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Palabras de despedida de Javier Gimeno

Javier Gimeno Perelló 8 de Febrero de 2019 a las 13:24 h

Ítaca. Palacio de Ulises

Queridos amigos y compañeros de la BUC

Con motivo de mi jubilación, quise ofreceros unas palabras de despedida. Espero que sean de vuestro agrado.

Un fuerte abrazo. Javier Gimeno

 

Pedí que el camino fuera largo, rico en experiencias y en conocimientos, en cuyo recorrido arribé en hermosas mañanas de verano a bahías nunca vistas. Bahías en las que descubrí a excelentes amigos y compañeros de viaje, todos vosotros. Con avidez he aprendido de todos, cuyos nombres no cito por temor a dejar alguno en el olvido. Mi agradecimiento por haber compartido con vosotros este largo y rico viaje es infinito. A quienes durante el camino haya podido ofender o molestar con mis inmensos errores os pido mis disculpas verdaderas.

En mi ruta he hallado a Lestrigones y a Cíclopes y a airados Poseidones, acaso porque mi pensamiento no ha sido todo lo alto que debiera ni muy limpia la emoción de mi espíritu y mi cuerpo. No ha sido fácil pero a lo largo del camino he ido aprendiendo a no temerlos porque a medida que avanzaba, ese aprendizaje me ha enseñado a echarlos de mi alma procurando que ésta no los pusiera ante mí.

En mi viaje he podido adquirir mercancías que el universo (que otros llaman la Biblioteca) me ha proporcionado. Con Borges he conocido este universo cuyas superficies bruñidas con su elegante dotación de anaqueles figuran y prometen el infinito. La Biblioteca es total, de suerte que cualquier reducción de origen humano resulta infinitesimal. Cada ejemplar es único, irreemplazable y tal vez algún avezado bibliotecario halle oculto en algún anaquel, acaso en la nube, un libro que sea la cifra y el compendio absoluto de todos los demás. Como bibliotecario imperfecto, he podido ser obra del azar o de los demiurgos malévolos. Mi estulticia me ha impedido afrontar la infinitud. Os admiro a vosotros, análogos a los dioses, que lo lográis a diario. En el anhelo de acercar a otros mundos este universo he aspirado el delicado perfume de la solidaridad -relegada en nuestro medio a un orden subsidiario - con quienes no pueden conocer cuanto es dable expresar en un libro. Actividad que me ha reconciliado con nuestro oficio en momentos de crisis y no puedo dejar de agradecéroslo a quienes me habéis apoyado y acompañado en esta tarea tan preciosa como necesaria. Sólo deseo que quienes aquí permanecéis no echéis en saco roto esa labor encomiable que bebe de aquellas admirables Misiones Pedagógicas. Por ello traigo aquí aquellas conocidas palabras de nuestro Federico en la inauguración de la biblioteca de Fuente Vaqueros: "Bien está que todos los hombres coman, pero que todos los hombres sepan. Que gocen todos los frutos del espíritu humano porque lo contrario es convertirlos en máquinas al servicio del Estado, en esclavos de una terrible organización social". Así como estas otras palabras de Menéndez Pidal que el propio Lorca recordó en ese mismo acto: "Cultura. Cultura porque sólo a través de ella se pueden resolver los problemas en que hoy se debate el pueblo falto de luz". Palabras de enorme actualidad en pleno siglo XXI.

Por eso, mi temor de siempre a que la fascinación por las nuevas y no tan nuevas tecnologías se vuelvan mercancías llenas de peligros y eclipsen nuestra principal misión haciendo de aquéllas no una útil herramienta sino un fin en sí mismo. ¿Vamos a ese fin? Dejo la pregunta en el aire.

He llegado a la isla al final de este largo y rico viaje que he procurado no apresurar extendiéndolo largos años con cuanto he ganado en el camino. En su recorrido he hallado al sabio Cicerón, quien, en su obra De Senectute, me ha recomendado no tanto darle más años a la vida -aunque también, sin duda, y cuantos más, mejor-, sino dar más vida a mis años. Sin esperar que Ítaca me enriqueciera, me ha proporcionado la mejor de todas las riquezas: la de la vida. Quise subirme a hombros de gigantes y aprender con avidez de su sabiduría tratando de hacerme más noble y más comprensivo. Siguiendo las lecciones del maestro, deseo envejecer aprendiendo.

Borges, otro de los gigantes, me ha contagiado su certera sospecha de que la especie humana está por extinguirse pero la Biblioteca perdurará: solitaria, infinita, secreta...

Ítaca me ha regalado un hermoso viaje. Sin ella no hubiera emprendido el camino. Como eterno viajero, la he atravesado en cualquier dirección, comprobando que casi todo se repite en el mismo desorden que, acaso, conforma el Orden. Al final del viaje he comprendido ya qué significan las Ítacas.

No quiero terminar estas palabras sin el recuerdo imborrable de dos amigos entrañables: Luis Zorrilla y Carmen Horta. Ambos me han acompañado, lo mismo que algunos de vosotros, en la preciosa tarea de la solidaridad y en tantas otras. Va por ti, querida Carmen; va por ti, querido Luis. Llegasteis a vuestra Ítaca, donde descansáis.

Y va por vosotros. Gracias por todo, amigos

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Comentarios - 1

Francisco Javier de Jorge García Reyes

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Francisco Javier de Jorge García Reyes - 8-02-2019 - 13:54:41h

Un discurso , muy emotivo y conmovedor. Gracias por escribirlo . Me hace pensar y me congracia con nuestra verdadera misión , con nuestro trabajo.


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