Inicio Biblioteca Complutense Catálogo Cisne Colección Digital Complutense

Bajo el volcán de Malcolm Lowry

Carlos Lombas Huerta 4 de Octubre de 2010 a las 11:15 h

Qué parecidos son los gritos de amor y los de los moribundos. Malcolm Lowry

Esta inmensa novela es un proceso de osmosis entre el autor, su adicción y el inmenso bagaje cultural que lo envuelve con sus personajes. Los otros protagonistas, compiten en análisis e importantes opiniones políticas, lingüísticas y literarias, sobre lo que ocurre en el mundo en esos días, y como se cuenta, tomando postura. Lowry lo refleja en los habitantes de este crisol, que es Bajo el volcán, con una obsesión descriptiva.

Primero fue un cuento, surgido un día viajando en autobús por México, que vio un hombre muerto al lado de la carretera. Tras veinte años de vicisitudes del manuscrito, surgió la novela.

Jacques Laurelle, cónsul de Francia, próximo a marcharse a Europa, da un largo paseo por la ciudad, y describe los hechos ocurridos un año antes: desde aquellas primeras horas de la mañana, hasta la entrada de la noche, de aquel día de difuntos de 1938 en Quauhnahuac, México. Y lo ve como "una lluvia de estrellas de las Perseidas sobre un corazón que lamenta vivir", el del ex-cónsul británico Geoffrey Firmin, junto a Yvonne su mujer, a Hugh, el hermanastro del cónsul, al doctor Vilar, y a él mismo Laurelle, con todos los que allí celebraban el culto a la muerte.

Ese día, la culpa lo llena todo. El pasado vuelve, envuelto en  los sentimientos que el regreso de su mujer provoca sobre él, alterando su camino de autodestrucción. Ella se fue, y ahora está aquí para reconciliarse; pero en su alcohólica paz, nada de eso le va a servir para alejarse de aquellas 54 cantinas, que día tras día le acogen alternativamente o para sobreponerse de los efectos de aquel documento de petición de divorcio, y sus infidelidades con Hugh y Jacques.

Una sensación de acoso, acompañado de una extrema vigilancia, ejercen sobre Firmin, un rebrote de su rebelión, aunque íntimamente se lamente de su estado. De haber abierto aquellas cartas, perdidas en el prostíbulo,  en que ella le pedía volver, o le preguntaban por su estado, quizá todo fuera diferente, lejos de ese infausto destino, que presiente.

En su mente están otros temas, la ruptura de las relaciones entre México e Inglaterra, la guerra de España, la inminencia de la segunda guerra mundial, nunca piensa en sus otros negocios. Todos los personajes en la novela recuerdan sus buenas épocas de juventud, unas cargadas de utopías como Hugh, otras llenas de focos y luces como la Yvonne niña prodigio, y otros, recuerdos de infancia de un verano de Laurelle con Geoffrey.

Los nombres, frases, citas, pensamientos son innumerables y están siempre encuadrados dentro de ese infierno que rodea al ex cónsul de cantinas, mezcal, tequila, whisky o cerveza. Dependiendo de los persistentes temblores, que le permitan pensar, en cada momento, el símil que su cabeza necesita para ubicarse dentro de la melancolía o en la rabia que vive, siempre bajo la pregunta, ¿por qué ha vuelto?, ¿qué hace aquí?

Después de recorrer calles, tabernas, asistir a una corrida de toros en Tomalín, todo sin abandonar el intenso mundo interior de Firmin, en un restaurante, tras un arrebato de celos abandona a su hermanastro y a su mujer, y va camino de su cantina favorita El Farolito, donde se encuentra con un policía fascista, al que se encara, sin olvidar que ese representa, aquellos ideales imperantes en la política mundial. Los presagios le sumen en tremendas contradicciones y en un delirante dialogo introspectivo, en defensa de las democracias.

La novela es muy intensa, llena de precisiones, que convierten los monólogos de Firmin en un ideario de la coherencia de su autor.

Gran obra maestra del siglo XX.

Fue llevada al cine en 1984 por John Huston, que tras leer más de sesenta guiones se decidió por el de Guy Gallo, y  protagonizada por Albert Finney, Jacqueline Bisset, Anthony Andrews y Katy Jurado en los papeles principales.

La película centra su trama en esas últimas horas de Geoffrey Firmin, ex cónsul británico, pocas horas antes de la llegada de su mujer Yvonne, en una ciudad por los decorados del pueblo para la celebración del día de los muertos. Mientras a su casa ha vuelto su hermanastro Hugh, corresponsal de un periódico americano, tras vivir importantes aventuras en las zonas de conflicto mundial, tales como la guerra civil española. No se obvian otros políticos como el avance del fascismo en otras partes del mundo. Pero  siempre centrándose en medio de un constante estado de ebriedad, todos intentan centrar la vida de Firmin, para que reanude su relación matrimonial, y deje de vivir en esa inseguridad, camino de una muerte segura.

La critica le acuso de dejar demasiadas cosas en el tintero, pero no falta nada de lo importante: su amigo Jacques, los símbolos de la cultura alcohólica, las supersticiones, los personajes adheridos a la corriente dictatorial universal, los niños, el hambre, y todo lo que rodea a la historia vital de los ejes principales de su vida, dándole a la palabra escrita y hablada la precisión y la importancia que, en un estado excesivo de miedo y sensibilidad, son el aval de la razón, claro siempre alineada con los estados de inconsciencia, producidos por la confusión de realidad y fantasía, en los exceso o carencias etílicas.

La banda sonora de Alex North, es excepcional.

También fue adaptada al teatro por Michael Mercer, con el título de Buenas noches Desgracia, y se represento en la Columbia Británica, dirigida por Leon Pownall, e interpretada  Matt Walker,  Sheri-Wilson D y Ron Halder, entre otros.

Hay una importante película que  sobre la vida de Lowry dirigida por Donald Britain con el título de Volcán: Una investigación sobre la vida y la muerte de Lowry, narrada bajo la reflexión de un mundo agonizante.

Malcolm Lowry (Birkenhead, Cheshire, 1909-Ripe, Sussex, 1957), hijo rebelde de una familia acomodada, estudió filosofía en Cambridge. Novelista y poeta, su vida itinerante -viajó como marinero por Extremo Oriente, residió en Cuernavaca (México), Hollywood, la Columbia Británica e Italia- estuvo marcada por el alcoholismo y por numerosos accidentes y pérdidas de manuscritos. Las obsesiones gemelas que dominarían su vida - el alcohol y la literatura - estaban firmemente asentadas. Entre  la escuela y la universidad visitó los Estados Unidos y Alemania. . Después de Cambridge,  vivió brevemente en  Londres  que existen al borde de los años treinta conoció a Dylan Thomas , entre otros. A continuación, se trasladó a Francia, donde se casó con su primera esposa, Jan Gabrial, en 1934. Esta fue una unión turbulenta y, después de una ruptura, Lowry la siguió a Nueva York (donde él ingresó al Hospital Bellevue en 1936 debido al abuso del alcohol) y luego a Hollywood , donde probó suerte con el guión.

La pareja se mudó a la ciudad de Cuernavaca a finales de 1936, en un último intento de salvar su matrimonio. No tuvieron éxito, ya finales de 1937, Lowry se quedó solo en  Oaxaca, y entró en un nuevo período oscuro, de exceso alcohólico, que culminó en ser deportado del país.

Recorrer la filmografía de Huston es como subir a la montaña rusa. Pues firmó películas de corte muy diferente, aunque muchos de sus títulos tienen un rasgo común: los protagonizan perdedores, que pese a todo se embarcan en la aventura de sus vidas. Ocurre en ese film sobre la avaricia titulado El tesoro de Sierra Madre, pero también en la adaptación de Kipling de El hombre que pudo reinar, y en la caza de la ballena blanca de Moby Dick, basada en la novela de Melville. En el terreno del cine negro, además de El halcón maltés, entregó otras dos joyas: Cayo Largo y La jungla de asfalto, film que puso en el disparadero a Marilyn Monroe. Con ella hizo otro film de cualidades inefables, Vidas rebeldes, con guión de Arthur Miller, sobre unos cazadores de caballos salvajes, representantes de un estilo de vida en extinción. Huston fue amigo de escritores como Hemingway, y trabajó con Truman Capote, con quien hizo La burla del diablo. Su amor por la literatura le llevó a adaptar a Stephen Crane (La roja insignia del valor), Tennessee Williams (La noche de la iguana), Carson McCullers (Reflejos en un ojo dorado) y Flannery O'Connor (Sangre sabia). Podía caer en el cinismo del juez Roy Bean en El juez de la horca, o entregar una comedia deliciosa en La reina de África. Se atrevió con el musical (Annie) y el espectáculo bíblico (La Biblia (en su principio)), aun encontrándose como pez fuera del agua en ambos terrenos. Igual abordaba un film de fugas y fútbol (Evasión o victoria) que daba una vuelta de tuerca al género gangsteril (El honor de los Prizzi).

Explorador de nuevos terrenos hasta el final, su último film se título originalmente, de modo premonitorio, "Los muertos". Basado en un relato corto de James Joyce de su libro Dublineses, era una hermosa y lírica meditación sobre la vida y la muerte, rodada cuando sus capacidades físicas estaban ya muy mermadas. Y entregó una obra maestra, que parecía ilustrar unas palabras, escritas en sus memorias: "He vivido muchas vidas. Tengo tendencia a envidiar al hombre que ha protagonizado sólo una, con un solo trabajo, una sola esposa, en un solo país, bajo un solo Dios. Puede que no sea una vida excitante, pero al menos cuando tiene 73 años, él sabe que los tiene." ( datos de imbd)

 

"Casi hasta la mala poesía es mejor que la vida". Lowry

 

 

Bookmark and Share
Ver todos los posts de: Carlos Lombas Huerta


Universidad Complutense de Madrid - Ciudad Universitaria - 28040 Madrid - Tel. +34 914520400
[Información - Sugerencias]