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Marie Tharp: la cartógrafa del abismo oceánico

16 de Junio de 2016 a las 13:14 h

En 1912 el científico alemán Alfred Wegener propuso su teoría de la deriva continental, conjeturando que en el pasado remoto todos los continentes actuales estuvieron unidos formando uno solo, denominado Pangea. Su hipótesis se basaba, entre otras cosas, en la coincidencia entre la forma de las costas, especialmente las de Sudamérica y África, que parecían encajar como un puzle. Estas ideas fueron rechazadas y, aunque en 1915 en su obra El origen de los océanos y continentes intentó explicarla, sus planteamientos no fueron aceptadospor la mayoría de sus colegas.

En estos años el fondo oceánico era un medio desconocido, se creía que estaba formado por grandes superficies lisas y que los continentes eran objetos fijados a su superficie. Tendrían que pasar más de 40 años para que la ciencia comenzara a plantearse que la teoría de Wegener de los continentes flotando y desplazándose sobre el manto de la Tierra, quizás no fuera tan descabellada. En este cambio fue clave el papel que desempeñó la geóloga y cartógrafa norteamericana Marie Tharp(1920 - 2006), artífice el primer mapa científico del suelo oceánico; que con sus investigaciones dio el espaldarazo definitivo a la hipótesis de la Deriva continental.

Tharp, hija de un topógrafo del Departamento de Agricultura de EE.UU, estaba familiarizada desde niña con la cartografía, había estudiado geología y matemáticas y su oportunidad le llegó en 1943, cuando ante la necesidad de ocupar determinados puestos que habían dejado libres los hombres al ir a la guerra, el departamento de geología de la Universidad de Michigan abrió sus puertas a las mujeres.

En 1948 se unió al grupo de Maurice Ewing en la Universidad de Columbia como asistente de investigación, casi al mismo tiempo otro geólogo, Bruce C. Heezen, también se incorporó al equipo y juntos comenzaron a elaborar el mapa topográfico de los fondos oceánicos.

Mapa del suelo oceánico de Marie Tharp y Bruce Heezen que puso de manifiesto que la dorsal Mesoatlántica estaba dividada por un rift, grieta de confluencia de placas tectónicas.

Era la época de la Guerra Fría, la tecnología había experimentado un notable desarrollo y se estaban invirtiendo cada vez mayores presupuestos en el estudio de los océanos para facilitar el trabajo de los submarinos norteamericanos. Pero la geología no era un campo de fácil acceso para las mujeres y, mientras su colega Heezen no tenía ningún problema para embarcarse en los barcos oceanográficos, a ella no le estaba permitido, por lo que no tenía otra opción que la de trabajar con los datos en que le iban enviando.

Uniendo lecturas de sonar y medidas de profundidad Tharp comenzó a trazar los mapas y al ensamblarlos advirtió una profunda brecha que atravesaba la cordillera (dorsal) mesoceánica del fondo del Atlántico Norte. Para ella, este valle de fractura (rift axial) era la grieta de separación entre Norteamérica y Europa y avalaba la teoría de la deriva continental de Wegener.

Para empezar, Tharp se encontró con que su colega de investigación no la creía -él defendía la hipótesis de la tierra en expansión- y calificó su descubrimiento como 'ocurrencia de muchacha'; en esta época que una mujer rectificara a un hombre no estaba bien visto y nadie se atrevió a apoyarla en una idea por aquel entonces revolucionaria. El desencuentro duró más de un año y en el que se produjeron violentas discusiones y, finalmente, Heezen tuvo que rendirse a la evidencia porque comenzaron a aparecer más datos que relacionaban las dorsales oceánicas con los terremotos y las erupciones volcánicas.

En 1957 la publicación del primer mapa del fondo del océano Atlántico Norte fue una revolución, pero las contribuciones de Tharp quedaron bastante silenciadas, de hecho hasta la muerte de Heezen, en 1977, trabajó sin recibir el reconocimiento científico merecido como autora o coautora de las investigaciones publicadas. En la década de los 90 su figura comenzó a ser apreciada y recibió distinciones como la mención honorífica de la Biblioteca del Congreso de EEUU por sus importantes contribuciones al campo de la cartografía de los fondos oceánicos.

Pero su importancia va mucho más allá del rigor y la minuciosidad de sus mapas; en 1952 la teoría de Wegner estaba desacreditada y contra viento y marea Tharp la defendió exponiéndose a todo tipo de descalificaciones. Ella se basó en las pruebas que obtuvo cuando comenzó a realizar el mapa de la dorsal mesoatlántica e identificó la existencia del valle de fractura y, en contra de las creencias vigentes en la época, lo interpretó como una prueba de la deriva continental y la tectónica de placas.

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