Me preguntaba con qué podría contribuir a este estimulante blog, correspondiendo a la generosa invitación de una de sus mantenedoras, Amanda, y he tenido que reconocer que lo que me apetecía era hablar de E.T.A. Hoffmann. Pero eso me ha llevado a pensar: "Y lo que vayas a contar sobre ese autor, ¿puede interesar a los lectores del blog?". Al fin y al cabo Hoffmann es un autor antiguo, si así puede decirse. Por otra parte, basándome en una conversación previa con Amanda, se me ocurría que podía informar acerca de algunas de sus obras más extraordinarias que, lamentablemente, nunca se han traducido al español. Pero sobre todo esto último me parecía desacertado, pues si no he comprendido mal la intención de esta ventana a los libros es ofrecer incitaciones para la lectura, y mi propósito podría parecer sádico -¡mira que bonito es esto... y te lo vas a perder!- o elitista, lo cual me parece incluso peor que lo anterior.
En cuanto a lo primero... En el fondo, ¿qué más da que sea "antiguo", si de su lectura se puede extraer disfrute y materia para la reflexión? Me decía a mí mismo: "es un clásico"; pero automáticamente me censuraba, pues el calificativo "clásico" ha terminado por resultar demasiado ampuloso y parece que sólo puede aplicarse a genios olímpicos que, para empezar, ya en vida se tomaron sumamente en serio a sí mismos -pienso en Goethe, contemporáneo de nuestro autor-, cosa que no puede achacarse en absoluto al borrachín irreverente y fantasioso que fue Hoffmann.
¿Cómo catalogarlo, en fin, para justificar mi sugerencia de disfrutar de su obra, o al menos de la parte de ella traducida a nuestra lengua? Mis reparos iniciales se justifican por la observación de que, hasta donde llega mi percepción, incluyendo las visitas a este blog, quienes actualmente leen suelen dedicar su tiempo a autores contemporáneos.
Es razonable que así sea, y yo mismo no soy una excepción a esta regla. ¡Bueno sería que la lectura cumpliera solamente esa función de escape de la realidad que ya Lichtenberg desenmascaró a finales del siglo XVIII: "algunas personas leen para no pensar". Leer literatura contemporánea significa comprometerse con el presente, pero en mi calidad de historiador (de la medicina) debo reclamar también un cierto compromiso con el pasado, sobre todo cuando ese pasado está aún vivo. Y puedo asegurar que los relatos fantásticos de Hoffmann siguen hablándonos hoy como hablaron a sus contemporáneos, aunque quizá haya que "cambiarse de gafas" para disfrutarlos plenamente. Es este cambio de registro lo que puede hacer de él "inactual", como he escrito en el título; pero desde luego no es antiguo, ni mucho menos anticuado. Declaro paladinamente que me cuesta mucho más leer al clásico Goethe, admirándole, que al inactual creador de "Serapión el ermitaño" o del gato Murr.
¡Hmm! Veo que me he extendido en exceso en consideraciones teóricas. No en vano soy un viejo romántico, desertor en ocasiones, como él, de mis tareas burocráticas. La vela a cuya luz escribo humea ya, a punto de apagarse por falta de combustible, y mi gato Murr me golpea, fastidiado, con su pata derecha, como reclamándome el sosiego necesario para que pueda hacerse la rosca sobre su cojín, sin duda para madurar en sueños sus próximas "Opiniones sobre la vida".
¿Aún habrá alguien interesado en que le hable de Serapión, de Murr, de la Princesa Brambilla, de Maese Pulga...?
Sinololeonolocreo: Luis Montiel Llorente tiene un blog propio titulado Medicina y Literatura.