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Jacob von Gunten ( Academia Benjamenta) de Robert Walser

Carlos Lombas Huerta 11 de Junio de 2010 a las 14:19 h

«Hoy es necesario que deje de escribir. Me excita demasiado. Y las letras arden y bailan delante de mis ojos.» Robert Walser

Con la lectura te vas llenando de argumentos, de estados de ánimo, de exquisitas composturas que se enredan entre tus tesis racionales y  la trama de la novela. Para tales instantes nos vamos preparando con otros conocimientos, extraídos de lecturas, de la prosa cotidiana y de la tutorial batuta de los maestros literarios. En cada nueva novela o poesía, al llegar a su final nos hemos hecho imágenes de los actos reflejos, de las habitaciones o de las descripciones del autor sobre tiempo y lo que ve desde su ventana hasta nuestro horizonte. La fuerza del mar o de los temperamentos nos llena de coraje y ánimo para continuar. Para saber de cada uno de los hechos en los que se ha accedido de la mano del autor, a veces oscurecido por la narración, pero al final siempre cerramos el libro leído con un pequeño poso de soluciones, y teorías ante un determinado pedazo de la historia de la literatura.

Pero Robert Walser,  es la esponja que va absorbiendo aquello que por su amargura, se adhiere a nuestras paredes, y en cada secuencia de textos suyos, que lees, le vas entregando parte del tejido anudado y te sientes más ligero, pierdes prejuicios, capas y etiquetas. Estas incomodo cuando te empuja hacia la contra-realidad que se muestra en la vida, y exhuma la medicina que cauteriza, para saber que quizás de aquello que nos dañó por considerarlo un error, no era más que una mala interpretación de los equívocos humanos, en su opinión, hacia tu forma de ser.

Jacob von Gunten, parece el diario de la incomprensible acción de la enseñanza en un lugar, como en el instituto Benjamenta, donde los métodos pedagógicos, no son el objetivo de los magister, decantándose por la redirección de los que aún no saben que han nacido para servir a otros. Unos esclavos de la burguesía caprichosa, que les verá como autómatas a su disposición.

Leer para descubrir que nuestra estancia en aquel lugar o en aquellos nuestros lugares de formación nos deja liberados de ese dictamen irracional y obligatorio: ¿cuál es la mejor edad para ser formado, sin  discutir que hemos de ser formados, según la clase social en la que hemos nacido? Pero Jacob tiene encanto, ingenio, se hace querer y endulza la arritmia educativa.

Fue escrita en 1909, unos años después de dejar el instituto donde fue educado. Las actividades que los alumnos realizaban, bajo la mirada estroboscópica de este alumno, que coloca sus ojos y sus criterios en los secretos, en los misterios humanos y sus dramas existenciales, en los de su compañero Kraus y en los de los mentores, hermanos Benjamenta. Es la novela más querida por su autor, y la más enigmática.

 

Literatura en el estado puro. Palabras que unidas dan lucidez a  frases y emociones.

La escritura de Franz Kafka, encontró la semilla en Robert Walser.

Toni Casares, la dirigió en el teatro Becket de Barcelona con el título de Aquí s'apren poca cosa interpretada por Jaume Ulled, en el papel de Jacob

Fue llevada al cine la primera vez por Peter Lilienthal en 1971, con el título de Jacok von Gunten, e interpretada por Ludvík Askenazy, Hanna Axmann-Rezzori y Sebastian Bleisch.

Pero cuando los hermanos Quay decidieron en 1994 hacer su primer largometraje, escogieron esta novela, de Walser, casi sin alterarla, bajo el título de Institute Benjamenta, interpretada por Mark Rylance, y Alice Krige.

Bajo la mirada de su estilo onírico y expresionista, una excepcional iluminación, se remarcan las concepciones surrealistas del internado.

Robert Walser nació en Biel (Suiza) el 15 de abril de 1878 y murió, caído sobre la nieve, el día de Navidad de 1956. Su vida, semejante a la de sus personajes, fue inquieta y errática, siempre escapando a cualquier forma de duración o permanencia. A los 14 años abandonó los estudios y ejerció los más diversos oficios: fue empleado de banca, secretario, archivero; incluso sirvió de criado en un castillo de Silesia. Walser despreciaba los ideales de prosperidad, aborrecía el éxito, era incapaz de someterse a ningún tipo de rutina o atadura. Vivió siempre, de un lugar a otro, sin domicilio fijo, con graves problemas económicos. A partir de 1925 empieza a sufrir trastornos nerviosos y alucinaciones auditivas; se embriaga y tiene periodos de enorme agresividad. Su hermana Lisa, la única ayuda constante que recibió, le recomienda que ingrese en un sanatorio psiquiátrico.

Pasó los últimos veintiocho años de su vida encerrado en los manicomios de Waldau y Herisau, dedicado a una frenética actividad de letra microscópica, ficticios e indescifrables galimatías en unos minúsculos trozos de papel, sumergido en un ambiguo silencio. Durante toda su vida se sintió como un cero a la izquierda. Imbuido en la estética del desconcierto, deseando ser olvidado. No lo ha conseguido. Es imposible olvidarse de Robert Walser. Una vez sus letras entran en contacto con tus sentidos, estos te muestran la personalidad trashumante que despliega, el entusiasmo por su prosa se convierte en una presencia imperecedera
.

«Y si alguna vez una ola me levantase y me llevase hacia lo alto, allí donde impera la fuerza y el prestigio, haría pedazos las circunstancias que me han favorecido y me arrojaría yo mismo abajo, a las ínfimas e insignificantes tinieblas. Sólo en las regiones inferiores consigo respirar.»

«Pluma, si no me asistes, no sé cómo avanzar.»

 (Son algunas de sus grandes frases) (datos de wikipedia)

Jürg Amann, ha escrito una obra muy interesante titulada, Robert Walser: una biografía literaria

Los hermanos Quay, Stephen Y Timothy, son dos gemelos idénticos, que desde fines de los años 70 se han destacado en el cine de animación. Nacidos en Pensilvania en 1947, estudiaron en Londres, donde han producido la mayor parte de sus filmes, obras muy personales como la extraordinaria "La calle de los cocodrilos" (1986), financiada mediante la realización de comerciales para TV y videos musicales. 
Han desarrollado desde finales de los años 70 una filmografía magistral y difícilmente clasificable. Centrados en el terreno de la stop-motion han realizado un buen número de cortometrajes breves, concentrados, terriblemente bellos y crueles, angustiosos, desconcertantes y técnicamente asombrosos.

Peter Greenaway se inspiró en ellos para crear a los gemelos obsesionados con la putrefacción de la carne que protagonizaban su largometraje A Zed & Two Noughts (Z00). Los Quay han manejado referentes literarios como los de Franz Kafka, Bruno Schulz o Robert Walser, exploran una suerte de Centroeuropa imaginaria delimitada por el influjo de animadores como Jan Svankmajer, Ladislaw Starewicz, Walerian Borowczyk o Jan Lenica.

Los Hermanos Quay no son unos meros marionetistas, sino dos creadores que, atesorando celosamente sus obsesiones, ofrecen siempre un discurso propio, ya sea a través de sus marionetas o de largometrajes al modo tradicional como Institute Benjamenta (1994) o el reciente The Piano Tuner of the Earthquakes (2005).

(Datos de IMDB)

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