La verdad es el mejor camuflaje. ¡Nadie la entiende! Max Frisch
Exposición bibliográfica en la Biblioteca de Filología. 20 de marzo - 1 de abril
Exposición organizada con motivo del Homenaje a Max Frisch en la Facultad de Filología y el Instituto Goethe. Cartel
Algunos seguimos buscando esa parte de la verdad que Max Frisch vertió en la totalidad de sus novelas, en su teatro y en sus diarios, e incluso en el tono asertivo de sus ficciones.
Quizá sus estudios de arquitectura, le sirvieran para saber cómo edificar con solidez, casas e identidades.
Ese hombre tan serio, conocido y traducido en todo el mundo, sabía muy bien quién era. Siempre tras la verdad, nos dejo formuladas las preguntas más importantes que nos hacemos en este territorio esférico. Y con todos sus personajes, nos responde a esa multiplicidad de interrogantes, desde ellos como individuos, analizando, al igual que el autor, todo lo que ven y oyen, dando máxima importancia al cómo se expresan los demás, a la hora de definirnos.
Para Frisch conocer a Bertolt Brecht le condicionó todos sus planteamientos teatrales relacionados con "él quien soy" y la individualidad, convirtiéndose en un pesimista.
Ordenado y racional, reconoce que se ha estado ocultando su propia vida, y confiesa que se siente horrorizado cuando le asaltan los recuerdos.
"Dejé la piedra por la palabra, para hacerme un insubordinado en la literatura y en la vida".
Frente a la máquina de escribir, que yo también añoro un poco, como ese instrumento sonoro que al teclear, va comunicándote el avance del texto, Max Frisch se sentía ilustre y cómodo. Corregía tantas veces los textos, porque pensaba que así el tiempo nunca se detendría, para poder contar todo lo que pensaba.
Y en esa celebración, en el centenario de su nacimiento, que Berlín le brinda, todo está basado en la perspectiva de los lectores, de todas las edades, recreando en derrededor, el ambiente donde él creó sus obras, proyectando películas basadas en ellas, o con voces de otros autores opinando sobre él, y sus manuscritos inéditos.
Estuvo en la UCM en 1984 hablando de su obra y de la publicación en castellano de su primera novela "Mi o el viaje a Pekín". Allí se definió como un" pesimista existencial", y planteo sus tres puntos básicos, en los que se centra su obr: la relación hombre-mujer, la identidad y el grupo en relación con el individuo. Afirmo que no podría "escribir como un cínico o sobre un cínico" y definió su literatura como "utopizadora". Concluyó diciendo que "el amor degenera cuando nos enamoramos de las pasiones y no de las personas". No desmintió que en algún momento pensó "reconciliarse con el mundo", pero fiel a su máxima por excelencia: "siempre hay que posicionarse". Una crítica a la posición de su país en el último siglo de historia.
No soy Stiller, es una gran sátira de la burguesía suiza y con ella se consagró internacionalmente.
En Andorra hace una crítica al nacionalsocialismo y a los productos que emergen en las sociedades cerradas, donde germina el racismo y la marginación.
Guillermo Tell para el colegio, desmonta este mito suizo, rellenando el texto con notas documentadas, para evidenciar la falsedad del personaje.
Y en su Don Juan o el amor por la geometría, donde precedido por su fama, estte don Juan, perseguido por las mujeres, ha de escenificar su descenso a los infiernos, para poder realizar su gran pasión, "jugar siempre al ajedrez".
O como en Homo Faber, vemos a Walterasentado en la razón, desde donde teje el control de su mundo, sin sentimientos, y donde la naturaleza choca con el progreso, demostrando está con sus rebeldías, que puede arrasar cualquier avance.
La muralla china dibuja una casi desastre nuclear, con apuntes expresando su terror a la globalización y ese otro tipo de guerras.
Quedan muchas más héroes por comentar como Biedermann, Gantembein, Jonas, y otros personajes con sus sentimientos poblados de soledad, de envejecimientos y de muertes, como en Montauk, en El hombre aparece en el Holoceno o en Barba Azul. Sin olvidar la gran importancia de sus Diarios, como un análisis veraz de la historia del mundo en el siglo XX.
Sus personajes son casi siempre masculinos, entrados en la cuarentena o algo más, de buen nivel cultural, clase media alta, un buen trabajo y una economía muy saneada. Que mantienen vínculos muy importantes, y dependientes, igual que el autor, con todo el abanico de roles femeninos: madre, esposa, hija, hermana y amante.
Sometidos a una gran presión por el entorno se ven obligados a alienarse, e incluso a quitarse la vida, sin dejar de mantener en sus principios, algún rayo de optimismo.
Y este mundo rodeado de tantas comunicaciones alrededor, no nos sirve para estar más acompañados. Somos más hostiles, tenemos más miedo, estamos más solos, y padecemos los efectos devastadores de la angustia y la deshumanización.
Todos sus temas están agudamente ironizados. En su juego con los problemas sociales y políticos, desenmascara los prejuicios y ciertos temas menos vistosos, como la guerra, o dejando clara la responsabilidad humana en ese límite que le acerca a una lenta extinción.
Aún hay más razones en su ficción, pero quedará casi completado con una relectura, y con la siguiente cascada de datos proporcionados por editoriales, críticos, lectores y periodistas.
Y con esta tesis doctoral: