Llegó a mis manos -antes a la vista por el color azulado de su tapa- Golowin de Jakob Wassermann (1873-1934). La editorial Navona, desconocida para mí hasta ese momento, había conseguido, con finura y precisión, destacar su libro entre el vasto bosque literario. El color, «tan azul como si de él pudieran crearse mil años de cielo azul», hace honor a una de las frases más poéticas del relato. Una sentencia certera, inamovible e incontestable de Tomas Mann en su portada: «Wassermann es la estrella mundial de la novela»; aporta el veredicto final, ya poco importaba de qué tratase, Golowin se había convertido en un ineludible.

Una vez destripado, se encuentra un fino acabado, papel grueso y tipografía grande y clara; mancillada la edición por dos leves erratas tipográficas que emborronan el libreto, pero da igual porque uno ya está inmerso en la razón, la prudencia y el valor de María von Krüdener. Una mujer que cabalga entre dos culturas -al igual que Wasserman- y que, en plena revolución rusa, deberá huir del país llevando a cuestas a sus cuatro hijos, tres sirvientas y todo ser humano que necesite una mano cándida, suave y blanca que le aporte fortaleza.

La perseverancia y fidelidad a su marido Alexander, marchado al frente anglo-ruso al estallar la Revolución, incitan a María a buscar a su otro yo, como polos opuestos que están irremediablemente avocados a encontrarse. La novella, en su acepción italiana, se lee de corrido, no da pié al respiro y su poco más del centenar de páginas pasan volando en un diálogo constante y perturbador.

Desde la piel de María von Krüdener se muestra a la clase alta que trata de vivir con sus lujos y pasiones en medio de una revolución que triunfaría a todas luces. María protagoniza la historia, nos es narrado su camino, su capacidad para entender al prójimo, sus convicciones. Los avatares propios de una huida nos conducen velozmente al último tercio de la narración donde aparece el personaje que da nombre al libro.

En una noche a la luz de la Luna, en una sucia y destartalada buhardilla da lugar un combate feroz entre María y Golowin. Un combate dialéctico en el que la inteligencia y el razonamiento son más efectivos que cualquier manotazo en el rostro. La tensión, el honor y la pasión conformarán un licor puro que embriagará la mente del lector. Dos formas de pensar que conducirán a un estallido de toda idea preconcebida socialmente. Wassermann muestra todo su talento en una de las conversaciones más intensas y conmovedoras que se escribirá en mucho tiempo.