Entre los días 17 y 26 de mayo acudimos a la localidad de Chimoré, en la zona oriental de Bolivia, para supervisar la marcha del proyecto de cooperación al desarrollo que la BUC tiene con la AECID y la Universidad Indígena Boliviana (UNIBOL) Quechua "Casimiro Huanca" para el fortalecimiento de su biblioteca.
Esta Universidad forma parte de un conjunto de universidades indígenas que el actual gobierno boliviano del presidente Evo Morales ha creado en el país para facilitar el acceso a la educación superior de las treinta y seis comunidades indígenas que se extienden por todo el territorio, desde el Altiplano hasta las Tierras Bajas. Son universidades denominadas "productivas", donde además de impartirse enseñanzas teóricas en diferentes carreras técnicas -fundamentalmente, agronomía, veterinaria, piscicultura y ganadería-, se adiestra a los alumnos en las tareas del campo mediante cultivos, tratamiento ganadero, manipulación de alimentos, y un largo etcétera.
Una bibliotecaria es la coordinadora del proyecto en la biblioteca de la Unibol: María Paredes Morillas, su directora. María cuenta con el gran apoyo de tres licenciados españoles en biblioteconomía que de manera voluntaria han acudido a esa universidad para trabajar en el proyecto: Nuria Aldaba, Agustín San Juan y Carlos Valladares.
Recientemente se les ha unido una bibliotecaria peruana, Marta Salvatierra, que ya colaboró en el proyecto que la BUC ha realizado en Perú el pasado año. Los cinco forman un equipo excepcional que están permitiendo el avance de este proyecto, gracias también a la financiación de la AECID, como no podía ser de otra forma.
Nuestra estancia en la Unibol ha servido para mantener reuniones con las autoridades académicas y administrativas de la universidad, constituidas estas últimas en la llamada Junta Comunitaria. Esta Junta la conforman, además del rector y representantes de los docentes y estudiantes, dirigentes de las organizaciones sociales y comunidades indígenas bolivianas, quienes, a la postre, tienen la última palabra respecto de la política universitaria, por encima del rector y de sus vicerrectores. Esto significa no pocos problemas para la gestión académica de la universidad y para su autonomía e incluso para la propia libertad de cátedra, de expresión y de pensamiento. Ello ha ocurrido históricamente cuando se confunden y se entremezclan planos diferentes -lo académico y lo científico, por ejemplo, con los programas políticos devenidos en autoritarismo-, y de los principios éticos se hace dogma para desvirtuarlos y transformarlos en iniquidad.
Desde la aprobación del proyecto por la AECID, la universidad boliviana ha cambiado a su rector, y el equipo actual tiene una visión diferente del proyecto de cooperación. Por ello, ha habido que definir y aclarar una serie de principios y objetivos ya formulados en el proyecto inicial y elaborar un convenio específico de ejecución, cuyas negociaciones han sido arduas y complejas. Finalmente, tras maratonianas sesiones, hemos logrado que el proyecto siga adelante sin cambiar su filosofía y sus procedimientos.
No podemos dejar de agradecer el inmenso trabajo que la directora de la biblioteca y responsable del proyecto en la Unibol, María Paredes Morillas, está llevando a cabo, con no pocos esfuerzos y demasiados sinsabores causados por el autoritarismo de los actuales dirigentes comunitarios. Agradecimiento que extendemos a los bibliotecarios voluntarios, sin los cuales, el proyecto no se hubiera podido llevar a cabo. La generosidad personal, el altruismo y la solidaridad demuestran, una vez más, que lo imposible puede realizarse.