Los vampiros están de moda. Vampiros adolescentes, vampiros que han salido del ataud, con alma o sin ella... Algunos se pasean a la luz del día (nublado eso sí) y no les afectan los ajos; otros son más conservadores en esos aspectos pero fuman, beben y se emborrachan. Y casi todos tienen algo en común: son vampiros enamorados, con pasiones más o menos imposibles y prohibidas y, sobre todo, son buenos (buenísimos en algunos casos), tan buenos que, a pesar de sus instintos y de su propia naturaleza, han renunciado a su sed de sangre humana y se conforman con la de animales o con sucedáneos japoneses.
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