El día 10 de septiembre es el Día Mundial de la Prevención del Suicidio. En España durante el año 2009 el descenso de la mortalidad por accidentes de tráfico (2.588 personas) situó de nuevo al suicidio como la primera causa externa de defunción, con 3.429 personas fallecidas, cifra similar a la de años anteriores. Por sexo se produjo una acentuada sobremortalidad masculina: ocho de cada 10 personas que se suicidaron fueron hombres.
El suicidio es una cuestión de salud pública de primera magnitud que, sin embargo, permanece oculta a los ojos del ciudadano. Los medios de comunicación ignoran una realidad que provoca más víctimas que los accidentes de tráfico, los gobiernos no aciertan a incluirlo en sus agendas y, en general, se piensa en el suicidio como un acontecimiento excepcional, casi ficticio, como algo que sucede a otros. Pero se trata de una opción esencialmente humana que, cuando se verifica, cae a plomo a nuestro alrededor.
En la actualidad, un millón de personas se quita la vida cada año en una sociedad que prefiere ocultar lo que no entiende, con la connivencia de casi todos, amparada en su antigua concepción como delito o pecado, que ha estigmatizado durante siglos esta manifestación extrema del sufrimiento humano. En su libro "La mirada del suicida", Pérez Jiménez denuncia una incapacidad manifiesta al aproximarse a las afecciones psíquicas, reducidas hoy a un enfoque bioquímico del que se ha apoderado la industria farmacéutica, y demanda un esfuerzo en la comunicación personal junto a un acercamiento que conciba escuchar al sujeto, como propone el psicoanálisis.
El suicidio reabre el debate sobre los límites de la libertad humana, una cuestión que implica asuntos tan polémicos como la eutanasia y la concepción de la muerte digna. Están en juego muchas vidas y el sufrimiento añadido de familiares y allegados a quienes la coraza de secretismo que lo recubre no hace más que añadir un padecimiento inútil. Es prioritario, pues, enfrentar una cuestión que sí es susceptible de ser tratada, que algunos gobiernos y organismos internacionales urgen ya a plantear como una emergencia.
La mirada del suicida afronta las repercusiones de la muerte voluntaria con valentía y claridad, con la sensibilidad de quien ha conocido el dolor y la incomprensión asociadas al suicidio desde la experiencia propia, que conecta con quienes han pasado por esta vivencia traumática y que alza la voz para reclamar la necesidad de abordar el suicidio desde ámbitos públicos y privados.
En la página web de ReNEPCA (Red para el Estudio y Prevención de las Conductas Autolíticas) podemos encontrar abundante información y enlaces a otras entidades y asociaciones dedicadas a esta materia.