La regulación del oficio de los impresores y libreros en Francia se organiza progresivamente a partir de finales del siglo XVI. Con el fin de llevar un control más estricto de la producción impresa, se impone una petición de "privilegio" ante las autoridades, para toda obra que se desee imprimir y vender. De esta manera, a partir de ahora en el pie de la portada, debe figurar la mención o fórmula" con la Aprobación y Privilegio del Rey".
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