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El gran Gatsby

María Luisa Esteban Hernández 6 de Febrero de 2013 a las 15:05 h

 En 1925 Francis Scott Fitzgerald publica El gran Gatsby, considerada hoy por muchos como su novela más lograda. Es todavía un veinteañero pero lleva ya perteneciendo a esa clase de seres conocidos como "ricos y famosos" los últimos cinco años de su existencia.

 Sólo los últimos cinco, que no le venía de familia la riqueza. Hasta entonces iba tirando, trabajando en publicidad, escribiendo... Ni siquiera había conseguido terminar su carrera, abandonada en 1917 para alistarse en el ejército, en uno de cuyos campos de entrenamiento, por cierto, había conocido a Zelda Sayre, una joven de la mejor sociedad de quien se había enamorado locamente y con quien se había comprometido. Pero al fin Zelda, considerando insuficiente el status social del pretendiente, rompió el compromiso y él volvió al hogar paterno. 

Estando así las cosas, una casa editorial accede a publicarle su primera novela This side of Paradise, (A este lado del paraíso), convertida en superventas desde que ve la luz en marzo de 1920.  Este golpe de fortuna acaba de la noche a la mañana con todos sus problemas. Se casa con Zelda y en la euforia del triunfo se embarcan ambos en una escalada de fiestas y ginebra, de lujo y diversión. Dos años después su segunda novela, The Beautiful and the Bad, (Hermosos y malditos) es recibida también con las mejores críticas. Y The Great Gatsby, (El gran Gatsby), la tercera, resulta una nueva prueba, la más madura, del dominio expresivo del narrador.

Las tres reflejan el mundo alocado de aquella década que salida de la Gran Guerra parece afrontar la vida con alegre irresponsabilidad. Las tres son intensamente románticas y sentimentales. Y, de alguna manera, las tres giran en torno al éxito como puerta del placer y el fracaso como anticipo de la muerte.

En definitiva, Fitzgerald refleja en ellas un mundo fastuoso de abundancia y desenfreno: el de los ricos de vida vertiginosa, derrochando energía y dilapidando fortunas. Y es que ése es el medio en que él se mueve: un entorno de millonarios "hermosos y malditos", de rubias excéntricas y sofisticadas, de charlestón y descapotables, de americanos ociosos a caballo entre Long Island y la Riviera Francesa. Es su mundo, aquel que había soñado y tempranamente alcanzado. Y lo apuraría a lo largo de toda esa década que pasó a la historia como la Era del Jazz.

Tender is the night, (Suave es la noche), su cuarta novela, editada en 1934, es de todas la más autobiográfica. Y es también la más amarga. Con el cambio de década a la alegría de vivir ha seguido una ola de desesperanza. Ahora el público, que sin duda le asocia con ambientes rutilantes y frívolos, acoge su obra con indiferencia. Pero se engañan; esta vez no nos ofrece burbujas de champán, sino una desoladora historia de las miserias y trampas del amor, donde nos desnuda su bancarrota moral y material, en perfecta sintonía con la depresión colectiva que arrancara del crac del '29.

Porque su vida también ha cambiado de una manera trágica: las dificultades económicas que han sucedido a su irreflexivo despilfarro, la esquizofrenia de Zelda, manifiesta desde fines de 1929, el alcohol que le va minando progresivamente... todo le va hundiendo en su noche oscura y sumiendo en un estado de infelicidad.

Sus últimos años, años duros, los pasa en Hollywood escribiendo guiones para la Metro y componiendo, en medio de graves problemas financieros, su postrer novela, The Last Tycoon, (El último magnate), una descripción del mítico Hollywood "fábrica de sueños", que no llega a terminar porque un ataque al corazón acaba antes con su vida. Corría 1940. 

El genio precoz de Scott Fitzgerald que tanto prometía cuando se conoció A este lado del paraíso brilló por poco tiempo y su talento de alguna manera se frustró. Nos dejó una obra importante, sí, pero también, como en sus novelas, una vaga sensación de añoranza por lo que pudo llegar a ser.

El gran Gatsby, tal vez su mejor novela, constituye un libro fresco y hermoso que el tiempo ha convertido en símbolo de aquella época de locura festiva e irresponsable alegría. Su argumento, una historia romántica y melodramática: el amor imposible entre un muchacho modesto, Jay Gatsby, y una hermosa heredera, Daysy Buchanan, en un marco de decadente encanto.

En sus últimos años Fitzgerald nos dejó esta confesión respecto de su personaje de Gatsby:

"Es lo que siempre fui, un joven pobre en una ciudad rica, un joven pobre en una escuela de ricos, un muchacho pobre en un club de estudiantes ricos, en Princeton. Nunca pude perdonarles a los ricos el ser ricos, lo que ha ensombrecido mi vida y todas mis obras. Todo el sentido de Gatsby es la injusticia que impide a un joven pobre casarse con una muchacha que tiene dinero. Este tema se repite en mi obra porque yo lo viví."

Así pues hay en esta novela un componente autobiográfico lacerante, un acertadísimo retrato de época y por encima de todo un brillantísimo modo de narrar que la hace única y la llena de atractivo.

La atmósfera de ensoñación que flota en la historia, la manera sutil de desvelarnos el relativismo moral de sus personajes, de dibujar el mundo  de bellas apariencias en que sus conductas monstruosas se suceden... son quizá alguno de los elementos justificativos de la predilección que el cine parece sentir por esta novela respecto del resto de su producción literaria. Porque hasta hoy ha sido la más versionada de sus obras.

Y dicho entre paréntesis, también se interesó el cine en su peripecia vital como prueba el film Beloved infidel, (Días in vida) que Henry King realiza en 1959, con Gregory Peck y Deborah Kerr como protagonistas y que constituye una biografía del escritor centrada en sus últimos años.

Pero volviendo a su narrativa éste es, por orden cronológico, el balance de  adaptaciones al cine de sus ficciones:

1926, The Great Gatsby (El gran Gatsby), un película muda dirigida por Herbert Brenon de la que sólo nos han llegado escenas sueltas, porque lamentablemente ninguna copia se conserva.

1949, The Great Gatsby (El gran Gatsby), dirigida por Elliott Nugent, con Alan Ladd como protagonista.

1954, Last time I saw Paris, (La última vez que ví París), un melodrama dirigido por Richard Brooks e interpretado por Van Johnson y Elizabeth  Taylor, basado en su relato corto Babylon revisited, seguramente el más  autobiográfico de todos sus escritos.

1962, Suave es la noche, (Henry King), con Jennifer Jones y Jason Robards, una película basada en su homónima Tender is the Night que, igual que le ocurriera a la novela en 1934, no despertó demasiado interés, a pesar de tratarse de un film narrado con densidad e inteligencia.

1974, The Great Gatsby (El gran Gatsby), dirigida por Jack Clayton a partir de un guión que inicia Truman Capote y termina Coppola. Con Robert Redford y Mia Farrow como protagonistas, contó con una exagerada campaña de lanzamiento que paradójicamente perjudicó al film: se bombardeó con una moda Gatsby de peinados, ropa, zapatos..., una promoción que creó expectativas desmesuradas e hizo que en su estreno la película defraudara tanto al público, abrumado con semejante alarde publicitario, como a la crítica, que estuvo durísima. Pero lo cierto es que la imagen enigmática de Gatsby quedó desde entonces asociada a Redford, y vista con la perspectiva del tiempo la cinta es sin duda una bella película.

1976, The Last Tycoon (El último magnate), basada en su novela del mismo título adaptada al cine por Harold Pinter y dirigida por Elia Kazan. Contó con una espléndida música de Maurice Jarre, excelente fotografía, y un plantel de actores estupendos como Robert de Niro, Robert Mitchum, Jack Nicholson, Tony Curtis, Jeanne Moreau ... a pesar de lo cual no resultó ser la obra redonda que cabía esperar.  

1985, Tender is the Night, dirigida por Robert Knight para la TV americana, con Peter Strauss, Mary Steenburgen y Sean Young.

2000, The Great Gatsby, (El gran Gatsby: su historia), serie televisiva dirigida por Robert Markowitz, con Mira Sorvino y Toby Stephens en los papeles de Daysy y Gatsby.

2008, El curioso caso de Benjamin Button, (David Fincher), adaptación de  uno de sus cuentos, The courious case of Benjamin Button, con Brad Pitt como protagonista, alcanzó, esta sí, un éxito clamoroso, tal vez inexplicablemente clamoroso.

2013, The Great Gatsby, (El gran Gatsby), dirigida por Baz Luhrmann, con Leonardo DiCaprio en el papel principal y cuyo estreno se anuncia para el mes de mayo.

Diez obras de las que cinco son versiones de El gran Gatsby. La última, todavía sin estrenar, está levantando grandes expectativas. Aún conservamos en el recuerdo la imagen de Redford encarnando a Gatsby. Un actor tan brillante como DiCaprio tal vez consiga acercarse todavía más a la razón íntima de esa criatura debida al talento de Scott Fitzgerald. Pronto saldremos de dudas, pero lo que siempre será una certeza es que James Gatz, alias Jay Gatsby, figura por derecho en la nómina de los personajes literarios inmortales".

 

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