He leído este libro sin parar hasta acabarlo, lo que ya es un buen indicio siendo yo más bien un lector de tebeos. Y antes de terminarlo, he comprado entradas para uno de los próximos conciertos del autor, que es pianista y tendremos la suerte de tener en mi ciudad dentro de unos meses: no se puede negar que me ha llegado.

En pocas palabras, en esta obra el autor nos cuenta su vida, determinada por haber sido violado en su infancia durante cinco años, y haber estado a punto de destruirse por ello. Hablarnos de este drama personal le lleva también a hablarnos con entusiasmo de música clásica, de la historia de algunas piezas fundamentales y de sus creadores, que le sirven para encabezar o presentar cada uno de los capítulos. Además, argumenta que hay que cambiar la forma de dar a conocer la música culta, prescindiendo de los muchos rituales que la encorsetan y la hacen inaccesible. Él opta por acompañar la música con referencias a acontecimientos vitales que motivaron a los autores en su creación, y con valoraciones que pueden parecer informales pero que predisponen a la escucha. Para facilitarla, todos los temas recomendados por el autor, en sus versiones preferidas o en su propia interpretación, están en Internet y nos invita a oírlos mientras leemos su autobiografía

Quizás no se trate de un texto redondo, pero me ha gustado mucho, y su lectura hace pensar e instruye, lo que explica su éxito editorial, estemos o no de acuerdo con algunas de sus ideas. El libro sobrecoge desde la primera página, porque nos explica con toda crudeza cómo la brutal agresión sexual sufrida le hizo vivir durante el resto de su infancia, juventud y primeros años de madurez con sentimientos de culpa, vergüenza, autoagresiones, adicción a las drogas y el alcohol, y todo tipo de trastornos de personalidad, sufrimiento y dolor insoportables. Nos lo cuenta con un estilo directo y franco, que creo que el traductor consigue trasmitir de modo muy natural en la versión castellana.

Afortunadamente, James Rhodes sobrevivió a la violación padecida de los cinco a los diez años porque supo encontrar algo que le ayudó a escapar mentalmente: la música. A lo largo de su vida el amor a la música, a pesar de etapas de crisis y recaídas, le permitió resistir las tentaciones suicidas y las depresiones que lo llevaron a psiquiátricos y tratamientos farmacológicos brutales. La música, pero también algunos buenos amigos, su madre, su hijo y su actual pareja: tenerlos al lado en los momentos duros demuestra que a pesar de todo también ha sido una persona con suerte, y por eso en la lectura encontramos abundantes agradecimientos a quienes le comprendieron, le amaron, le financiaron o le dieron vías de escape.

El apasionamiento que expresa al hacernos sus recomendaciones musicales hace que éstas resulten convincentes, y de pronto es fácil verse buscando en Youtube y en Spotify las obras que nos cita en estas apresuradas memorias.  Poner a disposición en Internet la banda sonora de la novela es algo que acaba de hacer igualmente Rosa Montero con su último libro, "La carne", y es una suerte tanto para el autor como para el lector. Pueden compartir la música que inspira y crea el ambiente, las sensaciones que el escritor relaciona con su texto, y el lector puede ponerse más en la piel del creador y disfrutar sus propias emociones.

Rhodes es un autor hábil y joven, pues solo tiene cuarenta años vividos intensamente en lo bueno y en lo malo. Superar dificultades tan enormes y acabar convertido en escritor y concertista de éxito, hacer programas de televisión y propuestas innovadoras en el mundo de la industria y la promoción de la música clásica, demuestra que James Rodhes es una persona con una alta capacidad intelectual y sobre todo comunicativa. La pregunta inmediata es si nos manipula, si nos ha enganchado con la expresión cruda de su dolor para, a continuación, hacernos promoción de sus discos y sus conciertos. Yo creo que no, y aunque así fuera me parece que tiene derecho a ser sincero y darnos a conocer la agresión por la que pasó, las consecuencias que tuvo y cómo a pesar de todo se puede salir adelante y aprender a vivir de nuevo. Eso lleva a otra pregunta: ¿acaba en el libro incurriendo en los tópicos de la autoayuda? Para mí no, es comprensible que quiera dar consejos bienintencionados quien sabe de primera mano lo que de verdad importa para superar la adversidad y sentirse bien con uno mismo y con los demás.

El libro tuvo problemas para publicarse porque su primera esposa se opuso legalmente, considerando que su difusión podría afectar negativamente al hijo que tienen en común. Pero los jueces reconocieron que tenía derecho a contar su propia historia, y gracias a ello la conocemos, poniéndonos en situación de comprender y sensibilizarnos sobre la dureza del sufrimiento de las personas que han sido víctimas de abuso, y pensar en el significado de la música para la vida de quienes tienen el placer de disfrutarla.

A través de estas memorias vemos también cómo muchos de los más geniales compositores tuvieron vidas desgraciadas, con penalidades y amarguras, y cómo la música más magistral ha surgido del desgarramiento. Eso me ha hecho recordar una gran novela que aprovecho para sugerir, Doktor Faustus, de Tomas Mann, a quien quiera profundizar en filosofía de la música, genialidad, vida y destino de la mano de Schönberg, Nietzsche o Adorno.

Dijo Nietzsche en El crepúsculo de los ídolos que sin la música la vida sería un error. Nunca es tarde para iniciarse o recuperar el gusto de escucharla, ahora que es tan fácil tenerla como telón de fondo, por ejemplo mientras trabajamos o leemos. El problema es que quizás su poder evocador nos hará evadirnos, ensimismarnos o desconectar... ¿el problema?