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Pájaro sin vuelo de Luis Mateo Diez

Carlos Lombas 11 de Noviembre de 2011 a las 00:12 h

"Cuando se ha salido del círculo de errores y de ilusiones en el interior del cual se desarrollan los actos, tomar posición es casi imposible. Se necesita un mínimo de estupidez para todo, para afirmar e incluso para negar." (E.M.Cioran)

"Había venido a contarte las otras arrugas, esas que el tiempo no te marcó con tus constantes sonrisas" o "Hay pájaros que llevan el perdigón en el alma...". Estas son algunas de las frases que circundan la identidad de Ismael Cieza Ganido en Pájaro sin vuelo de Luis Mateo Díez.

Desde las primeras horas de la mañana, hasta que decide lo que va a hacer al siguiente, el día de Ismael Cieza, no se va a presentar nada fácil. Sabe que tiene que contar, en cada momento, con las prórrogas que le concede su cuerpo constreñido en la cautividad de todos los baños, por tal padecimiento heredado. Y en los interludios sólo conversa con Calixto, el camarero del café Consorcio, que también sufre así. Hablan de sus variantes y métodos de paciencia, cuando escondidos en el habitáculo, no asumen sus otras responsabilidades. ¡Ah! y con Lucio Cañada, su más antiguo amigo, examina lo irreal.

En este territorio cercano a la Celama o al Páramo del autor, Ismael no se acomoda a Doza, el pueblo donde vive; en él se caso con Novelda, fue padre y llegaron los datos de sus infidelidades; ahora vive allí solo tras la separación. Nació en Armenta, estudió en Ordial, lugares con los que relaciona la voluntad de sus ancestros, donde no se respira odio y mentira, como aquí, donde ejerce de agente de Seguros Occidentales. Un trabajo nada vocacional, sino fruto de varias alertas nutricionales.

Cieza no ofrece resistencia al deterioro, se ve como un extraño, y su fragilidad le ha hecho perder la higiene interna y externa; sabe que sus impulsos no son reflexivos y que no tiene los resortes para iniciar algo que le salve de ese desaliño. Y su cabeza, como si fuera un diálogo de otras voces, repite palabras como estas: "¡de que sirve la luz sino abres los ojos! Aunque vuele, siente que no se ha movido de donde estaba. Busca nuevas metas, pero acaba igual de inmovilizados.

La novela está llena de los datos de una vida,  de un exilio, sin aceptar referencias a otros lugares mejores, sin opinión ni voluntad para volver al territorio donde se siente bien, ahora que no hay ningún lazo que le ate a este pueblo. Tampoco accede a compaginar ese aciago día, con el aire que respira, para ofrecerse más destinos.

Esas demagogias mundanas que nacen de la desidia, alimentan lo que ya es un precario equilibrio en el mundo de Ismael. Cuando todo se ha desmoronado a su alrededor, se siente tranquilo en el lugar donde todo está pautado, la barra del bar, allí donde el esfuerzo máximo es ir caminando de estancia en estancia. Y a la vez poder pensar en: ¡Porque esto sí y no lo otro!

Pero ahora hasta sus sueños están llenos de reptantes, que le adhieren a la apatía: escarabajos, ratones y lagartijas, pegados al suelo, titulan los capítulos y detallan, con lo que representan, las etapas de esos espacios, ahora  vacíos, la cocina, el armario o el salón.

En la vigilia y en las noches, busca elementos para darse cuenta que existe o emprende algo que le haga necesario, aunque no lo sea. Por eso busca a Tulio, el hijo su jefe, cuyo oficio es huir. Este aparente interés por la fuga, y sus emergencias, le hace más corporativo y creíble ante su admirado patrón, don Medardo.

Podría decirse que es una comedia acida, pero en realidad es un drama causado por los fracasos y las soledades, que llegan al nuevo Ismael tras eludir todos los compromisos vitales: primero con su mujer Novelda, luego con su hija Abril y ahora, con ese otro ser humano que es algo suyo, aunque no lo vea como real, hasta que ese Antino se hace evidente.

Nada es casual, Ganido busca el asa donde agarrarse tras la última alerta, una nueva necesidad de sobrevivir y una herencia más de la escasa unidad familiar, en la que pudiendo sentirse unido a la vida, cercano a las necesidades y peligros de la comarca, no hace otra cosa que manifestar la hostilidad que siente sobre ese territorio al que no pertenece, y por eso no se implica en nada.

Otros pesimismos, homenajeando a Leopold Bloom o a Oblomov, acceden a compaginar este día de Ismael Cieza, con el aire que respira, sin más destinos.

Y como lector puedes ordenar el contenido, en un cuerpo que no funciona bien, persistiendo en sus inmovilidades, sus desorientaciones y sus manías, y alrededor de la inutilidad para hacerse el nudo de la corbata.

¡A veces no te quedas con las genealogías noveladas de progenitores y amigos, y sólo recuerdas las creencias, los síes o los noes, los silencios o los caprichos!

Es una novela agria, donde la dimensión de las situaciones nos la da ese exquisito lenguaje barroco que Mateo Díez imprime en los entornos vitales.

Luis Mateo Díez (Villablino, León, 1942). Es Premio Castilla y León de las Letras (año 2000) y miembro de la Real Academia Española. Luis Mateo Díez ha levantado en sus novelas un mundo literario singular que figura entre los más sugestivos de la narrativa española contemporánea. Las estaciones provinciales (1982) hace un retrato irónico e inclemente de la parda posguerra. Aquí están ya la pasión por el lenguaje, la preferencia por los perdedores y por los espacios desolados, la indagación verbal en las emociones y el sustrato de una ironía inconfundible. Su segunda novela, La fuente de la edad (1986), supuso la consagración como narrador poderoso y fascinante. Fue distinguida con el premio de la Crítica y con el Nacional de Literatura. La travesía por paisajes de leyenda de un puñado de disparatados cofrades extiende al territorio provincial la cartografía urbana de su estreno novelesco. El prestigio de Mateo Díez ha ido creciendo en paralelo a su incesante producción: El expediente del náufrago (1992), Camino de perdición (1995), Fantasmas del invierno (2004), La gloria de los niños (2007)...por citar sólo algunos títulos.

En El espíritu del Páramo (1996) diseña un nuevo territorio literario sobre el que se alza la pesquisa melancólica de Ismael Cuende, el protagonista de La ruina del cielo (1999). En sus páginas asistimos al oratorio espectral de una cultura vencida, a la polifonía fúnebre de la derrota. La ruina del cielo es un lapidario poblado por cientos de personajes con nombres tan extravagantes como sus tronadas peripecias, que de nuevo obtuvo el premio de la Crítica y el Nacional de Literatura. El oscurecer (un encuentro) (2002) remata la trilogía de Celama, concebida como homenaje a las culturas rurales en extinción y reunida con leves novedades en el volumen El reino de Celama (2003). Con el título de Celama también ha conocido una exitosa adaptación teatral por parte del grupo Corsario. La piedra en el corazón (2006) supone un paréntesis en su habitual línea narrativa, al abordar la historia de una familia lastrada por la desgracia en el contexto de un Madrid golpeado por la ferocidad del terrorismo.

Desde sus inicios, Luis Mateo Díez ha cultivado regularmente el cuento. El árbol de los cuentos (2006) recopila la obra breve del autor entre 1973 y 2004. El diablo meridiano (2001) inició un ciclo de doce novelas cortas agrupadas con el rótulo de Fábulas del Sentimiento: El eco de las bodas (2003), El fulgor de la pobreza (2005) y Los frutos de la niebla (2008), que obtuvo el VII Premio de la Crítica de Castilla y León. Aunque se trata de piezas narrativas independientes, son textos que alcanzan su pleno sentido en el conjunto. Ha reflexionado sobre el oficio de escribir en El porvenir de la ficción (1992) y en Las palabras de la vida (2000).Sobre la pérdida en 2010 publica Azul serenidad o la muerte de los seres queridos, obra en la que el autor abandona la ficción para rendir homenaje a sus familiares y seres queridos y El animal piadoso. También en 2010, apareció Inventario de Luis Mateo Díez, una obra de Carmen Toledo, editada por la Fundación Instituto Castellano y Leonés de la Lengua, donde se reúnen las monografías, estudios y análisis realizados sobre la obra de Luis Mateo Díez y que incluye también sus poemarios, ensayos, antologías, traducciones así como adaptaciones al cine y al teatro. (datos editoriales).

 

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