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Doctor Zhivago, de David Lean: una buena adaptación de una gran novela

Rafael Sánchez-Grande Moreno 22 de Febrero de 2016 a las 12:47 h

Trasladar una obra literaria al lenguaje visual de la gran o pequeña pantalla no es siempre una tarea fácil. ¡Cuántos grandes libros han dado lugar a versiones cinematográficas mediocres, cuando no francamente malas! Un ejemplo muy reciente lo tenemos en la fallida, a mi juicio, "Palmeras en la nieve", la adaptación de la novela homónima de Luz Gabás. El guion, que suprime totalmente la intriga del texto original, y la mala interpretación de alguno de sus protagonistas, son los dos principales culpables de este fiasco. No es lo mismo versionar una obra literaria actual que una clásica; el lenguaje cinematográfico, en las últimas décadas, ha ido permeabilizando sensiblemente el lenguaje literario, lo cual facilita luego el trabajo del guionista a la hora de escribir la adaptación. No se narran ya las cosas de la misma manera que lo hacían los escritores del siglo XIX o de la primera mitad del XX. La literatura actual tiende a ser cada más visual, con un ritmo generalmente rápido, donde se van encadenando una serie de secuencias interrelacionadas, como en una película, con el propósito de atrapar el interés del lector. Esto es especialmente así en el mundo de los best-sellers más comerciales y un buen ejemplo son las novelas de Dan Brown. Aunque por lo general, la película suele ser peor que su antecesora literaria,  la historia del cine nos ha dejado  algunas muestras de filmes que en nada desmerecen a las obras escritas originales. Una de ellas es sin duda Doctor Zhivago de David Lean. He querido aprovechar que este año se cumple el cincuenta aniversario de su estreno, para hablar de esta adaptación de la novela de Pasternak.

 

Boris Pasternak concibió su novela como una gran epopeya ambientada en su país, Rusia/URSS, en las primeras décadas del siglo XX. Arrastrados por la vorágine de unos hechos históricos que conmovieron al mundo entero, los personajes pugnan por sobrevivir, por controlar unas vidas que se les escapa de las manos. Esta sensación de ser arrastrados por una corriente contra la que no se puede luchar, en el marco de unos brutales acontecimientos, convierte al libro en un desgarrador grito de angustia por una humanidad que parece desvanecerse, diluirse entre ideologías y guerras. Para ello, Pasternak concibe una obra que podríamos considerar en buena medida como coral. A parte de los dos protagonistas  principales, Yuri y Lara, van desfilando por sus páginas un gran número de  personajes secundarios, que participan en otras historias que parten de la trama principal. Podríamos, pues, decir, que la novela sigue una estructura arbórea, con múltiples ramas que arrancan de un tronco central, por donde transitan numerosos personajes que se encuentran y reencuentran a lo largo del libro. Esta forma narrativa es especialmente evidente en la primera mitad de la obra, la más difícil de seguir por el lector, que se pierde entre tantos relatos paralelos. En la segunda mitad, sin renunciar del todo a las tramas adyacentes, Pasternak parece querer sin embargo centrarse más en la historia de Yura y Larisa.

Por su evidente crítica política y su contenido humanista, la obra no fue bien recibida por las autoridades soviéticas. Su autor sufrió en sus propias carnes la ira de la censura; fue expulsado de la Unión de Escritores Soviéticos y la novela no pudo ver la luz en la URRS hasta 1988, tras la llegada de la Perestroika. El rechazo que provocó en su propia patria fue contrarrestado por la buena acogida que tuvo fuera de ella. El libro fue publicado por primera vez en Italia en 1957, con tal éxito, que tan sólo un año después su autor consiguió al fin el Premio Nobel de Literatura, si bien tuvo que renunciar al mismo por presiones del gobierno ruso.

Cuando David Lean decidió adaptar el texto de Pasternak al cine, encargó a Robert Boit la elaboración del guion. Ambos habían trabajado juntos unos años antes en otra obra maestra: Lawrence de Arabia.  La tarea que tenía Boit por delante no era fácil. Trasladar la estructura de una novela tan compleja, directamente a la gran pantalla, habría supuesto que el espectador se perdiera a los diez minutos de iniciarse el metraje y probablemente que se aburriera a la media hora. Era necesario, pues, simplificar la trama, hacerla más entendible al público general. Para empezar utilizó conjuntamente dos viejos recursos: el flashback y el personaje- narrador, que rompen la estructura original de la novela. Así, el relato arranca temporalmente en el final para retroceder a continuación hasta el principio, gracias a uno de los personajes secundarios del libro, Evgraf, el medio hermano de Yura, que va desgranando la historia en primera persona a la hija de Yuri y Lara. Su voz en off se convierte así en el hilo conductor de toda la película y le ayuda a conferir una unidad  y una inteligibilidad que la novela carece.

 El segundo cambio importante es la eliminación de la mayor parte de las historias paralelas que jalonan todo el libro, así como los personajes que las protagonizan. Es decir, si como he dicho antes, la obra literaria tenía una estructura arbórea, Boit poda todas las ramas de ese árbol, dejando sólo su tronco principal: el romance de Yuri y Lara. Se esfumaron por tanto del celuloide una gran cantidad de relatos, de luchas por la supervivencia, de debilidades humanas retratadas por Pasternak, pero que habrían enredado y  alargado demasiado la duración del filme. Además, se omitieron también algunos momentos de ese tronco narrativo principal, que el director y el guionista debieron de considerar irrelevantes para el desarrollo de la historia. Es el caso de la infancia de Yuri, que ocupa los primeros capítulos de la novela, pero que es liquidada en la película en pocos minutos. Lo mismo ocurre en su parte final, cuando, tras separarse definitivamente de Lara en Varykino, Yuri regresa a Moscú, en un viaje lleno de peripecias, y trata de rehacer su vida junto a Marina Markelovna, con la cual tendrá dos hijas. En la película, Zhivago saltará prácticamente de un plumazo desde Varykino hasta el trágico día de su muerte en un tranvía moscovita. Por cierto, que en esa célebre escena, el elemento que desencadena el infarto al protagonista es la ansiedad que siente al creer ver a Lara entre los viandantes de la calle. Esto no es así en la novela, donde simplemente Yuri empieza a sentirse mal y fallece. Un añadido romántico al guion para acentuar más el carácter melodramático de la historia.

Hay una omisión en la película, sin embargo, que no comparto: la reaparición en Varykino de Pavel Antipov / Strélnikov, tras la partida definitiva de Lara, y su diálogo esclarecedor con Yuri. Pavel cae en desgracia ante las nuevas autoridades y pasa de ser un héroe de la revolución a un fugitivo, que acude a Varykino  en busca de Lara, pero que sólo encontrará a un Yuri desolado. Ambos personajes tendrán una reveladora  conversación, donde quedará patente la compleja y tormentosa personalidad de Pavel y los motivos que le llevaron a convertirse en un sanguinario criminal de guerra. Finalmente éste terminará suicidándose de un tiro en mitad de la nieve. De esta manera, Antipov, se dibuja como uno de los personajes con una psicología más profunda de toda la novela. Sus crímenes le hacen odioso ante el lector y sin embargo, es a la vez muy humano, inseguro, vulnerable. En el filme, Pavel pierde gran parte de esa carga psicológica y se desdibuja un tanto, quedando relegado casi a un segundón en la trama. Creo que Boit debería haber recuperado para la película al menos esa escena final en Varykino. Habría supuesto apenas unos minutos más en su duración y Antipov habría recibido el tratamiento que se merecía, con toda su complejidad.

Por último, añadiré que la crítica política que hace Pasternak en su novela, en la película pierde peso, centrándose ésta más en la historia de amor de los dos personajes principales. A Lean le interesaba subrayar el carácter melodramático del relato, la relación prohibida entre Yuri y Lara, sus pensamientos contradictorios, sus remordimientos, su lucha contra un destino que les terminará alcanzando y arrastrando, una vez que el breve paraíso terrenal de Varykino termine desmoronándose. Es el gran drama del filme y el periodo histórico en el cual  se desarrolla es un simple telón de fondo.

Estamos, en mi opinión, ante una de las más hermosas películas de la historia del cine. Pero toda obra maestra del séptimo arte ha de asentarse sobre un guion sólido y acertado, y este caso no es una excepción. No es de extrañar, pues, que la labor de Boit fuera premiada con uno de los 5 Oscars que obtuvo la película; premio que ayudó a catapultar su carrera en los años siguientes, firmando los guiones de filmes tan emblemáticos como "Un hombre para la eternidad" de Fred Zinnemann o "La misión", de Roland Joffé.

De las múltiples ediciones de la novela de Pasternak habidas en nuestro país, quisiera destacar la que Galaxia Gutenberg sacó en 2010, para conmemorar el cincuenta aniversario de la muerte del autor, y que tiene el mérito de ser la primera traducción directa al español de la versión original en ruso, gracias al trabajo de Marta Rebón.

 

 

 

 

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