Por primavera de este año una amiga me preguntó si sabía algo de un autor llamado Gómez Arcos. No me sonaba de nada, pero suscitó mi curiosidad al decirme que tenía muchos premios en Francia donde había vivido exiliado, que cada vez que salía un libro suyo la editorial mandaba un ejemplar a Mitterrand, gran admirador de su obra, que siempre había escrito en castellano y al instalarse en París empezó a hacerlo en francés...

Así leí Ana no, de la que nos hablaba Javier Gimeno en un post de agosto, y El niño pan. Son dos pequeñas novelas tristes, muy tristes, que reflejan lo que supuso la Guerra Civil para una madre que pierde a sus hijos y a su marido, y para un niño al que devora el hambre de pan, y de justicia. 

Pero si aún albergaba alguna duda de la calidad de este escritor, la siguiente lectura me la disipó: El cordero carnívoro, tan políticamente incorrecta y que tan maravillosamente describe la relación (incluyendo el incesto) entre dos hermanos, Ignacio y Antonio, envueltos en la tristeza de los vencidos.

Con esta obra y con La enmilagrada, Gómez Arcos no renuncia a su función de testigo de la historia, pero incide en la necesidad de la transgresión social y moral para lograr la libertad personal.

Las cuatro novelas me parecen auténticas joyas narrativas, recuperadas por la editorial Cabaret Voltaire.