La lectura de este librito magnífico (Borges, José Luis. Discusión. Buenos Aires, 1932), y en concreto, el capítulo -o artículo- "La penúltima versión de la realidad", es fruto de una discusión con mi amigo y crítico literario Paco Solano, a raíz de la cita que Gustavo Martín Garzo atribuye a Borges en su artículo: "La decadencia de las palabras", publicado en El País de 26 de noviembre de 2011.
La cita en cuestión es la siguiente: “El materialismo dijo al hombre: Hazte rico de espacio. Y el hombre olvidó su propia tarea. Su noble tarea de acumulador de tiempo. Quiero decir que el hombre se dio a la conquista de las cosas visibles. A la conquista de personas y de territorios. [...] Es preciso, pues, restituir a la vida humana su tercera dimensión. Es necesario profundizarla. Es menester encaminar a la humanidad hacia su destino racional y valedero. Que el hombre vuelva a capitalizar siglos en vez de capitalizar leguas. Que la vida humana sea más intensa en lugar de ser más extensa”.
Convencido de lo que afirmaba Martín Garzo -autor de cuyas novelas y artículos disfruto a menudo-, no puse en duda la autenticidad de la cita y me atreví a enviársela a varios de mis amigos. Pero Paco Solano, en cuya cabeza hay tantos libros como en la Biblioteca borgiana de Babel, puso en duda la veracidad del escritor vallisoletano en su atribución al autor de El Libro de Arena, aludiendo para ello al tipo de lenguaje utilizado y al uso de algunos términos impropios del genio argentino, como 'capitalizar'. Confiado más en Martín Garzo que en mi amigo, por ser aquél el autor del artículo de marras, le rebatí un par de veces su opinión hasta que no tuve más remedio que acudir al texto original y reconocer mi error, pero sobre todo, el del autor de El lenguaje de las fuentes.
En efecto. El texto del que Martín Garzo habla en su artículo no es de Borges, sino de Alfred Korzybski, conde y autor, entre otras, de la obra Manhood of Humanity, publicada en 1921, y creador o inventor de la llamada Semántica General. Borges se refiere a este texto -que califica de "especulaciones ontológicas"- en el mencionado capítulo de su obra "Discusión", de 1932. Referencia que el autor argentino hace a propósito de la noticia que sobre el libro de Korzybski ("libro que desconozco", advierte Borges) acababa de publicar el poeta modernista argentino y amigo personal de Borges, Francisco Luis Bernárdez.
Borges refuta finamente una por una toda una serie de afirmaciones del conde Korzybski acerca de tres supuestas dimensiones que según éste tiene la vida: "largo, ancho y profundidad". Sospecha Borges "de una sabiduría que se funda, no sobre un pensamiento, sino sobre una mera comodidad clasificatoria, como son las tres dimensiones convencionales". Y aclara seguidamente el calificativo de 'convencionales' que otorga a las tres dimensiones aludidas por el conde: "Escribo convencionales -explica- porque -separadamente- ninguna de las dimensiones existe: siempre se dan volúmenes, nunca superficies, líneas ni puntos" (citas, éstas sí, textuales del propio Borges).
"Declaro no entender lo anterior", reconoce Borges. Seguidamente, desarrolla un argumento fundamentado y verosímil para refutar las afirmaciones de Korzybski: "Creo delusoria la oposición entre los dos conceptos incontrastables de espacio y de tiempo", para afirmar poco después: "acumular espacio no es lo contrario de acumular tiempo". Y pone como ejemplo a los conquistadores ingleses de la India, que "no acumularon solamente espacio, sino tiempo: es decir, experiencias, experiencias de noches, días, descampados, montes, ciudades, astucias, heroísmos, traiciones, dolores, destinos, muertes, pestes, fieras, felicidades, ritos, cosmogonías, dialectos, dioses, veneraciones".
Finaliza Borges su respuesta a Korzybski apoyándose en sus profundos conocimientos de metafísica y en sus no menos dedicadas lecturas de Steiner, Spencer o Schopenhauer. Se permite incluso el atrevimiento de contradecir al mismo Kant cuando afirma que "El espacio es un incidente en el tiempo y no una forma universal de intuición, como impuso Kant". Como colofón de su argumento nos propone Borges una hipótesis: "Imaginemos que el entero género humano sólo se abasteciera de realidades mediante la audición y el olfato. Imaginemos así anuladas las percepciones oculares, táctiles y gustativas y el espacio que éstas definen". Si esta hipotética humanidad fuera real, nos advierte Borges, "La humanidad se olvidaría de que hubo espacio... estaría fuera y ausente de todo espacio".