Yo, obviamente, sucumbí a los encantos de tan sugerente denominación.
Para cualquier persona que se dedique a los libros, ya sea desde el punto de vista de escritor, editor, bibliotecario o para cualquier lector, por qué no, un título como La biblioteca de los libros rechazados ejerce una atracción irresistible.
Ahora bien, los que llevamos los libros en nuestra mochila profesional, en nuestro quehacer diario, vemos a esos objetos como a nuestros hijos, nuestros pequeños (aunque tengan tanta edad como un códice medieval o un incunable) a los que debemos cuidar, atender, e incluso mimar.
Con estas premisas, el que yo leyera "los libros rechazados" supuso un cierto dolor, una pena ante estas pobres "criaturas" que parece que alguien había abandonado. Es como si hubiesen abandonado a mi animal-mascota.
No en vano los libros, al igual que los animales domésticos, son seres desvalidos, desamparados, desprotegidos, vulnerables y no voy a decir que con sentimientos, para que nadie piense que he perdido la razón. Pero los profesionales de los libros sí que sentimos (me tomo el atrevimiento de hablar en mi nombre y en el de todos mis colegas) y nos parece que sin nosotros los libros no podrían vivir. Yo veo que es el personal bibliotecario quien ayuda al libro en su camino de la editorial o librería a la biblioteca, quien le acompaña de la mesa del despacho al estante que será su hogar durante mucho tiempo, quien se preocupa de clasificarlo correctamente para que ocupe el lugar adecuado junto a sus compañeros, quien vela para que vuelva a su sitio correcto después de que un usuario se lo haya llevado en préstamo. Al leer este título, sentí el tremendo deseo de "ocuparme" de esos "hijos desamparados" de la novela; al menos, de averiguar qué había pasado con ellos, quiénes eran esos seres desvalidos, abandonados, "rechazados". Y así me sumergí en la novela, que empieza hablando de otro autor y de otra historia de libros rechazados.
En las primeras páginas de esta novela se hace referencia a la obra del escritor estadounidense Richard Gary Brautigan (1935 - 1984) quien, en su novela The Abortion, imagina una biblioteca de obras inéditas (The Library for Unpublished Works) y que, en su homenaje, se hizo realidad en la Brautigan Library de Burlington (Vermont), un lugar no muy conocido en España. Pero da la casualidad que yo estuve en la ciudad de Burlington hace ya unos cuantos años, y empecé a recordar aquel mi primer verano en Estados Unidos. Parecía, pues, que algo en mi destino me estaba impulsando a escribir esta reseña.
Sin embargo, en este post, yo me estoy refiriendo a la biblioteca de la novela de David Foenkinos, que está en la Bretaña francesa, en la localidad de Crozon. Desafortunadamente no he leído The Abortion, de Brautigan. Ahora tendré que leerla.
En la obra de Foenkinos, la condición fundamental para ser un libro rechazado es no haber sido aceptado por editorial alguna para su publicación. Es, por tanto, una biblioteca de manuscritos. Y a mí, esta categoría de libro rechazado, me ha llevado a varias reflexiones según iba leyendo la novela. ¿Cuántos libros rechazados no habrá habido en la historia de la humanidad?; ¿qué cantidad de conocimientos habrán caído en el olvido?; ¿qué enorme número de teorías, pensamientos, reflexiones, poesías, tramas argumentales... no habrán sido nunca leídos más que por sus creadores y, con suerte, por un reducido círculo de familiares y amigos? ¿No se habrá perdido la humanidad un sinfín de páginas escritas realmente valiosas? Los libros que han llegado a nosotros, ¿son verdaderamente los mejores?; los criterios que hayan decidido qué libro se publica y cuál no, ¿habrán sido los más certeros y adecuados? Invenciones, descubrimientos científicos, teorías médicas... ¿no habrán aflorado mucho más tarde, simplemente porque un editor le dijo primeramente que no a su autor?
Foenkinos nos va llevando en esta novela por una trama amena e interesante, basada en las relaciones humanas, fundamentalmente las relaciones de pareja, de varias parejas, que tienen algo en común con el pueblo de Crozon. Bien porque vivan allí, bien porque vayan de vacaciones o bien porque el argumento
de la novela los lleve hasta allí.
El lector se encuentra ante una especie de "thriller" o novela de misterio, en relación con las vicisitudes de un determinado libro y su autor que, como no, procedente de la biblioteca de los libros rechazados, se convierte en el hilo narrativo de la historia. El desenlace clarifica muchas cosas en relación con el libro
protagonista de la novela y con los personajes que gravitan a su alrededor.
En definitiva una novela agradable y fácil de leer, muy recomendable, por mi parte, a todos los amantes de los libros y, también, a los que gustan de adentrarse en el complejo mundo de las relaciones personales.