Un especialista algecireño ultima una carta arqueológica que puede revolucionar la historia marítima del sur de Europa.
En 1852, una potente tormenta hizo que una treintena de buques se fueran a pique, en un único día, en las costas del Campo de Gibraltar. Pero lo que sólo una atenta investigación podría revelar es que esas condiciones atmosférica se han ido repitiendo, a lo largo de la historia, con una cadencia bastante regular. Y así, el paso de los siglos no ha hecho más que añadir una cantidad inimaginable de barcos que descansan en el fondo, guardando cada uno sorpresas y secretos que podrían llevar a reconsiderar muchos aspectos de períodos históricos completos.
Una labor impresionante que, sin embargo, descansa por ahora sobre los hombros de un solo hombre, Raúl González Gallero, un historiador de Algeciras que se ha planteado como tema de su tesis el trazado de la que sería la primera carta arqueológica que permitiría conocer la localización de un número formidable de pecios, que abarcarían desde los tiempos de los fenicios hasta la Segunda Guerra Mundial: "Una vez establecida, se podrá pasar a la segunda fase, con el establecimiento de las 'zonas calientes' que determinarán las prioridades para las futuras campañas de excavación".
Pero, antes de llegar a la inmersión marina, González Gallero está viviendo una de otro tipo, que le ha llevado de las fuentes documentales más accesibles y evidentes (como las informaciones periodísticas o los partes de los seguros para los naufragios más recientes), a otras en las que es necesario moverse armado, casi, de los útiles de la criptografía: "He recurrido a los distintos archivos, al Archivo General de Indias, al General de la Marina, a los fondos de los museos y colecciones particulares, pero también a los relatos orales que, en muchos casos, han pasado de generación en generación de pescadores, a la toponimia e, incluso, a los relatos mitológicos, que pueden ser leídos de una manera que arrojen luz sobre posibles desastres navales históricos".
Barco fenicio tallado en un sarcoìfago del siglo II a.C.
Así, y siguiendo lo que aprendió durante sus campañas arqueológicas en Galicia -donde existe un cabo llamado A Punta do Diñeiro, llamado así porque hasta sus costas llegaban las monedas procedentes del hundimiento de un galeón-, ha rastreado un gran número de accidentes geográficos gaditanos cuyo nombre conserva memoria de algún desastre naval, como el antiguo bajo la Galera, hoy cubierto por el puerto de Algeciras, el bajo del Navío o el cabo de la Plata. También fuentes históricas, como los textos de Tito Livio. En cuanto a la mitología, sus investigaciones le han llevado a reinterpretar relatos que, como los trabajos de Hércules, deben ser interpretados como una historia en clave: "Por ejemplo, el relato de cómo Hércules roba los bueyes de Gerión nos está hablando, en realidad, de la victoria helena sobre la flota fenicia. El que aparezca un monstruo se debe a que los fenicios eran muy dados a utilizarlos para insuflar miedo a sus enemigos y que así no se adentraran en sus aguas".
Sólo es posible elucubrar sobre lo que serán las conclusiones finales de una tesis, dirigida por el prestigioso arqueólogo Xavier Nieto, y que cuenta con el apoyo de la Universidad de Cádiz, en una estrategia que busca apostar por primera vez, de forma decidida y sistemática, por la arqueología subacuática. Pero lo cierto es que, hasta el momento, González Gallero ha tenido que afrontar su trabajo (en el que persigue pistas que le lleven a la localización, entre otros muchos pecios, de restos de buques fenicios, de la época tardorromana, medievales, de dos drakkar vikingos que habrían sido hundidos en el siglo IX tras haber asolado las costas de Cádiz, o del galeón Santa Cruz, que podría haber llevado en sus bodegas hasta 300.000 pesos, o submarinos de las dos guerras mundiales) exclusivamente en el tiempo libre del que dispone entre campaña y campaña.
Reconstruccioìn de un pecio fenicio que se puede visitar en el ARQUA de Cartagena.
"Inexplicablemente, las investigaciones arqueológicas, en esta zona, se han hecho siempre a espaldas del mar, cuando la historia de un lugar tan estratégico no puede entenderse sin él". El historiador ha ido pasando permanentemente información a las autoridades de los avances que ha ido cosechando en las localizaciones de los distintos pecios. Cuando ponga el punto final a su trabajo y dé a conocer sus conclusiones, será el momento de tomar su carta como si fuera un auténtico mapa capaz de conducir al más formidable de los tesoros: la comprensión de lo que ocurrió en unas de las aguas más transitadas e importantes de toda la historia, y el conocimiento de las innumerables historias de tragedia, heroísmo, ambición y mala suerte que se esconden tras cada buque hundido.
Miguel A. Delgado
Fuente: El Español