Jefe Local del Colegio de Farmacia entre los años 1806 y 1815, D. Pedro Gutiérrez Bueno desempeñó un papel crucial en el marco de la enseñanza de la química durante el período de transición entre los siglos XVIII y XIX que se caracterizaría por la importancia de los conocimientos químicos en el momento de transición de la materia médica a la farmacología experimental...
En efecto, como firme defensor de las nuevas instituciones educativas cuya creación se impulsaría a principios del siglo XIX, Gutiérrez Bueno introdujo en España las enseñanzas de Antoine Fourcroy (1755-1809) en una línea de apertura de nuevos vínculos entre la química y la farmacia, tras la ruptura producida entre ambas disciplinas durante la segunda mitad del siglo XVIII que, según Fourcroy, había sido consecuencia del acercamiento de la química a la física experimental.
En íntima relación con el nuevo marco docente, la enseñanza de la química desarrollada por Gutiérrez Bueno tendría como requisito fundamental la combinación de las lecciones teóricas con las prácticas de laboratorio, defendiendo con firmeza la necesidad de un laboratorio químico-farmacéutico para sus clases durante el período en el que estuvo al frente del Colegio de Farmacia de Madrid, máxime cuando los estudiantes de farmacia debían obtener su título mediante un examen práctico centrado en la elaboración de una preparación farmacéutica.
Decidido partidario de la creación de los Colegios de Farmacia que dejaban atrás el antiguo sistema de enseñanza basado en el aprendizaje en las boticas y controlado por los gremios de farmacéuticos, su obra es fundamental en el proceso de implantación de nuevos modelos de enseñanza de la química y la farmacia en España, y se complementa con su decisiva labor investigadora que tendría aplicación en campos tan diversos como el análisis de aguas, la fabricación de vidrios y esmaltes, la utilización práctica del estaño, el estudio de la composición de los metales y el análisis de los ácidos minerales, aspecto este que le valdría ser comisionado por el Conde de Floridablanca, para el planteamiento de un método de fácil aplicación para el blanqueo de las diferentes telas que se tejían en la Real Fábrica de San Ildefonso.
Gran parte de su legado intelectual enriquece el patrimonio bibliográfico de la Universidad Complutense de Madrid, pudiendo ser consultadas algunas de sus obras en texto completo desde el Catálogo de la Biblioteca.