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Cronopios sobre el cine húngaro

Carlos Lombas Huerta 23 de Octubre de 2012 a las 15:28 h

"- De todos los cafés del mundo, tuvo que elegir el mío"

Casablanca, Michael Curtiz

 

La verdad está en los contraluces, en el silencio, entre los tonos grises de la augusta y penetrante mirada, que delata, culpabiliza y acusa.

Se denuncia el abuso político, los abismos sociales, los regímenes extremos provocados por el clima, la familia, la sociedad, los invasores, o incluso por la contradicción ideológica que choca, cuando dictaduras autócratas, sumisiones o anarquismos innatos, se dejan domesticar, y en la sombra enlazan imágenes  para denunciar, mostrar o exhibir lo que tienen, lo que les falta, y con lo que no se conforman.

La visibilidad de la incertidumbre personal y nacional, un cuerpo a cuerpo radiografiando su identidad.

Disecciona la crisis de sus habitantes.

Visceral en lo íntimo, creando una religión de lo humano.

El miedo es el lienzo final donde se desdibuja a los extraños, sabiendo que son cobardes por naturaleza.

Interroga a los símbolos que someten al cuerpo.

Las personas son los fetiches que provocan los hechos.

No existen las inocencias.

Las filosofías son los únicos artificios.

Las imágenes presentan al espectador.

Mira la realidad de la historia húngara, anexionando su adn al tiempo, al espacio, y en el silencio, deglute sus aversiones y conflictos.

El cuerpo sigue siendo la fuente.

Todo puede ser adulterado, mejor vivir blindado.

El cine que nos mira es apocalíptico.

La delicadeza es ruda, aunque el corazón siente y protege lo que ama.

El tiempo desgasta el paisaje, los refugios y los rostros, para urdir otros más cercanos y reales.

La traición es un elemento más para sobrevivir entre los fascismos y sus ideales.

Se extiende está estética a la animación, al cine post-soviético, y es admirado por su introspección.

" Y en el fondo del barranco se hundió como un barco que sucumbe al agua verde, al agua verde y procelosa, a la mer qui est plus en été qu´en hiver, a la ola pérfida, Maga, según emnumeraciones que detallamos largo rato, emanorados de Joinville y del parque, abrazados y semejantes a árboles mojados o a actores de cine de alguna pésima película húngara."

Rayuela, Julio Cortázar, capítulo 1.

 "Un director de cine es un lector de las normas de tráfico. Un buen director de cine es un buen interpretador de un guión bueno. Y un gran director de cine es el que sabe ofrecer una visión distinta del mundo".

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