Charles M. Doughty, Arabia deserta, prólogo de Lawrence de Arabia, La Coruña, Ediciones del Viento, 2006.
Arabia deserta de Charles M. Doughty es uno de los libros de viajes clásicos sobre el desierto de Arabia, y uno de los más tempranos, pues se publicó en 1888 en una edición en dos volúmenes, a partir del viaje que realizó el autor en los años 1873 y siguientes. La obra fue conocida y valorada por el gran público a partir de la década de 1920, gracias a la edición que de ella hizo Lawrence de Arabia.
Charles M. Doughty (1843-1926), tras diversos viajes por Europa y norte de África, recorre Siria, Líbano, Palestina y Egipto. Aprende árabe y en esas tierras oye hablar de unas ruinas arqueológicas en el desierto de Arabia, las ciudades de Salih, que decide visitar. Se internó en el desierto y durante dos años y medio viajó por diversas rutas, en compañía de beduinos y nómadas, viajando también a algunas ciudades y oasis.
Empieza el libro cuando el autor se suma a la caravana del Hach que partía de Damasco. Esta caravana es la que llevaba a los peregrinos a las ciudades santas de Medina y La Meca. Él, como cristiano y extranjero, tiene vedada la entrada a las ciudades sagradas, pero es el único medio que encuentra para aproximarse a las Ciudades de Salih. La descripción que hace Doughty de la caravana es muy detallada, desde la organización de un grupo tan numeroso en hombres y camellos, como duermen, las tiendas, lo que comen, los pozos, las noches de campamento en torno al fuego, la dureza del camino que se cobra muchas vidas. De hecho, es demoledor cuando relata cómo a los hombres enfermos o ancianos que no pueden seguir los abandonan en mitad del desierto a su suerte, que suele ser una muerte segura. ¡Y eso que es una peregrinación sagrada por motivos religiosos! Y mientras, el camino de arena, piedras, areniscas, etc.
En un momento, abandona la caravana y llega a una fortaleza cerca de las ciudades de Salih, ruinas a las que le cuesta llegar pues nadie le quiere guiar. Por fin las conoce y las describe, impresionantes. Se trata de un conjunto de diferentes tumbas excavadas en la roca y adornadas con grandes puertas con frontispicios y otras decoraciones, "como los de Petra". Efectivamente, era la segunda ciudad más importante de los nabateos (s. IV a. de C.-s. I d. C.) y en 2008 ha sido declarada Patrimonio de la Humanidad. No cabe duda que la visita y descripción de Doughty fue un hito para su época.
Tras Salih sigue recorriendo el desierto, unas veces conviviendo con los beduinos de diferentes tribus, base de la débil organización social del desierto, haciendo la vida nómada que ellos hacen, y otras en diferentes ciudades como Teyma, Hayil, Jaybar, Boreyda, Aneyza, y Ta'if.
Son innumerables las descripciones interesantes de la vida del desierto, como las reuniones del mechlis, en las que los hombres de un lugar se concentran a diario para compartir los sucesos del día, comentar las noticias o novedades, impartir justicia, o simplemente, estar juntos. Precisamente, el Majlis (tal como se escribe en las fuentes de la Unesco) ha sido inscrito en el año 2015, como patrimonio inmaterial de la humanidad por la Unesco, dado su carácter de espacio cultural y social de los Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudí, Omán y Qatar.
En el desierto sobresale la lucha por beber, agua muchas veces corrupta que encuentran en pocos lugares, o por comer, dado los escasísimos alimentos, a base de dátiles, leche o suero de camello, alguna rara vez algo de carne de cordero, y en las ciudades una especie de gacha hecha con cereal. Le llama la atención lo famélicos que están las gentes del desierto y, de hecho él termina delgadísimo y enfermo de la mala alimentación.
No evita hablar de lo que no le gusta, especialmente la costumbre de esconder el rostro de las mujeres tras velos y mantos y, sobre todo, el fanatismo de algunos musulmanes que, seguidores del rigor wahabista, le ocasionan muchas situaciones de peligro por su condición de nasrani, cristiano. En varias ocasiones le amenazan las turbas, está a punto de ser asesinado por algún árabe o es abandonado sólo en el camino.
Describe los animales del desierto, especialmente el camello y la yegua, las ciudades oasis, las plantaciones de palmeras, las diferentes clases de dátiles, las casas de adobe, la corte del jeque Ibn Rashid en Hayil, la costumbre de la hospitalidad del café, y la del "pan y la sal", que una vez que lo compartes quedan aparcadas las diferencias. El se gana muchas veces el sustento a base de vender sus medicinas.
La mirada de Doughty es humana, pero desapasionada y realista e igual que se enerva, aunque siempre conservando la sangre fría, con los fanáticos que le amenazan por razón de la religión, escribe con compasión de algunos desheredados del mundo que le tratan con bondadosa humanidad. En general, aún con todas las divergencias por su escaso sentido de la sinceridad o de la palabra dada, Doughty se encuentra más cómodo con los beduinos del desierto que con las gentes de las ciudades que le parecen más peligrosos, más fanáticos y menos generoso. De mucho interés son los conflictos que ve entre las diferentes tribus, entre los Rashid y los Saud (que son la actual dinastía gobernante de Arabia Saudí), el gobierno del Imperio Turco, bajo cuyo dominio estaba esta tierra en aquella época, etc.
Pero lo que sobresale en toda la obra es la descripción del desierto, con todos los matices dependiendo de por donde vayan: el Harra, o zona volcánica del noroeste, con rocas basálticas, lavas petrificadas, etc. Las zonas de los wadis, lechos secos de antiguos ríos; el desierto de arena, no el más frecuente, y, sobre todo, el desierto pedregoso (no en vano a parte de estas tierras las llamaban Arabia Petrea). Es un desierto desolado, amenazador, estéril, devastador, duro y cruel, en el que las noches son muy frías y el calor del día es sofocante, muchas veces entorno a los 40º. Pero también es hermoso y, cuando tiene que huir de las peligrosas ciudades le parece hasta acogedor.
Después de vagar durante dos años y medio por Arabia, y haber estado a punto de morir de enfermedad o ser asesinado en varias ocasiones, Charles M. Doughty consigue llegar a Yedda y de allí volver a Europa, donde años más tarde publicará este magnífico y fascinante libro de viajes. Imprescindible si se quiere entender algo mejor el difícil, desconocido y complejo mundo de las culturas actuales de Arabia y el Golfo Pérsico.
La edición de Ediciones del Viento es abreviada, pues la obra completa es larguísima. Bien traducida, sólo se echa de menos un mapa de la zona con las etapas del viaje señaladas y, quizás, alguna foto. Va precedida del prologo que escribió T. E. Lawrence para la edición de 1921:
"... la primera obra indispensable sobre los árabes del desierto... Llevar a cabo un viaje semejante habría sido todo un logro para cualquiera. El Sr. Doughty no se dio por satisfecho hasta lograr que el libro justificara el viaje tanto como el viaje justificaba el libro: y en ambas artes, viajar y escribir, tardará mucho en encontrar un rival digno de él".