Estoy en uno de esos períodos en los que casi no tengo tiempo para leer. Sobre todo debido a las obligaciones del trabajo, pero también a esa red de cuidados y afectos que conforman nuestra existencia, veo como los informes (técnicos, ejecutivos y también extensos), las reuniones, los encuentros con amistades o el tiempo con mi pareja pasan por delante de las novelas, los ensayos, las poesías... No dejo, en la medida de lo posible, de acudir a espectáculos o a exposiciones o a cenas con amigos pero el tiempo de estar a solas con mis lecturas mengua inexorablemente.
[Seguir leyendo] Comer o no comer