"Nuestra vida comienza a terminar, el día que nos quedamos callados ante las cosas que importan" (Martín Luther King)
Esta vez es muy importante hablar de la vida del autor, antes de hablar de su obra.
George Washington Cable (1844-1925) escritor estadounidense, nació en Nueva Orleans, Luisiana, el 12 de octubre de 1844, su padre de Virginia y su madre, descendiente de puritanos de Nueva Inglaterra. A la edad de catorce años entró en un establecimiento mercantil como empleado, se alistó en el ejército a la edad de diecinueve años, al término de la guerra se dedicó a trabajos en la ingeniería civil, y fue columnista y reportero en la Nueva Orleans Picayune. En 1869 se casó con Bartlett Louise Stewart, que sería su inspiración y su asistente de 35 años, con quien tuvo cuatro hijas y un hijo. Después de muchos años de enfermedad, Louise Cable murió en 1904. En 1906 se casó con Eva Stevenson C., quien murió en 1923, y en ese año se casó con Hannah Cowing, quien sobrevivió a su muerte el 31 de enero de 1925.
Llegó a ser conocido en la literatura por sus dibujos e historias de la vida en esa antigua ciudad franco-estadounidense. fueron publicados por primera vez en Scribner's Monthly, y se recogieron en forma de libro en 1879, bajo el título de Old Days criollo. De las características de estas series es la novela corta, señora Delfina (1881) es prácticamente un parcial son la pulcritud del tacto, la precisión de la descripción comprensiva de personas y lugares, y una combinación constante de pathos suave con un humor tranquilo. Estos cuentos cortos fueron seguidos por las novelas Los Grandissime (1880) (de la que hablaré a continuación), el Dr. Sevier (1883) y Buenaventura (1888. Combina casi todas las cualidades que le han dado su lugar en la literatura estadounidense como un artista y un cronista social. En casi todas sus historias, hace mucho uso del dulce dialecto franco-inglés de Louisiana. Cable fue un representante del movimiento literario en defensa de los derechos civiles, y antiesclavistas, y que ha influido en casi todos los escritores del sur, desde la guerra de 1861. Un estilo, cuya mayor importancia radica en la determinación de retratar escenas locales, personajes y episodios históricos con precisión, en lugar del romanticismo meramente imaginativo, y con gran interés para los lectores por la fidelidad y simpatía en la representación de las cosas bien conocidas, como los diversos problemas de raza y política en los estados del sur durante y después del período de "reconstrucción" después de la Guerra Civil. Todo esto también está muy bien reflejado en Los criollos de Luisiana (1884) presentó una historia de ese pueblo desde la época de su aparición, bajo un punto de vista social y militar. Su tratamiento desapasionado del tema ofendió a gran número de criollos sensibles y a sus simpatizantes, y en 1886 se traslada a Northampton, Massachusetts. Allí editó una revista y después dirigió Literatura Actual una revista mensual, publicada en Nueva York. Sus obras completas fueron publicadas en una edición uniforme en 5 vols. (New York, 1898). Sus últimos obras son El caballero (1901), Bylow Hill (1902), y La batería Kincaid (1908). (Datos de wikisource)
De Los Grandissime de George Washington Cable, dijo Mark Twain qué quién la hubiera leído, no tendría que ir a Nueva Orleans, pues tras hacerlo, es como si hubiera estado allí.
¿Quién es el protagonista o el personaje central de esta novela?
Depende de que le des importancia a la visión de un espectador extranjero, o a la opinión, los modales y la historia de sus habitantes, todos esperando, que una reforma moral les haga salir del eclecticismo.
La narración de los acontecimientos, que dura trescientos sesenta y cinco días, hace del periodo posterior a la venta de Luisiana a los americanos, por Napoleón, un claro ejemplo de sociedad híbrida de razas y culturas, con profundas huellas francófonas y españolas, mezcladas con las africanas, donde se van transformando los componentes sociales, que los desafiantes esclavistas rodean de una latente violencia.
Estos son ellos:
- José Frowenfeld, joven inmigrante estadounidense de ascendencia alemana, que pierde a toda su familia de fiebre amarilla, regenta una botica, es bien considerado por su tenacidad en el trabajo y de ideas liberales, crítico con el sistema de castas aún imperante.
- Honoré Grandissime, blanco, apuesto, bien vestido, pacifista, un tesoro; su oposición al esclavismo le enfrenta a otros miembros de su familia.
- Grandissime Honoré, el medio hermano criollo, libre, no cree en la lucha de castas.
- Agricola Fusilier, el tío del Honore blanco, ama todo lo francés y desprecia todo lo americano, incluida su jerga; está orgulloso de su sangre.
- Aurora Nancanou, de soltera Grapion, apellido rival de los Grandissime; pobre, pero orgullosa, cree en las supersticiones y los hechizos de Palmyre, y con ella, su bella hija Clotilde.
- Palmyre Philosophe, libre, odia a todos los hombres excepto a Honore blanco y a Bras-Coupe, que fue su marido, maestra en los ritos del vudú, gran ocultista e intrigante, siempre viste de blanco.
- Bras-Coupe, príncipe en su tribu, es capturado en África por traficantes de esclavos y llevado a Luisiana, libre, es símbolo de dignidad y en él se refleja todo lo que ocurrió con los negros en América. Su historia se versiona a lo largo de la novela desde el punto de vista de varios de los protagonistas mencionados.
Y los demás, el médico Charlie Keen o Raúl Itinnerary, pintor y primo de Honore, que desde la botica de José, observan cómo se diversifican las opiniones, y analizan los acontecimientos; Numa Grandissime, padre de los dos Honore; el gobernador Claiborne, etc.
Cada uno es un reflejo de los habitantes de esa sociedad, flotando entre las ricas tradiciones orales de los indígenas o de los afronorteamericanos, y conocemos sus vidas por lo relatado en los cuentos, en los cánticos, en canciones de trabajo o en cantos sobre la creación en las leyendas de embusteros y en poesías. Todo en el dialecto creole.
Y si en algún momento hemos de pensar en qué hacer para que no lleguen a diferenciarse las razas, lo encontramos en el inicio de la novela: toda identidad oculta bajo un baile de máscaras.
La narración se extrema en los detalles que muestran a todos los personajes, impecables en su apariencia externa.
Al tratar temas como la explotación económica, la unión al pasado, la profanación de los derechos humanos, la fricción en las relaciones sociales y la culpa del hombre blanco al servirse del afroamericano, Cable abrió nuevos horizontes no sólo en la literatura sureña, sino también en la norteamericana.
Con este libro entre las manos, pasando las hojas y leyendo, sigues los pasos de cualquier compleja sociedad, como la actual, donde la multiculturalidad, aunque ralentiza lo que se espera de una sociedad que avanza en derechos humanos, sirve para dejar menos flecos sueltos a la hora de legislar sobre ellos.
Tanto sus ficciones como su obra ensayística, muestran el pensamiento crítico de Cable, respecto a problemas, como la discriminación racial de la población de color en el Sur, que serían retomados por los autores sureños de la vanguardia artística del siglo XX, como William Faulkner, Katherine Anne Porter, Gordon Caroline, Allen Tate, Thomas Wolfe, Robert Penn Warren y Tennessee Williams.
Las notas del final del libro son un excelente trabajo de editor y traductor, donde se clasifica la época, los personajes y hechos históricos, en sus contextos, fechas y escenarios reales, desarrollando con veracidad los acontecimientos.