El viernes sobre las 13:00 fue nuestro turno. María Jesús Sánchez, secretaria de la Revista Española de Documentación Científica que propuso la mesa redonda (#fesabid13 #fs07) con motivo de la edición el año pasado de un monográfico sobre ALFIN, hizo una breve presentación del mismo, dio paso a que Rosa Sancho situara la revista, nos presentó a los ponentes (por orden de intervención: Andoni Calderón (@Andonicr), Maribel Domínguez, Nieves González (@NievesGlez) y José Manuel Erbez) que hicimos presentaciones de entre 10 y 15 minutos y después hablamos con los asistentes, amenazados con ser preguntados si no preguntaban.
Rosa Sancho, miembro de su Consejo de Redacción, habló de la trayectoria de la Revista Española de Documentación Científica, de su sistema de evaluación por pares mediante el método doble ciego, de la tasa de rechazo de los artículos que recibe, de su aparición en las bases de datos más relevantes; incluyendo las que tienen más importancia en el factor de impacto: Web of Science y Scopus. Y de su edición reciente en formato exclusivamente digital.
Antes de resumir brevemente el sentido de cada una de las intervenciones, incluimos las presentaciones utilizadas:
- Andoni Calderón: Entre la habichuela y el tsunami
- Maribel Domínguez: Las competencias informacionales como actividad profesional: valor e impacto
- Nieves González: ¿Cómo se integran la comunicación científica y las competencias informacionales?
- José Manuel Erbez: La formación en competencias de la Biblioteca de la Universidad de La Laguna en el contexto de la cooperación universitaria
Andoni utilizó las metáforas para indicar que el mundo de la información afronta cada vez más desafíos, horizontes nuevos, en los que sus profesionales tienen algo que aportar, aunque no en solitario sino en colaboración con otros profesionales (habichuela). La idea del tsunami (utilizada en un escenario anterior) sugiere que el gran cambio tecnológico ha tenido como consecuencia la fragmentación del trabajo en diferentes parcelas, aunque con una historia detrás, dedicando esfuerzos a similares objetivos sin saber apenas de las demás.
Se plantean dos posibles alternativas como solución: bien confluir, no ya sólo en esas parcelas sino entre las profesiones más vinculadas a ellas (informáticos, expertos en multimedia, analizadores de datos, pedagogos, psicólogos del aprendizaje, investigadores, profesores, community managers, expertos en derechos...); bien incidir cada uno de ellos en su campo en lograr un compendio de competencias que resalten el mundo digital y en red en el que vivimos, que contengan todos los elementos que configuran una identidad (también digital) y que contemplen el conocimiento abierto.
Maribel se decanta por la aportación de valor por parte de la formación en competencias informacionales y su medición, trayéndonos algunos textos esenciales. Asegura que el alumno con competencias informacionales obtiene mejores resultados, que es preciso construir relaciones con quienes conforman la comunidad universitaria, se plantea la necesidad de encontrar un sistema de evaluación de los que reciben la formación así como contar con un profesional que reúna un perfil adecuado. A continuación analiza cuál es el valor que de todo ello se obtiene para la Universidad, para la Biblioteca, para los bibliotecarios y los usuarios. De todo ello se deducen unos retos para las bibliotecas universitarias, que incluyen la comunicación de su impacto y el trabajo con otros colectivos como algo habitual. Y aboga sobre todo por la integración de los conceptos de valor e impacto en nuestra cultura profesional.
Nieves habló de cómo nos movemos continuamente como un péndulo, ofreciendo y negando sucesivamente nuestra atención a determinados servicios, temas y/o colectivos; focalizándolo en el mundo de la investigación, que incluye a una comunidad con un conjunto de necesidades y esperanzas específicos. Hace una trayectoria sobre lo que las bibliotecas le ofrecen (servicios concretos, bibliotecarios formadores y/o implicados en grupos de investigación, gestionando espacios para publicar en abierto y preparándose para gestionar los datos de la investigación). Se pregunta si las competencias informacionales y la comunicación deben ir separadas dado que tienen elementos comunes, explora lo que cada colectivo espera de la biblioteca y plantea una evolución en el concepto de ALFIN, que acaba en la confluencia entre las CI y las CC: la clave se encuentra en la diapositiva 14 en la que se esquematiza un plan único de formación en ambas. Lo ha desarrollado además en Bibliotecarios 2.0 y en BloK de Bid.
José Manuel nos presentó su experiencia concreta en la Universidad de La Laguna: cuál es su programa de formación, cómo y por qué comenzaron a desarrollarlo, cómo cuentan con un espacio propio en el Campus Virtual (él es su coordinador), cuáles fueron las claves del éxito (implicación de la dirección y de los bibliotecarios, apoyo institucional y de los profesores) y de una manera similar a la planteada por Maribel, cómo ha afectado a la visión que de la biblioteca y su formación en competencias tienen el alumnado, los profesores, la institución, el bibliotecario y los usuarios externos (ya que a ellos también dirigen la formación). Su experiencia además ha tenido como resultado la realidad impagable de compartir un modelo, mantenerlo y desarrollarlo de manera cooperativa entre distintas instituciones: UNICI2.
La composición de la mesa con bibliotecarios universitarios (aunque Nieves es también profesora) ha venido determinada por las circunstancias económicas. Una de las asistentes hizo referencia a ello. Hablamos con los presentes de los problemas de comunicación con otros colectivos de la universidad, la buena acogida en algunos casos de utilizar competencias en la denominación... y acabamos añorando las inexistentes bibliotecas escolares. Perdón, Gloria, que también te nombramos.
A Maribel se le ocurrió venir con unos muñequitos que representaran a los ponentes de la mesa: se convirtieron en trending topic ocasional.