¿Sabéis leer? Yo estoy en ello. Aprender a leer significa bastante más que aprender a leer las letras, las sílabas, las palabras, a entonarlas formando frases y a hacerlo con velocidad. Se puede leer mucho y en realidad no haber leído nada. Debo decirlo: desconfío, por principio, de los coleccionistas de lecturas. Con frecuencia esa gente que parece haberlo leído todo (todo lo de moda, las más de las veces, y poco más) se parece demasiado al tópico occidental del turista japonés, que, por querer ver y fotografiar todo lo que se supone que hay que ver y fotografiar, en realidad no se entera de nada.
El libro La historia comienza. Ensayos sobre literatura (Siruela, 2007) de Amos Oz es una interesante reflexión sobre lo que significa leer literatura, sobre el hecho de que el placer que proporciona es directamente proporcional a una lectura pausada, comprensiva y activa por parte del lector: "Los anuncios de los periódicos tientan a algunas personas a hacer toda clase de cursos de lectura rápida: por una módica suma, nos prometen que nos enseñarán a ahorrar un valioso tiempo, a leer cinco páginas por minuto, a recorrer la página en horizontal, a saltarnos los detalles y a llegar rápidamente a la última línea. Las sugerencias que he ofrecido en este volumen, diez breves ojeadas a los contratos iniciales de diez novelas o relatos, pueden servir de introducción a un curso de lectura lenta: los placeres de la lectura, como otros goces, deben consumirse a pequeños sorbos."
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