Cuenta una leyenda celta que durante el largo período de oscuridad invernal, el sagrado árbol Tinne era el depositario de la sabiduría puesto que no se le podía engañar ni mentir. Considerado protector y talismán que atraía la suerte y prosperidad, el Tinne celta es conocido por los botánicos como Iles aquifolium, y por la mayoría de nosotros como Acebo...
Se trata de un arbusto siempreverde, que puede llegar a medir entre 8 y 10 metros de altura. Su parte más conocida, por su predominante presencia en los adornos navideños, son sin duda sus rígidas y dentadas hojas de un intenso color verde en combinación con sus rojos frutos redondos y carnosos.
Las hojas del acebo se caracterizan también por la existencia de espinas en sus bordes ondulados, las cuales suelen desaparecer al alcanzar el árbol su completo desarrollo. En cuanto a sus flores, que aparecen entre los meses de abril y julio, son de color blanco y nacen en la axila de las hojas.
Podemos hallar la presencia del acebo en bosques y matorrales donde encuentra los suelos frescos y protegidos que necesita para su crecimiento, y siempre a una altura no superior a los 1.850 metros. En España, estas condiciones se dan principalmente en la zona norte de la Península, así como en algunas partes de las montañas sureñas (Montes de Toledo, Sierra de Carzorla...) aunque también puede encontrarse en algunos reductos de la isla de Mallorca.
La madera del acebo es extraordinariamente pesada y no flota en el agua. Su gran dureza la hace difícil de trabajar para los ebanistas, lo cual no es óbice para que sea muy apreciada por éstos, ya que a su gran durabilidad añade su óptima fusión con los colorantes, por lo que si es teñida de negro puede incluso competir con el ébano en la construcción de muebles de lujo. Las miradas de muchos reyes de España encontraron un suntuoso marco gracias al acebo, que fue la materia prima utilizada para la construcción de las ventanas del Palacio de Oriente.
También el acebo es una planta medicinal, que contiene rutina, ilicina y teobromina y ha sido utilizada por sus propiedades antirreumáticas y antipiréticas para el tratamiento del reumatismo, la gota e incluso la gripe. También posee propiedades antidiarréicas y espasmolíticas, siendo utilizados sus frutos como purgante y sus hojas como diurético, aunque hay que advertir de su gran toxicidad, ya que los frutos pueden provocar la muerte de un niño y en un número de entre 20 y 30 la de un adulto.
El acebo ha sido confundido muchas veces con el muérdago, aunque los frutos de éste son blancos en lugar de rojos y a diferencia del acebo, el muérdago por su carácter hemiparásito precisa para su desarrollo de otros árboles. Sin embargo, en ambos casos, se trata de especies amenazadas, quizás precisamente por su amplia utilización como plantas decorativas en las fiestas navideñas, por lo que, en el caso del acebo, ha precisado su protección legal mediante la inclusión en los catálogos de especies amenazadas de varias comunidades autónomas españolas, como las de Madrid, Andalucía y Baleares.
Ojalá que con estas medidas se consiga preservar un árbol cuya presencia, según los druidas celtas, nos aseguraría la fortuna y protegería los negocios, algo importante a tener en cuenta en estos tiempos de crisis.