Para Jacques-Louis David, durante el período de su vida que fue más importante, la época en la que Francia estaba en el proceso de transformación debido a la revolución, creyó que cierto tipo de arte sería capaz de convertir a un simple grupo de espectadores en una comunidad con una moral conjunta; este es pues, el motivo por el cual a David se le conoce como el "pintor de la Revolución".
De esta forma sus cuadros se convierten en un desfile de héroes, ejerciendo una atracción casi magnética, ya que el arte, como él sabía, debía de cumplir una función más allá del mero hecho contemplativo. Un cuadro tiene que contar relatos emocionantes, impactar o incluso aterrorizar; tenía la función de cambiar vidas y, con ellas, también la propia historia. De esta forma, tal y como afirma Schama en El poder del arte, mediante unas imágenes cargadas de una extrema pasión controlada, Jacques- Louis David inventó la propaganda visual moderna.
Por otro lado, tal y como escribe Leyte, el arte conduce a la mirada del artista transformando la realidad, es decir, nuestra visión y nuestros ojos. Con esto, nos habla de como uno de los primeros momentos en los que se produce una transformación de la mirada y que, por consecuente, dio lugar a unos nuevos ojos, es en torno a 1800. Lo que ocurre en estos momentos no es otra cosa que la reinterpretación estética de diversos fenómenos que, moral y estéticamente, son considerados negativos: muerte, dolor, enfermedad, etc..., que toman a partir de aquí un significado universal. Leyte ejemplifica esto con «de la muerte de Marat al naufragio de la Medusa», donde dos cuadros separados cronológicamente por tan solo 25 años muestran el paso del Antiguo Régimen, de carácter absolutista, al Nuevo Régimen, que acabará instalando la Democracia.
Así pues, David, cuando pinta La muerte de Marat, al pintarlo muerto, lo estaba consagrando a modo de santo laico, otorgándole todos los elementos del nuevo monarca; se trata pues de una pintura basada en los ideales del Antiguo Régimen, pero con el motivo de ensalzar a la misma categoría de Régimen la nueva organización política. No es de extrañar entonces que David llegara a considerarse a sí mismo como un hombre nuevo en una nación renacida. Por otro lado, en El naufragio de la Medusa de Géricault, este no opta por el héroe, sino que decide plasmar al pueblo en medio de un naufragio, a modo de trance permanente, la mezcla contínua de vida y muerte; de esta forma muestra a un pueblo abandonado por sus gobernantes y que, difícilmente, encontrarán el camino al poder.
BIBLIOGRAFÍA:
- MARTIN, J. C.: La Revolución francesa, Barcelona, Crítica, 2007.
- LEYTE COELLO, A.: El arte, el terror y la muerte, Madrid, Abada, 2006.
- SCHAMA, S.: El poder del Arte, Barcelona, Crítica S.L., 2007.