Sólo cuando la balanza se inclina definitivamente hacia un lado vuelve a entrar en acción la razón después de la pasión, para cobrar las ganancias: sólo cuando la victoria está decidida, Fouché se decide..., así fue en la Convención, así bajo el Directorio, bajo el Consulado y bajo el Imperio. En la lucha no está con nadie, al final de la lucha siempre con el vencedor. (p. 232)
Fouché desprecia tanto a los hombres porque se conoce demasiado bien (Talleyrand) (cit. en p. 164)
Siempre me han gustado las biografías. Mis manos infantiles manosearon hasta oscurecer las páginas cerradas de Dime Quién es. Uno de los primeros libros "de los de verdad" que leí fue la biografía que de Maria Curie escribiera su hija Eva.
Les han seguido muchas otras, autobiografías o no, alguna comentada aquí. Una de las que espera cercana a mi mesita de noche son las Memorias de ultratumba de Chateaubriand, recomendadas como paradigma de las biografías por Alberto Manguel, que abarcan una parte interesante de la historia francesa, con la Revolución como elemento clave. En este sentido, siempre me he preguntado cómo sería la biografía y/o la autobiografía de Talleyrand, que fue capaz de estar casi siempre en primer plano desde Luis XVI hasta Luis Felipe, en un tiempo con no precisamente escasos cambios de poder en Francia. Comentaba esto con una compañera, que me dijo, "Pues entonces... mucho mejor Fouché, de Zweig." Yo sabía que Fouché había sido el policía de Napoleón; pero no que su trayectoria se había parecido a la de Talleyrand. Por eso, hace unos días, cuando estaba buscando un libro de cuentos (que también compré), me acordé de la recomendación, lo encontré y lo leí.
[Seguir leyendo] Cambiar no forma parte de mi carácter