierra a Trinidad, la capital del Beni, y de ésta a San Ignacio de Moxos.
Pero nos encontramos con una última dificultad: esta época del año es el periodo de inundación.
Comenzó a llover en la zona, como es habitual, en el mes de noviembre, y periódicamente, cada dos o tres días, llueve de manera torrencial (si no, más frecuentemente aún) De esta manera, es normal que parte de la cuenca amazónica, precisamente donde nosotros nos encontramos, se inunde, a veces hasta 150.000 km2, y quede anegada durante meses. En San Ignacio la inundación dura a veces hasta el mes de mayo.
Y bueno... pueden ustedes imaginar qué ocurre en "tiempo de agua": los caminos, de impermeable tierra arcillosa, se vuelven impracticables, tardándose a veces hasta dos días en hacer noventa kilómetros, ¡cuando no se inundan totalmente y hay que cubrir la distancia en barca! Eso sí, el tiempo que se tarde en el recorrido suele ser poco más o menos el mismo; los alimentos escasean y los costes se vuelven intolerables; la garrafa de gas, el gasoil, la gasolina, todo multiplica por dos, tres o cuatro su precio... ¡siempre y cuando se logre hacer llegar hasta allí!
¿Y si no hay gasolina? Significa que no hay luz y tampoco agua, puesto que en los dos casos, se logran gracias a sendos motores que nos abastecen: la luz, con un viejo generador que aún teniendo gasoil, se escacharra con demasiada frecuencia; y el agua, sacada directamente de una laguna del color de los ladrillos viejos... ¡sin proceso de depuración, claro!
Con todo esto, ¿pueden imaginar qué sucede con los pasajes? Los precios de los pasajes, suben en función de las horas de duración del trayecto: de veinte bolivianos (dos euros) a cien o más. Y si esto es el pasaje de las personas... ¿imaginan qué ocurre con el de las "encomiendas" (paquetes o cajas de diversos productos)? En fin: que en "tiempo de agua", mejor quedarse... "quietingos".
Y eso, es lo que hemos decidido hacer: hemos solicitado que vuestras enciclopedias, nuestras enciclopedias, duerman un maravilloso y tranquilizador "sueño de las aguas" en la ciudad de Santa Cruz, hasta el momento más adecuado de trasladarlas hasta San Ignacio. Entonces, lo haremos con un precio justo y con la seguridad suficiente para que no acaben embarradas en una cuneta o flotando hoja a hoja en cualquier "curichi" (charco gigante y permanente del borde del camino)
Y así, esto nomás, deseaba informarles... desde este pueblito, que se abruma al son de las terribles tormentas tropicales y se adormece al ritmo de la tenaz lluvia y el continuo y persistente descenso de las inmensas nubes y el húmedo firmamento.