Sólo tenemos la verdad que somos capaces de creer (p. 31).
Francis Bacon es un científico con buenas dotes para la física teórica y escasas para comprender las relaciones amorosas. Nacido el mismo día que se divulga la noticia de que Eisntein ha acertado con su E=mc2, trabaja en el Instituto de Estudios Avanzados de Princeton, donde coincide con grandes figuras científicas como von Neumann (con quien tiene una estrecha relación), Veblen, Gödel... y hasta se atreve a perseguir a distancia a Einstein en sus paseos.
Como manera de enjugar un contratiempo laboral y de distanciarse de una atadura afectiva, se alista en el ejército en la mitad de la Segunda Guerra Mundial, destinado a Inglaterra con un objetivo: encontrar a los científicos que colaboraron en el desarrollo de las V1 y V2 y que rondaban el descubrimiento de la bomba atómica; y, con la guerra ya acabada, a la persona que se convirtió en todopoderosa decisora en el ámbito científico del Estado alemán: Klingsor en su nombre clave.
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