Temas como la sexualidad a dia de hoy, las uniones entre parejas del mismo sexo, las nuevas formas de exclavitud y pobreza, la unión libre, la libertad religiosa, el uso de métodos anticonceptivos, de la pastilla del dia siguiente, la ecología, finanzas...

¿Quién soy yo para juzgar? ofrece muchas más lecturas que un simple relato de una persona creyente. Asuntos muy variopintos y que no están relacionados única y exclusivamente con la religión. Temas tratados con un nivel religioso y nivel humano por igual, y que por te hacen olvidar por completo el autor de la obra.

Realmente, ¿te has parado a pensar algún día quién eres tú, para inmiscuirte en la vida y los derechos de otras personas, o de otras formas de vida? ¿Acaso tenemos mayor autoridad, o somos más importantes que el qué tenemos al lado? ¿Por qué tu forma de vivir es la correcta y el resto es criticable?

"Juzgar a los demás nos lleva a la hipocresía. Y Jesús define precisamente como «hipócritas» a quienes se ponen a juzgar. Porque, la persona que juzga se equivoca, se confunde y se convierte en una persona derrotada."

El libro genera en todo momento un debate dentro y fuera de la iglesia, y no solo durante su lectura, si no incluso fuera, al día siguiente. Un debate en el que el Papa Francisco realza la importancia de no mantener una actitud egoísta, un sentimiento de encerrarse en uno mismo rodeado de tradiciones obsoletas y que contradicen y pisotean por completo la dignidad humana.

El punto fuerte del relato no es su redacción, ni su hilo principal, ni su autor, ni si quiera la portada o la contraportada. El punto fuerte surge en ti y en tus reflexiones a medida que lo lees, o después incluso de haberlo leído. Es una sensación como la que sientes cuando un día comienzas a aprender a leer, o a jugar a algún deporte. Te enseñan lo básico, y en tí está aprovecharlo y explotarlo, o bien quedarte únicamente con lo enseñado.