El año 2023 marca el 125 aniversario del inicio de lo que conocemos como el Desastre del 98, considerado por muchos como el último clavo al ataúd del imperio español y el arrebato del estatus de primera potencia mundial de los Estados Unidos a España.
Las batallas en Santiago y Manila oficializaron tanto la derrota de España ante EEUU en el Caribe y el Pacífico respectivamente como el final del Imperio español, sumiendo al país europeo en una crisis económica, cultural y de identidad que prácticamente definiría su siglo XX. La Guerra del 98 se libró en varias partes del mundo, pero su foco principal fue en Cuba, en su momento una colonia española.
Los Estados Unidos ya habían mostrado su interés en Cuba décadas anteriores con el Manifiesto de Ostende de 1854, un documento, incialmente secreto, escrito por varios diplomáticos americanos en el que argumentaban que los Estados Unidos debían adquirir Cuba de España, incluso si eso significaba la guerra. Los diplomáticos justificaban estas intenciones con la idea de que la isla era vital para los intereses económicos, estratégicos y de seguridad de los Estados Unidos en el Caribe, además de que la compra de Cuba era importante para proteger la institución de la esclavitud en los Estados Unidos. Decimos "inicialmente secreto" porque la filtración de este documento obligó a su publicación, y la consecuente indignación internacional disipó la idea de anexión de la isla a los Estados Unidos hasta su involucramiento indirecto en la Guerra de los 10 años, que volvió a despertar el interés general estadounidense en Cuba.
El manifiesto de Ostende y la Guerra de los 10 años no son los únicos eventos que relacionan a los Estados Unidos con Cuba antes del 98. En 1886 se firmó el Tratado de Comercio y Navegación entre los Estados Unidos y España, que establecía un acuerdo comercial mutuo y permitía a los ciudadanos estadounidenses viajar a Cuba y comerciar con la isla. Sin embargo, a pesar de este tratado, las relaciones entre España y los Estados Unidos comenzaron a complicarse debido a las crecientes tensiones a principios de la década de los 90 entre el gobierno español y los insurgentes cubanos que buscaban la independencia. Aunque los Estados Unidos no estuvieron desde un principio involucrados en las tensiones cubano-hispanas, las empresas estadounidenses en Cuba sufrían las consecuencias del conflicto y temían perder sus inversiones. Asimismo, había preocupaciones humanitarias por la situación de los civiles cubanos que sufrían bajo la opresión española y la guerra en curso. Además, la prensa estadounidense a menudo exageraba las atrocidades cometidas por los españoles en Cuba, lo que aumentaba la indignación pública en los Estados Unidos y, por ende, también la presión sobre el gobierno para tomar medidas. Todo esto contribuyó a la creciente tensión entre España y los Estados Unidos.
En 1895, la Guerra de Independencia de Cuba estalló y España envió tropas para sofocar la rebelión. Los Estados Unidos inicialmente se mantuvieron al margen del conflicto, pero comenzaron a preocuparse por la situación humanitaria en la isla y, sobre todo, por los intereses económicos que tenían los Estados Unidos en Cuba. Estas dos preocupaciones fomentaron que en 1898 los Estados Unidos enviaran el buque de guerra USS Maine a La Habana para proteger a los ciudadanos estadounidenses y los intereses comerciales en la isla. Sin embargo, el 15 de febrero de ese mismo año, el Maine explotó en el puerto de La Habana y se hundió, matando a 261 de los 354 tripulantes.
La causa de la explosión que destruyó el barco aún no ha sido determinada con certeza, aunque se han propuesto diversas hipótesis que van desde un accidente interno hasta un acto deliberado de sabotaje. En aquel momento, la prensa estadounidense, especialmente la conocida como "prensa amarilla", culpó directamente a España de la explosión del Maine, generando un clima de gran hostilidad entre ambos países. Esta acusación se basaba en el contexto de tensiones políticas y económicas entre Estados Unidos y España, así como en la percepción de que España estaba perdiendo el control sobre sus colonias en el Caribe y en el Pacífico. El presidente estadounidense de la época, William McKinley, ordenó la creación de la Junta de Investigación del USS Maine, una comisión para investigar la causa del hundimiento del Maine. Ésta concluyó que la explosión había sido causada por una mina submarina, aunque no pudo determinar quién la había colocado. Sin embargo, la prensa amarilla estadounidense continuó culpando directamente a España, lo que contribuyó a la creciente tensión entre ambos países y al estallido de la Guerra Hispanoamericana el 25 de abril de 1898.
La guerra Hispano-Americana o guerra del 98 fue corta y desastrosa para España, pues, aunque duró menos de 10 meses, aniquiló cualquier esperanza de resurgimiento del Imperio español. La guerra no sólo se produjo en el Caribe, sino también en zonas del Pacífico como las Islas Filipinas y Guam, territorios que también eran de gran interés para los norteamericanos. Batallas como la de Manila el 1 de mayo, Santiago el 3 de julio o la de San Juan Hill el 1 de julio fueron victorias prácticamente aplastantes en ambas zonas del planeta que demostraron la clara superioridad de una superpotencia en desarrollo sobre un imperio débil que se aferraba a sus últimos territorios de ultramar.
Como ya mencionamos al comienzo de este escrito, la guerra de 1898 fue el sello que confirmó el fin de una hegemonía de más de cuatro siglos que acabó de manera desastrosa, de ahí el nombre del "Desastre del 98". Salió victorioso el bando americano, poniendo fin a la Guerra de Independencia Cubana y adquiriendo control sobre Cuba, Puerto Rico, Filipinas y Guam, una especie de compensación por no participar en el reparto europeo de África o Asia, asentando una zona de influencia estratégica en el Pacífico de gran importancia junto con Japón y Hawaii. Sin lugar a dudas, este año se marcan 125 años no sólo del fin del Imperio Español, sino también del comienzo de una nueva era en el contexto internacional, la hegemonía e influencia de los Estados Unidos.
Bibliografía:
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