El material humano es el compendio de 5 cuadernos y 4 libretas en los que Rodrigo Rey Rosa nos va contando desde sus sueños (los que tiene cuando duerme) hasta los hallazgos que realiza en el Archivo de la Policía de la ciudad de Guatemala. Es un mosaico intermedio entre el diario y el cuaderno de notas, que comienza con ejemplos casi kafkianos de fichas policiales de criminales realizadas por bailar tango, por jugar a la pelota en la vía pública, por desobedecer a su padre, por ser indio (y no tener cédula)... o sin motivo.

La violencia latente de una sociedad ("Este es un buen país para cometer un crimen") inmersa en muchos años de conflictos se revela con el cotidiano devenir del propio autor, con los acontecimientos que se suceden en el momento histórico que narra, con la historia -contada por su hijo- de una especie de CSI (jefe del Gabinete de Identificación) que firmaba todas las fichas, con el pasado de unos y otros (adivinado o imaginado) en clave de paramilitar, guerrillero, secuestrado, secuestrador... Hasta uno de los libros que lee, y que más menciona (el Fouché de Zweig) ayuda a alimentar la misma atmósfera (plagada de citas de autores, muchas de Voltaire) que impide que mi mente deje de pensar en las ideas que Antonio González Quintana planteó el mes pasado en la mesa redonda Derechos humanos, bibliotecas y archivos.

Curiosa e interesante obra, alejada de los cánones clásicos y de la que el propio autor comienza diciendo "aunque no lo parezca, aunque no quiera parecerlo, ésta es una obra de ficción" para acabar con una "elocuente" nota: "Algunos personajes pidieron ser rebautizados".