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La vía: para el futuro de la humanidad de Edgar Morin

Carlos Lombas 12 de Julio de 2011 a las 07:31 h

"Si los pueblos no se ilustran, si no se vulgarizan sus derechos, si cada hombre no conoce lo que vale, lo que puede y lo que se le debe, nuevas ilusiones sucederán a las antiguas, y después de vacilar algún tiempo entre mil incertidumbres, será tal vez nuestra suerte mudar de tiranos, sin destruir la tiranía."
En el Prólogo al Contrato Social de Juan Jacobo Rousseau [1762]

Entre novela y novela, y los silencios, cae sobre la mesa, igual que una lanza, clavándose, este libro de Edgar Morin,"La vía: Para el futuro de la humanidad", o tal vez es como la cola de un cometa de reivindicaciones y apuntes, para el desenmascaramiento y el principio del derrumbe, de lo que parecía que iba a hacer de este mundo, un calco del 1984 de George Orwell

La lectura se hace rápida, pues en muchas de las cosas, los que provenimos de las zonas rurales pequeñas, y volvemos a ellas con cierta frecuencia, las vivimos más naturalmente. Preservamos el lado y valoramos el agua, a nuestros mayores, los rituales del saludo, el hablar por hablar, el campo abandonado, los ríos, la sombra de los árboles, el frío y la salud, y vemos a los otros humanos vivir. El problema está en las medianas, grandes y mastodónticas aglomeraciones.

Todo son problemas entre el cemento, la contaminación y la prisa, que aumenta la individualidad, que no encuentra a los padres en casa, que no cede un asiento a los mayores, que no reprende un comportamiento agresivo, que no alimenta equilibradamente a todos, que cauteriza el gesto, y nos impide abrazarnos, darnos la mano, ayudar a subir peldaños a los lentos.

Lo que deja muy claro Morin, y en lo que estamos de acuerdo, es en lo que nos humaniza y en el actual etiquetado de calidad de vida, que ha castrado la retroalimentación lenta de los recursos, alimentos, energía, amor, honestidad. Siempre ha habido canallas, pero tantos vándalos, hunos y alanos juntos, nunca.

Cuando ya algunos íbamos advirtiendo que el significado de la palabra solidaridad iba a caer en desuso, surge un movimiento global, que piensa en todos, también en los que no están en las calles, y se instala sin máscaras frente a los poderes, y a su manera nos representan, y de sus palabras y sus lemas, que leemos clavamos en los jardines públicos, de frases cortasy "no-es" contundentes, pronunciando un grito muy ruidoso y extenso, para que nos miremos a la cara, y ver como hemos podido durante veinticinco años o más, ir alejándonos unos de otros, mientras, el privilegiado grupo de cabecera, político y económico, ellos muy solidarios entre ellos, nos iban secando los ríos para embotellar su agua y vendérnoslas, algo que era de todos, colocándole la palabra potable, vendiéndonos césped artificial, cuando teníamos toda la tierra verde, ofreciéndonos caminos asfaltados cuando hemos caminado siempre sobre llanuras y montañas, para llegar a nuestros destinos, y nos han hecho que el progreso, que dicen que lo han creado es para nosotros, eso sí se lo pagamos, a corto o largo plazo, nos han hecho techos para no enfriarnos, y ahora nos los han convertido en tumbas, que les debemos.

Nos han enceldado en necesidades, nos han eliminado hasta las bacterias que ayudan al sistema inmunitario, pero nuestros nonagenarios filósofos e ideólogos como Edgar Morin, con este libro y todos su trabajos anteriores, se han ido quedando con lo que vale de la civilización, como Sven Hassell, Jose Luis Sampedro o Nobberto Bobbio, para hacernos ver, que aún hay cosas que pueden volver a sernos útiles como seres humanos, y eliminados, porque no les llenaba el arca de su granero.

Nos han metido miedo sobre el otro, sobre el vecino, sobre el emigrante, sobre las lecturas, sobre el pensamiento, sentándonos ante un propulsor de sus creaciones, encerrado en publicidades, y en nombre de la importante palabra que es el individuo, llevándonos a la individualidad y uniformando las individualidades, sin permitir el roce de la calle, sentándonos como individuo o grupo familiar dentro de la celda, para que no tengamos necesidad de hablar con otros movientes, y hablemos de nuestras inquietudes, necesidades o logros.

Nos han hecho ver el mundo en 32 pulgadas, cuando el horizonte casi es ilimitado cualquier tarde y lleno de otros vértigos.

Ya volviendo al libro de Morin, en las conclusiones y post conclusiones, se sueña y sintetiza el dónde estamos, y de dónde venimos, y desde donde debemos partir, para mantenernos como civilización, o ir hacia la extinción.

Toda una teoría en positivo, para cambiar la vía, y los caminos simples a seguir, para encauzar el inviable camino tomado por la globalizada extirpación de de toda humanidad y solidaridad, tomando el guión para una regeneración política, y una conciencia de civilización, donde todos los elementos demográficos desde las minorías hasta la masa homogénea de occidente, pasando por la conciencia ecológica, con un apartado especial para el agua, y enumerando desigualdades y pobrezas, para encontrar un punto de partida donde justicia no sea represión, donde burocratización no sea exclusión.

Frente a la fragmentación de los saberes en especializaciones, que ignoran las humanidades, ya no se conoce el origen de las palabras, de las ideas o de las costumbres, que siempre en el entramado de la filosofía y de la literatura, fueron una parte complementaria de la sociedad en formación, que pasando de los ciclos primarios y secundarios, ahora acaban en la universidad mirando a un título, sin comparecer los educandos de las disciplinas humanitarias, propone una reforma del pensamiento y la educación, donde el otro, esté presente. Que ideologías, formas de vida, lo masculino y lo femenino sean transversales, en el taller mecánico, en el laboratorio científico, en la importación y la exportación, dentro de una democracia tan participativa que abarque todos los ámbitos, donde confluyan nuestra actividad vital, armonizada con lo mejor de las grandes teorías de la ciencia noética, no como única fuente, sino contrastando su esencia, con la historia de la filosofía, de la literatura y el arte, y la historia de los grandes movimientos sociales y culturales, que han rodeado la historia del hombre, su relación con el mundo laboral, social y las respuesta a la avaricia, a la esclavitud, a la manipulación y expolio de los colonialismos anteriores y actuales.

Con una nueva educación sobre la alimentación, la calidad humana y el equilibrio, un justo reparto de las viandas, que desde tablas de necesidades y efectos de lo que comemos, sin estar adulterados o engordados deprisa, y retenidos en graneros pudriéndose, en cumplimiento de las cuotas del mercado, mientras la sed y los accesos constantes de hambre crean nuevos enfermos, que necesitan un nuevo planteamiento de la aplicación de la medicina, de la sinergia de la salud, de los equilibrios menos burocratizados para sus cuidados, alternando medicinas oficiales y tradicionales, siempre desde la psicología del especialista y la peculiaridad del paciente, diferenciando entre el rural y el urbano. Y a la vez sabiendo que consumo y trabajo, casi son opuestos en ambos territorios y requieren tiempos de dedicación muy diferentes.

Todo lo esencial, lo que debemos considerar como importante desde el momento que comenzamos a tener uso de razón hasta el desencadenante de la muerte, concurriendo en ello animales, vegetales, agua, energía, alimentación, la condición femenina, la niñez, la adolescencia, la vejez, siempre favorecidos, estimulados y apoyados en una educación permanente, que nos haga en todo momento contar con un criterio licito para opinar y exigir lo esencial, para no sentirnos defraudados, tanto en la vida pública y política, como en personal, familiar y social.

Y ante todo esto, un grupo social muy importante, ha hecho crecer esa necesidad de regeneración, llevando a todos los ámbitos los seres y pareceres en los que estamos afectados o indignados, para con una única y unánime voz, volver a ser humanos solidarios.

Pero me queda una duda, ¿ha hablado sobre ellos todo el mundo, y tan escasamente los docentes universitarios, qué no se si se lo están pensando para culminar un decálogo conjunto de teorías y opiniones, o es algo asintomático, por comunión con los raíles del establishment?

Soy un idealista, pues pensaba que nuestros politólogos, sociólogos, filósofos y grandes letrados iban a crear una corriente a favor o en contra, o analítica, para que sus educandos, subieran a las palestras ilustrados sobre la realidad, social, económica, política con una postura ideológica clara e irrebatible, posicionándose ante el evidente deterioro global.

¡.... Que viene el Rinoceros de Bertolt Brecht!

Edgar Morin nace el 8 de Julio de 1921 en París. Sus primeros diez años los pasó a lado de sus padres, a la muerte de su madre pasa a ser criado por su padre y su tía materna. A pesar de su corta edad, se vuelve un gran lector de diversas temáticas lo cual junto con la investigación, lo caracterizará en el transcurso de su vida. A los 19 años inicia sus estudios universitarios, se inscribe en "La Sorbonne" simultáneamente en la Facultad de Letras, en la de Derecho y en la Escuela de Ciencias Políticas. En Julio de 1940 se ve forzado a huir a Toulouse dedicando su tiempo a actividades asistenciales. En 1942 concluyó sus estudios en "La Sorbonne" y se licencia en Historia, Geografía y Derecho. De los 21 a los 23 años, se compromete en las actividades que iban en contra de la ocupación alemana a su país, decide cambiarse el apellido Nahum por "Morin" pues se veía obligado a vivir en una doble clandestinidad como judío y comunista.

En 1945 es nombrado Teniente Coronel, participa en el Partido Comunista Francés pero en 1951 debido a su espíritu crítico y liberal, es expulsado. En cuanto a su vida profesional Morin intentó trabajar como editor en periódicos ligado al Partido Comunista Francés, pero es tratado con desconfianza. En el año de 1946 cuando apenas tenía 25 años, escribe su primer libro "El año cero de Alemania", más tarde se convierte en redactor del periódico "Patriote Résistant". En 1951 se postula para la Comisión de Sociología del Centro Nacional de Investigación Científica de Francia (CNRS). En 1954 funda un comité contra la guerra en África del Norte y en 1956 la revista "Argumentos". Se interesó y trabajo en proyectos de investigación sobre estudios en Ciencias Sociales y Politicas, siguió y estudió las revueltas estudiantiles y además hizo investigación en temas de las Ciencias Biológicas y Humanas

 Ha estudiado la crisis interna del individuo. A través de lo que él llama «investigación multidimensional» -utilizando los recursos de la sociología empírica y de la observación comprehensiva-, ha abordado la comprensión del «individuo sociológico».

Estudioso crítico de los mass-media, ha analizado los fenómenos de la propagación de opinión. Es autor también de El espíritu de la época (1962), Introducción a una política del hombre(1965), La Comuna en Francia: la metamorfosis de Plodémet (1967), El rumor de Orleans (1970), Diario de California (1971), El método (1977), Qué es el totalitarismo. De la naturaleza de la URSS (1983), Tierra-patria (1993), Para salir del siglo XX (1996). y Amour, poésie, sagesse(1998). Galardonado con el premio Médicis de comunicación (1992), y la Legión de Honor y el premio Internacional de Cataluña en 1994

Actualmente tiene dos hijas fruto de su primer matrimonio y vive en París con su esposa Edwige L.Agnes, quien es su tercer matrimonio. Se dedica a alentar la formación de redes de investigadores, intelectuales y académicos, a impulsar los centros de investigación sobre el Pensamiento complejo y la Transdisciplinariedad e imparte conferencias en distintas partes del mundo.

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