Cádiz durante el siglo XVIII se convirtió en una de las regiones más dinámicas y prósperas de toda España. La larga tradición comercial de sus costas, a lo que sumó el espaldarazo real con el traslado de la Casa de Contratación de Indias de Sevilla a Cádiz, hizo de esta ciudad, y del resto de municipios, núcleo de la actividad mercantil española. Cádiz se convierte en el único puerto capaz de comerciar con todo un continente, con América. Y aunque a finales de siglo se eliminara este monopolio comercial al abrir a más puertos la potestad de comerciar, Cádiz siguió con una intensa actividad mercantil.
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