Es el primer medicamento en diez años capaz de alargar la vida a estas pacientes...
Nuevo tanto a favor de la ciencia en la larga batalla contra el cáncer. Una investigación internacional, liderada por el Instituto de Oncología del Hospital del Valle de Hebrón de Barcelona, ha demostrado que un fármaco de quimioterapia de muy baja toxicidad es capaz de mejorar la supervivencia en pacientes con cáncer de mama metastásico.
El tratamiento (eribulina) se extrae de una esponja marina de origen animal. Es la primera vez en los últimos diez años que un medicamento por sí solo se muestra capaz de prolongar la vida de estas pacientes, con una esperanza de vida media de unos 2,5 años, según explicó el doctor Javier Cortés, director del programa de Cáncer de Mama del hospital catalán y primer firmante del estudio.
Pacientes ya tratadas
El trabajo, publicado en la revista médica «The Lancet», constata que la administración de eribulina en pacientes pretratadas con cáncer de mama metastásico «es una alternativa terapéutica más eficaz» que los tratamientos actuales. En concreto, el fármaco consigue aumentar la supervivencia hasta un 20% en estas mujeres. Este dato, a efectos reales, se traduce en unos dos o tres meses más de vida, aunque, según Cortés, las ventajas son mucho mayores ya que «el nivel de toxicidad es menor y ha demostrado una mejor tolerancia».
«Es importante que estas pacientes vivan más pero también que lo hagan con una mejor calidad de vida», añade el oncólogo, a la vez que recuerda que los medicamentos que se usan actualmente en quimioterapia tienen asociados importantes efectos secundarios como el cansancio severo o los dolores osteomusculares. «En el caso de la eribulina esos efectos se mitigan porque el nivel de tolerancia demostrado es muy bueno», asegura el oncólogo del Valle de Hebrón.
En España se diagnostican cada año unos 24.000 nuevos casos de cáncer de mama, de los que unos 4.500 acaban en metástasis.
El mecanismo de acción del fármaco en el organismo es fácil de entender: su principal cometido es impedir que la célula se divida. Para ello, como primera acción, bloquea la división celular, y emite compuestos tóxicos que atacan a la célula tumoral. «Ataca a los microtúbulos, estructuras imprescindibles para que la célula pueda dividirse», explica el especialista. La FDA americana autorizó el fármaco en noviembre y, previsiblemente, la Agencia Europea del Medicamento lo hará en el tercer trimestre de este año.
Javier Cortés destaca la importancia del hallazgo, que «marca un antes y después en las estrategias terapéuticas para este tipo de cáncer de mama tan avanzado». Sin embargo, a su entender, el descubrimiento va más allá de este primer paso, ya que en un futuro los resultados podrían optimizarse combinando este tipo de fármacos con terapias biológicas. «Es un logro importante porque no había nada parecido hasta ahora desde el punto de vista terapéutico pero los resultados pueden mejorar notablemente con el apoyo de las terapias biológicas», afirma Cortés.
Muestra de 762 pacientes
La investigación, que empezó en noviembre de 2006 y se cerró en el mismo mes de 2008, se basa en una muestra de 762 pacientes de 19 países y ha contado con la participación de 135 hospitales, entre ellos el Baylor-Charles Cancer Center, Texas Oncology, el Weill Cornell Medical College de Nueva York o el Instituto Curie de París (Francia).
Los investigadores del Hospital Valle de Hebrón que han participado en el estudio forman parte de la Unidad de Cáncer de Mama que lidera el oncólogo Josep Baselga
Fuente: ABC