La vida en San Ignacio de Moxos es tranquila, pero aburrida.
El pueblo esta dividido en zonas (barrios) que se extienden a los largo de la zona perimetral del pueblo, mas allá se encuentran las comunidades que en algunos casos se sitúan a varios kmts. del pueblo. En estos lugares viven las familias con un modelo de organización característico. Habitan en las casas típicas del país (construidas con adobe y techadas a base de hojas de palmera entrelazadas).
Realizamos una visita a una de estas comunidades coincidiendo con el viaje fin de curso de los alumnos de un colegio en los que imparte clases Mª Luisa. No fue posible llegar a la comunidad que estaba prevista ya que comenzó a llover y ello impidió que pudiéramos progresar por la carretera, el camión (la movilidad) se desplazaba de un lado a otro de la carretera, como en una pista de patinaje.
Al llegar a Comunidad de Santa Rosa de Museruna "se lió parda".
Por una parte, para la gente que vive en ella, aproximadamente 120 personas, es un acontecimiento que lleguen dos camiones llenos de jóvenes de edades diferentes, acontecimiento que modifica su vida diaria, y de esta forma ceden sus casas, sus porches, su vajillas, sus utensilios de cocina; para que los visitantes se acomoden, cocinen y puedan comer cómodamente. Es lo habitual, la mayoría de ellos son indígenas mojeños.
La configuración del poblado es muy similar a otros que hemos visto desde la carretera: un campo de fútbol y a su alrededor las diferentes construcciones (viviendas, otros edificios sin paredes pero techados, utilizados aparentemente para fines comunales y una construcción parecida a una capilla, en la que al parecer usan como campana un tambor colgado de una ventana. Los animales: chanchos, ovejas, vacas, pollos, extraños pavos negros, viven alrededor de las viviendas comiendo los desperdicios.
Al llegar, la actividad comienza: lo primero un partido de fútbol entre chicos, juegan los chicos del colegio contra el equipo de los jóvenes que vive en la Comunidad; la gente del poblado, mientras tanto, se sienta en sus porches y ven tranquilamente el partido. Al terminar este, comienza otro nuevo, esta vez son las chicas las que juegan, se repite la misma escena: todos sentados alrededor del campo y animando cada uno a su equipo.
Mientras tanto se organiza el trabajo: los chicos van a recoger leña y las chicas comienzan a preparar la comida (carne asada, con arroz y ensalada). En unas horas esta todo preparado y comemos en uno de los porches de las vivienda de una de las familias mojeñas, que nos han cedido tan amablemente. Al terminar recogemos, cada uno limpia su plato y cubierto, nos despedimos de las familias.
Visitamos otra Comunidad, la de Puerto San Borja, había que compensar a los alumnos, ya que la visita que estaba programada era en otro poblado más alejado. Al llegar los chicos y chicas se bañan, al parecer en diferente lugar del río y como no, juegan otro partido de fútbol.
Hasta ahora no hemos realizado más salidas, ya que no paro de llover desde ese día y prácticamente se ha mantenido así durante los siguientes cuatro.
La gente del pueblo anda preocupada por si es un síntoma de que se adelantaran las lluvias, que no deberían haber empezado hasta finales de este mes. En caso de que se adelanten significa que se bloquea el transito por carretera desde San Ignacio y el resto de los lugares, lo que implica que se suprime el suministro de algunos productos alimenticios y de agua envasada (un bien muy preciado, fundamentalmente por los extranjeros) los lugareños nos tranquilizan diciéndonos que entonces se puede tomar agua de lluvia, y es cierto.
Mientras tanto, la vida en San Ignacio de Moxos transcurre lentamente, el tiempo pasa muy despacio.