Aparentemente son dos mundos opuestos los que voy a tratar y relacionar, pero analizándolos podemos observar que ha existido una gran relación entre ambos, y en muchos periodos concretos de nuestra historia contemporánea han ido de la mano. Lo que sí que es indiscutible es que la música clásica ha sido el reflejo de una época y constructora indirecta de los diferentes procesos políticos de los últimos dos siglos.
Tanto el músico como el político tienen una misión principal y fundamental: persuadir y cautivar al público ya sea un votante o una persona común que disfruta de la música. Ambos tienen en común que necesitan y son dependientes del público que los ensalza o los puede hacer caer en el olvido. Al mismo tiempo, tanto la política como la música, ya no solo la clásica sino en general, han servido a lo largo de siglos para emocionar a la gente, despertar en ella todo tipo de sentimientos o han servido como herramientas para convencer y seducir.
En este breve artículo me centraré sobre todo en la relación de la música clásica durante el siglo XIX con el auge de los nacionalismos y el apoyo que esta ofreció a la construcción de la identidad política en Europa y la relación de la música clásica durante el siglo XX con regímenes comunistas europeos como la URSS.
Si hacemos un poco de memoria histórica podemos identificar que muchos actos políticos y nacionalistas tienen un telón de fondo musical que sostiene tanto musical como políticamente a sus líderes. Podemos poner como ejemplo las grandilocuentes óperas de Verdi, que reflejaban el poder real y elitista de la época o la vinculación de la música de Wagner con la ideología nazi y el nacionalismo alemán.
El nacionalismo musical se presenta a partir de la segunda mitad del siglo XIX y estará ligado completamente al romanticismo, aunque en ningún país tendrá tanta influencia como en Bohemia (República Checa). Bohemia produjo compositores nacionalistas de la talla de Smetana y Dvorak y ambos autores utilizarían la ópera para posicionarse políticamente a través de su música y apoyar a los patriotas frente al dominio Austrohúngaro.
En el caso de Italia, Verdi destacará por encima de todos y será una de los compositores inseparables del nacionalismo político. Su idea nacionalista de una Italia unificada quedó claramente plasmada en su maravillosa ópera Nabucco. Con esta obra, Verdi no sólo consiguió su consagración como compositor, sino que también se convirtió en un símbolo de la lucha patriótica por la unificación política del país. El coro de los esclavos hebreos en Nabucco lo delatará claramente por la metáfora que Verdi pretendía representar: en este coro los nacionalistas italianos se identificaban con la ocupación y opresión del pueblo hebreo.
En el caso de Richard Wagner su nacionalismo alemán era más que claro. Su obra El anillo de los nibelungos (ciclo de cuatro óperas) le sirvió como expresión de sus aspiraciones políticas para la futura Alemania, con una gran exaltación a la mitología germánica. La utilización de la mitología germánica en esta obra fue fundamental para expresar su sentimiento nacional ya que hay que tener en cuenta que hasta el siglo XVIII la única mitología que se conocía en Europa era la clásica. Habría que esperar al siglo XIX para que se despertara el interés por redescubrir el propio folklore, tradiciones populares, mitos y leyendas. Por eso Wagner utiliza la mitología germana de una forma magistral para resaltar su nacionalismo político y cultural. Wagner también tendría un gran éxito con su obra Meistersinger, que será considerada como el súmmum del nacionalismo alemán, en gran parte por el abuso que harían los nazis posteriormente de esta obra.
Una vez entrado en el siglo XX, y tras las revoluciones en Rusia que dieron comienzo al régimen comunista, la música clásica se vio extremadamente influenciada por el cambio político y cultural que sufrió la Unión Soviética. A partir de la década de los años 30, con el ascenso al poder de Stalin, el partido comunista centró sus esfuerzos en vigilar y censurar todo lo relacionado con el arte. En el campo de la música, se le dio un fuerte impulso a un grupo llamado "Asociación de Músicos Proletarios" encargada de establecer una estricta ideología proletaria en la música clásica. Se buscaba que la música no solo estuviera destinada a las élites sino al conjunto de la población, pero eso no justifica la tremenda censura que se impuso: muchos compositores clásicos quedaron incluidos en una lista negra, como Chaikovsky, asociado al mundo burgués, o Bach, asociado al mundo cristiano.
Dos de los mayores nombres de la música clásica mundial del siglo XX tuvieron su origen en la URSS, durante el mandato de Stalin: Dmitri Shostakovich y Sergei Prokofiev.
Dmitri Shostakovich sería el compositor de obras tan maravillosas como la sinfonía Nº 7 o Leningrado y La Suite para orquesta de jazz Nº. 2, entre otras obras maestras. Shostakovich a lo largo de su carrera sería galardonado con los más altos honores de la Unión Soviética (premio Stalin del Estado, la Orden de Lenin y la Orden de la bandera roja) pero a pesar de esto sería duramente censurado y muchas de sus obras quedarían olvidadas en un cajón hasta la muerte de Stalin. Durante la época estalinista y poststalinista, Shostakovich fue el símbolo y máximo exponente de la cultura soviética, a pesar de vivir los años más oscuros de la URSS.
La música clásica debe fluir libremente y no debe estar sujeta a regímenes políticos ni censuras de ningún tipo. Tanto la política como la música son verdaderas artes capaces de suscitar los sentimientos más auténticos en el ser humano. En definitiva, la política y la música deben servir para unir y estrechar lazos; esta frase puede parecer un tópico pero no por eso deja de ser una verdad universal.
Bibliografía:
- "Una historia de la música clásica. Los compositores y sus obras. Con audiciones y análisis" en Histoclásica (09/12/2014). https://histoclasica.blogspot.com.es/2014/12/nacionalismo-musical-europeo.html
- Solórzano, Santiago: "Una breve historia de la censura musical en la Unión Soviética". https://noisey.vice.com/es_mx/article/rq88wx/la-urss-y-la-msica-o-la-msica-y-la-urrs