El escritor ruso Shútov salió hace muchos años de la Unión Soviética por motivos políticos y se refugió en París buscando un futuro mejor que, a pesar de sus esfuerzos, no ha conseguido hallar. Por eso, y después de finalizar una relación sentimental, decide volver a su tierra con la esperanza de reencontrarse con lo bueno que dejó cuando se exilió. Desgraciadamente, la Rusia que le recibe no sólo no tiene nada que ver con la que él abandonó, sino que le decepciona, porque se ha convertido en un simple y mediocre remedo de lo que el régimen soviético quiso evitar.

Shútov quiere volver a un pasado del que cree que todavía forma parte y, sin embargo, aparece en un mundo completamente irreconocible que no entiende y del que huye. Sólo una persona tan especial como Volski le ayudará a encontrar esa identidad perdida, ese universo propio, gracias al relato lleno de naturalidad y de humanidad de una vida comparable a muchas otras, pero valiosa por su individualidad y sus circunstancias propias. Sólo conocer a un desconocido le permitirá cambiar su desencanto y decepción iniciales por la certidumbre, el sosiego y la plenitud; en definitiva, encontrarse a sí mismo y descubrir lo mejor y lo peor de la existencia.

Vida de un desconocido de Andreï Makine es un canto a la sencillez y a la grandeza de la vida sin más complicaciones; es una llamada a disfrutar y a apreciar los buenos momentos como "aquellas pequeñas cosas" que, según J.M. Serrat, son las que nos devuelven los mejores recuerdos.

Al igual que Volski, todos somos unos desconocidos. Pero, a pesar de ello, nuestra vida, por muy anodina y vulgar que sea, merece la pena, para nosotros y para aquéllos que nos quieren. Es muy importante en tanto que es nuestra y, aunque en principio al resto del mundo no le importe nada de nada lo que nos pase, conocer la realidad de los demás nos puede ayudar a valorar y a apreciar más la nuestra, a descubrir vidas ajenas increíbles e interesantes, a compartir momentos y vivencias irrepetibles.

Sólo si le damos el valor que se merece a nuestra vida de desconocidos podremos abarcar con una sola mirada un gran pedazo de cielo.