La tarde del jueves finalizó con la mesa redonda Pago por publicar o fórmulas de patrocinio. ¿Son sistemas viables en ciencias sociales y humanas? moderada por Mario Pérez-Montoro y protagonizada por Tomás Baiget, Ángel Gordo y Beatriz Amante, con tres modelos de revista muy diferentes entre sí.
Tomás Baiget, director de EPI: El Profesional de la Información, fue el primero en intervenir presentando una variedad de tipos de ingresos posibles de una revista, diferenciando entre las editoriales tradicionales y las relacionadas con el acceso abierto (donde el APC Article processing charges es uno de los principales). Se está en un momento de transición en el que conviven tradicionales, la vía dorada del OA y los híbridos (open choice).
Asegura que EPI ha iniciado la transición hacia el OA con un experimento. Muestra una diapositiva en la que se ve cómo el descenso de suscripciones y de publicidad acaba produciendo un déficit, que ya se está dando o a punto de darse. La manera de paliarlo es con una aportación de los autores de 200 euros por artículo.
No está de acuerdo con la idea de que la Universidad paga varias veces por lo mismo en la edición tradicional. Considera que es el trabajo del editor lo que se paga.
Analiza por qué bajan las suscripciones (compartidas, pay per view, crisis, gratis en Internet, ligada al papel...) y muestra los gastos anuales de la revista impresa y lo que supondría editarla sólo en manera digital, marcando en rojo lo que se ahorraría editando sólo de la segunda manera. Se pregunta entonces cuánto debería cobrarse por las APC si se pusiera en abierto, contestando que 706 euros (49.410 entre 70). Ante la de si pagarían los autores cree que dependería del atractivo que para ellos supusiera la revista.
Menciona que actualmente tiene un índice de rechazo del 65%, que posiblemente sería más alto si no fuera por las advertencias que hay en la web acerca de lo que no es bienvenido (punto 4.2 de las normas para autores).
Dar este paso supone un cambio de cliente, ya que se pasa del pago del suscriptor al pago del autor, que normalmente lo que busca es calidad y subir en el ranking.
¿Es viable el pago por publicar? El tiempo nos lo dirá. Él cree que sí, si la revista está bien situada.
Ángel Gordo es director de Teknocultura: revista de cultura digital y movimientos sociales, ligada al grupo Cibersomosaguas. Es una revista que surgió en 2001 pero retomada en 2008 con otro aire, contemplando la combinación de la crítica social con el trabajo académico. Hasta hace poco no estaba reconocida por la UCM. Actualmente publican 3 números al año, cuando antes era semestral. Es bilingüe y desde 2013 trilingüe, con la inclusión del portugués. Utiliza OJS, publica unos 53 manuscritos al año, el 78% del comité editorial es externo a la Complutense y el 84% de los autores no forman parte del equipo editorial.
Dos características básicas son su dimensión internacional y su participación en la Red de Publicaciones Académicas Abiertas cuyo objetivo básico es el apoyo mutuo y la difusión compartida, claramente a favor del OA y la gratuidad para los autores.
Sólo han tenido una subvención de 500 euros en los últimos 4 años, por lo que han barajado varias posibilidades de financiación: el patrocinio es incompatible con el posicionamiento social, que paguen los autores (agrandaría las diferencias entre profesores pobres y ricos), cuotas (mostrado como inviable), hipermecenazgo, asignar el 10% de los ingresos del grupo que sostiene la revista.
Mantiene que en una reciente encuesta del CSIC su revista estaría casi siempre en el apartado otros ya que no se ajusta a la política de análisis de la investigación, revistista, impactista... que viene de muy lejos. Es una revista artesanal, de 2ª B, sin impacto (aunque orgullosa cuando lo tiene), un espacio para el conocimiento social y la transformación social.
En tercer lugar interviene Beatriz Amante, directora de la revista JOTSE (Journal of Technology and Science Education), ligada a la UPC, que explica cómo se creó la revista (un grupo de profesores que quería convertirla en una revista internacional en el ámbito educativo del área científico-tecnológica) y cómo llegaron a tener más trabajo de maquetación que de revisión. Tuvieron la suerte de encontrarse con OmniaScience, una joven editorial sin ánimo de lucro que les proporcionó el soporte editorial. El apoyo institucional inicial se convirtió en patrocinio, cuando comenzaron a buscar otros sistemas y llegaron a firmar un acuerdo por objetivos según el que habría remuneración si se conseguía impacto. Por eso considera que la clave para obtener financiación es estar indexados en las bases de datos significativas, lo que atrae tanto a los autores como a los patrocinadores.
Su revista es OA y vende ejemplares en papel. Calcula que cuesta unos 6.000 euros cada número de revista.