La fiesta taurina ha sido durante siglos una de las posibilidades de entretenimiento más apreciadas y contantemente concurridas de España. A su alrededor, ha creado un universo propio que se trasladaba en sus asistentes en una manera de salir de la monotonía de su vida cotidiana. Este interés por parte de la sociedad con este festejo es precisamente lo que le ha otorgado un papel relevante en la historia social ya que ha sido tema de debate para educadores, reformadores, políticos, estudiosos de la cultura...
No solo en la actualidad, sino también a lo largo de la historia cultural, la fiesta estaba llena de polémica en torno a la licitud del evento, su difusión mediante cartelas, los prejuicios hacia sus asistentes...
Ya Moratín reflejaba en sus escritos el peso de la tradición taurina tratando de exponer la historia y origen del festejo el cual sitúa en la antigüedad como "un festejo de origen remoto donde los toros eran lidiados por hombres en circunstancias tan diferentes, que en su vista se quiere insistir en que aquellas dieron origen a nuestras fiestas de toros" , e incluso, insinuando a la figura del Cid como un primer alanceador de toros: "el famoso Rui, o Rodrigo Días de Vivar, fue el primer que alanceó toros a caballo" .
Además del Cid, enumera y enardece a ilustres caballeros y monarcas españoles como defensores, promotores e incluso, personalidades activas dentro del mundo del toreo.
En los primeros momentos, las corridas profesionales de toros eran de promoción regia, y se celebraban con fines benéficos, aunque después tornaron sus celebraciones a otros intereses (fiestas reales, exaltaciones al trono). La plaza de toros citada en la cartela " (...) para la primera fiesta de toros, de las que se han de hacer en la plaza extramuros de la puerta de Alcalá" fue construida en 1745 por orden y financiación completa del monarca Fernando VI, quien en 1754 se la regaló a los hospitales madrileños, nombrando una Junta para cuestiones de su administración, de ahí que en el pie explicativo que acompaña a la cartela se cita a la Real Junta de Hospitales como organismo productor del documento.
Es muy interesante la apreciación que se hace en la obra citada en la bibliografía empleada "La Fiesta Nacional : Historia Sintética De La Fiesta De Toros En España Desde Sus Comienzos Como Profesión Hasta Nuestros Días" donde puntualiza que con el cambio de monarquía que se produjo en España a la muerte de Carlos II (1700) y la llegada del primer Borbón, Felipe V , la actitud de la corona cambió con respecto al festejo pues no era de agrado del monarca. Esta animadversión por la fiesta taurina quedó reflejada en otros monarcas como Fernando VI, Carlos III o Carlos IV (monarca reinante durante la celebración de la corrida que nos atañe), quienes en diferentes épocas, prohibieron las corridas. Menciono este hecho de las prohibiciones de las corrida, porque la plaza de toros de Madrid (done se celebra la corrida anunciada en la cartela), no cerró sus puertas ya que los beneficios de la corridas celebradas en ella iban destinados al sostenimiento y mejora de los hospitales de la corte.
Es durante el siglo XVIII cuando la celebración taurina toma el significado moderno de "fiesta" y pasa a ser un elemento del pueblo ya que había entrado en decadencia el modelo de toreo anterior, más vinculado a la nobleza, tratándose de un festejo privativo, para pasar a configurarse como una profesión lucrativa popularizada a pie de calle; el mundo del toreo era concebido por el pueblo como una actividad muy honorable y divertida para todas las clases sociales, configurándose de este modo como un elemento importantísimo en el desarrollo de la cultura española no solo del siglo XVIII, sino de los anteriores y sucesivos.
La plaza de toros era un espacio de sociabilidad donde quedaban representadas todas las clases sociales. "Al entrar en la plaza, las categorías sociales desaparecían, todos se convertían en aficionados con un espíritu festivo (...) los espectadores eran los propios protagonistas porque delegaban en el torero la realización de su propia faena, convirtiendo a todos los espectadores en iguales".
Este posicionamiento del festejo taurino moderno como eje de sociabilidad durante la Edad Moderna llegó a preocupar incluso a las autoridades del momento ante el posible pánico que pudiera suscitar el frenesí generado por todas las clases sociales ante los eventos, de ahí que los toros hayan sido considerados una cuestión importantísima para mantener el orden público.
Particularmente, me gustaría dejar en constancia otro aspecto que justifica el peso que tiene la fiesta taurina en la sociedad, que es su difusión en prensa. Su papel es importante porque mediante ella, se genera un vehículo de expresión social al ser un medio de información y comunicación que, mediante sus publicaciones genera una determinada aculturación de la sociedad. En el siglo XVIII, las mejoras técnicas y las condiciones socioeconómicas hacen posible el desarrollo de una prensa dedicada a la crónica taurina, y, debido al alcance del fenómeno social, casi necesario. "La primera crónica taurina surge a finales del siglo XVIII , el 20 de junio de 1793 en el Diario de Madrid.
A su vez, y desde una óptica mas historicista, el desarrollo de la prensa y en particular de crónicas taurinas nos ayuda a arrojar información sobre estos eventos sociales con tanta repercusión, cuando hasta el momento, eran grandes lagunas.
BIBLIOGRAFÍA:
- Forneas Fernández, María Celia. 1994. Toros en Madrid. Bilioteca Práctica. Madrid: Pirámide
- Recortes, and Bruno del Amo. 1951. La fiesta nacional : Historia sintética de la fiesta de toros en España desde sus comienzos como profesión hasta nuestros días. Vol. Primera Parte, La Tauromaquia en el siglo XVIII / Cuadernos Taurinos, 1. Madrid.
- Suárez García, José Luis, and Universidad de Granada. 2003. Teatro y toros en el siglo de oro español : estudios sobre la licitud de la Fiesta. Biblioteca De Bolsillo. Collectanea / Universidad De Granada, 17. Granada: Universidad de Granada.