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Mujer y Universidad en España hace cien años: "la larga travesía"

MARÍA ÁNGELES LACASA OTÍN 7 de Marzo de 2022 a las 16:34 h

 

No fue fácil para la mujer llegar a la universidad en España.  En un primer momento ni siquiera estaba prohibido porque era impensable que accediera.

 

Fue cuando las primeras mujeres universitarias solicitaron el título a las autoridades educativas de Madrid cuando advirtieron su presencia en la universidad, y fue entonces cuando comenzaron a promulgarse normas restrictivas al acceso de la mujer a la Universidad de forma oficial y a su capacitación para ejercer una profesión.

 

 

Así, entre 1882 y 1883 se emitieron varias reales órdenes que fueron cerrando las puertas de la universidad a las mujeres. La Real Orden de 16 de marzo de 1882 crea una norma contradictoria al autorizar a las mujeres, que ya estaban cursando estudios en los Institutos en esos momentos, a continuar los estudios universitarios si así lo desean, pero prohíbe la entrada de otras mujeres en las Facultades en el futuro. Pocos meses después, la Real Orden de 19 de octubre del mismo año, prohíbe la matrícula de mujeres en la Segunda Enseñanza pero permite, a las que ya poseen título de Bachiller, matricularse en la Universidad. Esta orden se revoca por Real Decreto de 25 de septiembre de 1883 que autoriza a las mujeres para cursar la Segunda Enseñanza pero no los estudios de Facultad, excepto a las que ya estuvieran matriculadas.

 

Años más tarde, la R.O de 11 de junio de 1888 permitía a las mujeres realizar estudios universitarios como alumnas de enseñanza privada... Si alguna solicita "matrícula oficial", será la Superioridad la que "resuelva según el caso y las circunstancias de la interesada". Eso suponía pedir permiso al Ministerio de Instrucción Pública y conseguir que cada uno de los profesores firmara el impreso de matrícula comprometiéndose a garantizar el orden en el aula.

 

Finalmente, la  R.O. de 8 de marzo de 1910 terminó con esta desigualdad al permitir a la mujer el acceso a la Universidad en las mismas condiciones que a los hombres. La justificación incluida en el texto legal demuestra la voluntad política del Gobierno de reconocer un derecho negado hasta entonces, pues durante veintidós años se les había exigido para matricularse como alumnas oficiales la consulta previa al Ministerio y que éste resolviera "según el caso y las circunstancias de la interesada". Este control, aunque no fue suficiente para impedir la matrícula universitaria de algunas, había sido desalentador para otras, ya que -como reconocía la Real Orden- "estas consultas, si no implican limitación de derecho, por lo menos producen dificultades y retrasos de tramitación, cuando el sentido general de la legislación de Instrucción pública es no hacer distinción por razón de sexos, autorizando por igual la matrícula de alumnos y alumnas".

 

Esta normativa se complementó con otra importante decisión comunicada por Real Orden de 2 de septiembre: la de habilitar a las mujeres con estudios y títulos académicos "para el ejercicio de cuantas profesiones tengan relación con el Ministerio de Instrucción Pública". Lo cual significaba poder "concurrir desde esa fecha a cuantas oposiciones o concursos se anuncien o estén anunciados con los mismos derechos que los demás opositores o concursantes para el desempeño efectivo o inmediato de cátedras y de cualesquiera otros destinos objeto de las pendientes o sucesivas convocatorias" (Gaceta de Madrid, 4 de septiembre de 1910).

 

Para las licenciadas en Medicina o en Farmacia existió desde el principio la oportunidad de abrir una consulta médica privada o una farmacia, de ahí que fueran las primeras y más elegidas carreras en los inicios. Por el contrario, las que habían estudiado Filosofía y Letras, o comenzado en las facultades de ciencias, tuvieron que esperar a 1910 para incorporarse a los puestos de la administración del Estado, y éstos limitados a los dependientes del Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes. Las plazas vacantes en los institutos de segunda enseñanza, en las facultades universitarias y en el cuerpo de Archiveros, Bibliotecarios y Arqueólogos, podían ser ocupadas por mujeres, mientras que a las facultades de Derecho tardaron más en incorporarse porque no tuvieron abiertos hasta mucho después algunos de los campos profesionales en los que ejercer.

 

Otro factor importante fue la creación de la Residencia de Señoritas en 1915. Si hablamos de la Residencia de Estudiantes, seguramente nos vengan a la mente rápidamente las imágenes de Dalí, Lorca, Buñuel... Pero seguro que no resulta tan conocido e incluso desconocido, que en 1915 abrió sus puertas, siguiendo los principios de la Institución Libre de Enseñanza e impulsada por la Junta para la Ampliación de Estudios, la Residencia de Señoritas.

 

En una época en la que el papel de la mujer no se vinculaba precisamente a su formación académica, resulta todavía más valorable el papel que tuvo la Residencia de Señoritas en nuestra historia y el papel de su directora, María de Maeztu.

 

Destinada en un principio a "alojar" a las muchachas que venían a cursar sus estudios de Magisterio a Madrid, la propia María de Maeztu, al comienzo de la apertura del segundo curso, remite una carta a José de Castillejo proponiendo "su renuncia si la Residencia no se dirigía también a la preparación de las chicas para otras ramas de la ciencia."

 

Así, la Residencia siguió los principios de coeducar sin distinción de sexo para la mejora social, económica, cultural y política del país y no se ciñó exclusivamente a alojar estudiantes, sino que su labor de instrucción y educación propias permitió a sus residentes y a un buen número de madrileñas formarse en disciplinas con excelentes docentes que sustituían a las impartidas en las aulas universitarias por necesidad o voluntad de las estudiantes (biblioteca, laboratorios de física y química, cursos y conferencias de filosofía, idiomas, arte, ...) por lo que las familias intelectualmente más avanzadas empujaron a sus hijas estudiantes a conquistar las aulas de educación superior.

Fueron residentes Victoria Kent, Josefina Carabias, Marina Romero o Dorotea Barnés. María Goyri, María Zambrano y Maruja Mallo formaron parte de su profesorado. En sus actividades participaron pioneras como Clara Campoamor, Zenobia Camprubí o María Lejárraga, además de nombres internacionales como los de Marie Curie, Gabriela Mistral, María Montessori o Victoria Ocampo.

 

Aunque fue aumentando tímidamente su presencia en las universidades, las mujeres seguían siendo una minoría. Así, en el curso 1919/20 sólo había 345 mujeres entre todas las universidades de España mientras que había 21.813 varones, lo cual suponía un porcentaje de 1,5 % de mujeres universitarias.

 

En el curso 1921/22 pasó a 612 el número de mujeres entre todas las universidades de España, la mayoría de la cuales cursaban los estudios en las Facultades de Ciencias, Filosofía y Letras, Farmacia y, seguidas de Medicina y Derecho a bastante distancia.

 

La Universidad Central de Madrid reunía el mayor número de ellas. Concretamente 408 de los 8.194 matriculados eran mujeres, aunque seguía siendo abrumadoramente mayoritaria la presencia masculina, con 7.786 varones matriculados.

 

Curso 1921-22

Varones

Mujeres

 

Oficial

       Libre

     Oficial

       Libre

Filosofía

250

500

52

41

Medicina

1568

1110

29

12

Ciencias

844

128

56

16

Derecho

400

1580

2

5

Farmacia

470

462

60

40

         Datos proporcionados por el A.G UCM

 

... Poco a poco la imagen del alumnado universitario se fue transformando, pues continuaba creciendo, si bien paulatinamente, el número de alumnas y se estrenaban profesoras en algunas asignaturas de diferentes facultades.

 

Algunas mujeres que obtuvieron el título de licenciada en el curso 1921/22 en la Universidad Central de Madrid, concretamente en la Facultad de Filosofía y Letras, fueron: María de la Concepción Muedra Benito, Felipa Niño Mas,  María del Pilar Fenández Vega, Elvira Malaguilla Sánchez Arribas, Sofía Malaguilla Sánchez Arribas, Inés González Torreblanca, Carmen Fonlecha Ramiro, Inocenta González Palencia. Todas ellas con la calificación de sobresaliente y prácticamente todas con matrícula oficial.

 

Prácticamente todas ellas nutrieron el Cuerpo de Archiveros, Bibliotecarios y Arqueólogos y como curiosidad podemos advertir que en el nombramiento como funcionarias la titulación que figura es la de "licenciado". 

 

Gracias a la perseverancia de las mujeres que les precedieron tuvieron, no sólo la oportunidad de acceder a la universidad de pleno derecho -con matrícula oficial- sino también a poder ejercer una profesión merced a sus estudios universitarios y, por tanto, pudieron concurrir a los procesos de selección de la administración. Aunque sin duda fueron mujeres privilegiadas, su acceso a la Universidad era ya un derecho.

 

 

Fuentes:

Archivo General de la Universidad Complutense de Madrid (AGUCM). Libro registro de Títulos Oficiales. Grados de Licenciado. 144/12-36

Casals, Quinti, (2017). "El acceso de las mujeres a la Universidad en España: el caso de las primeras universitarias leridanas (1882-1920)", CIAN-Revista de Historia de las Universidades, 20/2, 275-301 - DOI: https://doi.org/10.20318/cian.2017.3943 ISSN: 1988-8503

Capel Martínez, Rosa María (1982). El trabajo y la educación de la mujer en España (1900-1930), Madrid, Ministerio de Cultura. ISBN 8485961137

Cruz Rodríguez , María Alcázar (2007). "El acceso de las mujeres a la educación como eje fundamental para su promoción y participación", Sumuntán: anuario de estudios sobre Sierra Mágina, ISSN 1132-6956, págs. 9-30

Flecha García, Consuelo (2019). "... Y las mujeres van a la Universidad". En: Tejiendo pasado : patrimonio cultural y profesión, en género femenino / coord. por Alicia Torija LópezIsabel Baquedano Beltrán, ISBN 978-84-451-3804-5, págs. 19-32

Martínez Neira, ManuelPuyol Montero, José MaríaRodríguez-López, Carolina, (2004). La Universidad Española 1889-1939: repertorio de legislación, Dykinson, 8497723171. http://hdl.handle.net/10016/7884

Montero, M. (2016). "Las carreras profesionales de las primeras universitarias españolas (1910-1936)". Arbor, 192 (778): a298. doi: http://dx.doi.org/10.3989/arbor.2016.778n2001

Montero Díaz, Mercedes (2012). "Mujer y Universidad en España (1910-1936). Contexto histórico del punto 946 de Camino", Studia et Documenta: rivista dell'Istituto Storico San Josemaría Escrivá, ISSN 1970-4879, Nº. 6, págs. 211-234

Puyol Montero, José María, (2011). La autonomía universitaria en Madrid (1919-1922):  Dykinson. ISBN 978-84-9982-927-2

Sáenz Berceo, María del Carmen (2010). "Centenario del acceso de las mujeres a la Universidad. Real Orden de 8 de marzo de 1910". En: Miradas multidisplinares para un mundo en igualdad: ponencias de la I Reunión Científica sobre Igualdad y Género.   Clavo Sebastián, María José ;  Goicoechea Gaona, María Ángeles. Coord. ,  Universidad de La Rioja, 978-84-96487-54-3

 

 

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