Después de un largo viaje de 25 horas, hemos llegado a San Ignacio de Moxos...
Después de once horas de vuelo y media de retraso llegamos el día 1 a Santa Cruz de la Sierra. En Barajas, coincidimos con otra cooperante, Pilar, que también viajaba a Santa Cruz. Aprovechamos entre los cinco para acoger con nuestros pasajes veinte cajas de material sanitario que se enviaban a San Ignacio a través de Aviación Sin Fronteras. Al llegar a Santa Cruz, había una persona que se hizo cargo de las cajas.
En el Aeropuerto Viru Viru de Santa Cruz, nos esperaba María Luisa y una hora después estábamos en la estación para comenzar de nuevo viaje hacia Trinidad. El viaje lo realizamos en una “flota”, que es como llaman aquí a los autobuses. Fue en su totalidad un viaje nocturno, y llegamos a Trinidad diez horas después, al amanecer. Desayunamos en casa de una amiga de María Luisa, Beatriz, persona muy amable que nos tenia preparado un excelente desayuno (Para algunos un poco dulce).
Hora y media después continuamos viaje, en esta ocasión desde el Sindicato de Transporte 31 de julio, en una “movilidad”, pequeño camión que transporta equipajes y pasajeros. Por debajo de los pasajeros se trasportan las mercancías y encima de unos tablones, que se cruzan en la caja del camión, viajan los pasajeros. Fue impresionante la cantidad de mercancías que transportaban, además de los aproximadamente veinte viajeros.
El viaje desde Trinidad hasta San Ignacio de Moxos es impactante, desde casi la salida de Trinidad, termina la carretera asfaltada y comienza la de tierra, el polvo que se respira en el camino es enorme, no es de extrañar que la carretera se corte con las primeras lluvias, ya que el barrizal que se forma las convierte en impracticables. Por el camino sucede de todo: perdemos bultos (hay que para a recogerlos) y cuando nos cruzamos en la carretera con otro transporte, el polvo lo inunda todo. Hay que cruzar tres ríos pero no existen puentes, el método para cruzarlos es mediante un pontón, una plataforma de madera en la que se sube el camión y los pasajeros, y que es impulsada por una pequeña lancha que cruza el río hasta el puerto, zona de desembarco, que se modifica según el caudal. ¡Toda una aventura!
Poco a poco nos vamos adentrando en la Amazonía Boliviana los ríos que cruzamos son: un meandro abandonado del Mamoré, afluente del Amazonas, el río Mamoré y el Tijamuchí afluente del anterior.
Comenzamos a ver flora y fauna típica del lugar: lagartos (cocodrilos), aves, palmeras y grandes árboles. Por el camino también vemos alguna muestra de “la cultura hídrica” precolombina de la zona.
Unos kilómetros más y ya estamos en San Ignacio de Moxos.